AMLO y el principio de No Intervención

En la firma por la Unidad, AMLO exigió hacer valer el principio de No Intervención, después de que Zavala visitara EU para entrevistarse con John McCain

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Por Gonzalo Ballesteros. | EscenariosXXI

(Licenciado en Relaciones Internacionales por la UNAM, presidente del Instituto de Política Internacional).

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Regeneración, 10 de abril de 2017.- Hace casi un año visité al Embajador Víctor Flores Olea para platicar sobre temas internacionales. Entre varias cuestiones, me recordó que fue él, junto con otras extraordinarias personas, quienes subieron a rango constitucional en 1988 los Principios de Política Exterior que se definen como normas fundamentales que nuestro país debe de seguir en su actuar internacional (Artículo 89 fracción X).

La No Intervención es uno de estos 7 principios. En palabras claras significa no meter las narices en nuestro país, directa o indirectamente, así como nosotros no meternos en asuntos de los demás. Si nos vamos a los últimos periodos podemos darnos cuenta de que este principio ha estado siendo violado constantemente, no solo contra nosotros, sino a otras naciones del orbe.

Ayer 9 de abril, en la firma por la Unidad, López Obrador exigió hacer valer el principio de No Intervención. Esto lo expresó ante la visita de Zavala a los Estados Unidos en la que se entrevistó con el Senador John McCain, entre otros personajes y sectores. Claramente se puede percibir que fue a poner el país en charola de plata, sumando el comentario del secretario de Seguridad Nacional estadunidense, John Kelly, quien aseguró que “un presidente de izquierda en México no sería bueno para nuestro país ni para Estados Unidos”. AMLO dijo claramente que “nosotros (Morena) habíamos sido muy respetuosos en la pasada campaña electoral en Estados Unidos” y que esperamos reciprocidad, —una Máxima de las relaciones internacionales. Con fuerza exigió al vecino del norte “que no intervengan en asuntos que solo corresponden a los mexicanos” y declaró “y que se sepa que muchas veces lo que es malo para ellos es bueno para nosotros”.

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Yo pocas veces puedo sentirme orgulloso sobre el manejo de los asuntos internacionales del país o comentarios en relación y es casi siempre AMLO el que pone en alto nuestra historia y nuestro legado internacional (Doctrina Estrada, Tratado de Tlatelolco, Grupo Contadora, etc.).

Incluso AMLO está haciendo una tarea que le correspondería a la cancillería. Ante “la compraventa de México” —parafraseando a Saxe-Fernández— la cancillería, el Estado mexicano y su aparato político plutocrático fungen hoy más como oficinas de coloniaje, y sólo Andrés Manuel, con su dedo levantado y su chaleco moral, revierte de tajo este proceso de supeditación.

Obrador es hoy, de manera simbólica, nuestro canciller. Es el único que nos defiende, el único que puede hacer resonar a nivel nacional e internacional que se nos respete. AMLO cerró el tema diciendo que “queremos una relación de respeto y fincada en la cooperación para el desarrollo. Iremos a convencerlos de que no es construyendo muros ni militarizando la frontera como se enfrentará el fenómeno migratorio. Y al triunfo de nuestro movimiento los 50 consulados de México en Estados Unidos se convertirán en procuradurías para la defensa de migrantes”.

El otro paso, y el más preocupante, será que EU entienda y haga caso. Poner en función todo esto requiere del proceso completo de la política exterior, ya que al dar esos objetivos generales de lo que queremos los mexicanos habrá que implementar una maquinaria robusta y eficiente para alcanzar tales objetivos. Necesitamos del apoyo de todos los sectores de la sociedad en esta que será, a mi parecer, el desafío más importante de la historia moderna de nuestra nación, partiendo de la lógica de que ha sido nuestro vecino y su política exterior un factor muchas veces negativo para el desarrollo de nuestro país.

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Es también de prioridad adelantarnos a la “agenda amplia” que Videgaray está tramitando en los Estados Unidos porque, a mi forma de ver, lo que se trabajará será el desplome de los marcos jurídicos del TLCAN que les llegaron a estorbar —sin olvidar que fue una daga geopolítica— y así profundizar o reorientar todos los ‘issues’ que tocaba el tratado a una flexibilización en la lógica imperial: de mayor control, mayor sumisión, mayor dependencia y dominación. También creo que se trabajará el cómo instrumentalizará EU a México ante los grandes procesos geopolíticos que estamos viendo, procesos que nosotros debemos de comprender a profundidad para hacer las estrategias correctas, ya que sin este entendimiento cabal del mundo seguro cometeremos muchos errores.