Celebran a San Isidro entre obras e invasión

El santo patrono de los campesinos hoy también resguarda a los pueblos de la invasión de las compañías extraccionistas

 

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Por Leticia Animas

Regeneración 17 de mayo de 2016.- La fiesta a San Isidro Labrador, patrono de los campesino, sirvió en esta ocasión para reforzar los vínculos con el trabajo agrícola, con los cultivos, con la tierra y con la vida, de los habitantes de la sierra poblana, que viven cercados por decenas de proyectos extractivos a los que han enfrentado con una singular resistencia cimentada en su identidad como pueblos indígenas.

La ceremonia en la que se cargó en procesión al santo que, según el ritual católico, se caracteriza por su bondad, generosidad y gran corazón para atender y entender a los humildes y necesitados estuvo colmada de rituales: los propios de las culturas náhuatl y totonakú, la celebración de la palabra y la construcción de un mandala hindú con los productos que cada comunidad obtiene de la tierra, porque muchos de los colectivos que participan en la defensa de este territorio asisten a un diplomado impartido por la Universidad Ghandi.

Para hacer este círculo que sirve de conexión del hombre con la divinidad, que se convierte en un punto energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente, pusieron en el centro al maíz porque “es la esencia de lo que somos los mexicanos y los pueblos originarios”, pero también trajeron tierra de Ixtacamaxtitlán donde los canadienses de Almaden Minerals quieren abrir una mina; agua de Olintla y de San Juan Tahijtij donde se lucha contra las hidroeléctricas.

Mientras que los apicultores de Cuetzalan y San Miguel Tiznacapapan llegaron cargados con la cosecha de miel, polen, cera de las abejas meliponas; los de Zautla redondas y coloridas ollas de barro que cuecen en los hornos de Tenextatiloyan y Tlamanca; colocaron cítricos los habitantes de la parte baja de la sierra nororiental, ya en los límites con Veracruz, por el lado de Papantla.

 

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“Nos dio gusto que en esta ofrenda se representaron las resistencias de toda la zona: la parte alta donde quieren hacer la minería, la zona media donde son los ríos, el agua, los que están amenazados y la parte baja a la que asecha la fractura hidráulica. Aunque hay lugares, como Cuetzalan, a los que los amenaza todo, porque ya sabemos que aparece en la Ronda 3 de licitación de hidrocarburos”, explicaron.

Antes de la comilona que, como la “olla de San isidro”, alcanzó y más para todos los reunidos en el local de la cooperativa Tosepan Tatitaniske, se completó el festejo con una misa católica en la que el sacerdote José Marroquín hizo un conmovedor llamado de atención sobre lo sagrado que debe ser la defensa de la tierra y lo importante que es hacerla desde sus labores diarias como campesinos: de labrarla y cosecharla y de seguir poniendo en práctica saberes milenarios como hacer milpa.

Luego participaron dos mujeres: María Luisa Albores por la cooperativa anfitriona y Trinidad Ramírez de Atenco, un pequeño pueblo en el Estado de México que defiende su territorio de la construcción del nuevo aeropuerto internacional que ya se construye en el centro del país.

Pero además de todo esto y de dar gracias a San Isidro Labrador, fue confirmar que “esta lucha nos está hermanando más como pueblos, que nos vamos sumando más y que nos hacemos más fuertes”.