Cuando la diversidad pinta de arcoíris al carnaval

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Regeneración, 27 abril 2017- El Carnaval, uno de los festejos más arraigados en varios lugares de México y el mundo, cada uno con sus características, lo cierto es que en México tenemos muy diversos, como el de Chimalhuacán, Veracruz, Mazatlán, Campeche, Morelos, por decir algunos.

¿Sabías qué aquí en la Ciudad de México no solo tenemos un carnaval?, tenemos por lo menos dos por delegación; cada uno con sus propias características, sus fechas y sus lugares.

En un inicio, en los carnavales solo salían hombres con distintos atuendos, sobre todo con ropa muy vistosa, colorida y en ocasiones exótica como si fuese un concurso. Anteriormente las mujeres no participaban ni siquiera en la elaboración y organización, se dice que por mandato del gobierno solo hombres tenían permitido participar.

A pesar de las grandes diferencias en su celebración su característica común es la de ser un periodo de permisividad y cierto descontrol,  en sus inicios con cierto pudor propio de la religión, el carnaval era un desfile en el que los participantes vestían disfraces y algunos usaban máscaras, en la Ciudad de México había una celebración llamada el ahorcado en el cual llevaban a un hombre a un juicio por infiel y no crean que era infiel a su mujer, sino que era infiel a su patria y  era representada por un hombre vestido de mujer  que terminaba siendo la viuda y al termino del ahorcado se realizaba un baile en el que solo los hombres participaban, no necesariamente eran homosexuales.

Con el paso de los años y el avance de la lucha de la diversidad sexual por derechos y libertades, la comunidad trans ha marcado una parte importante en la cultura de los carnavales, es la diferencia entre los hombres que visten de mujer para ridiculizarla y los travesti, transgénero, transexual que por un año elaboran algo especial para la ocasión intentando sorprender y cautivar al público.

Incluso han conseguido títulos de Reinas de carnavales, como es el caso Vianey Jefry, quien se coronó en el Carnaval de Veracruz 2015, Jefry también reconoce la necesidad de convertirse en activista social de su ciudad, promoviendo el respeto a la comunidad gay y participando en campañas de ayuda a necesitados.

La visibilidad pública de la diversidad sexual se produce con mayor impacto durante el transcurso de las llamadas “fiestas populares presenciales”, fenómeno que recorre toda la historia de la especie humana y de la cual los carnavales son parte fundamental. ¿Por qué? Porque la normatividad y la moderación precisan de pausas de tolerancia y de exceso puntuales, como las pausas laborales de diez minutos por hora, como los recreos en la educación formal, como los fines de semana, las licencias, las vacaciones y los feriados. Y no sólo como modo de producir mejor o de mantener el orden, sino también como “válvulas de escape” (término empleado por Talcott Parsons) que permiten drenar controladamente el disenso y la variedad prohibida o escondida.

Aunque la normalidad cotidiana sea sagrada o legítima, la explosión dionisíaca, como origen o como salpicado momentáneo, es necesaria como válvula de escape y catarsis controlada, como modo de relajar la tirantez peligrosa de una normatividad dura. Más aún, si bien se sacraliza el orden apolíneo, religiosa o civilmente, las transgresiones del orden también tienen cierto grado de legitimidad formal porque, en profundidad, son considerados momentos necesarios de recreación del caos primordial desde el que tomó forma el orden visible. Dionisos debe salpicar entonces el reinado cotidiano de Apolo, de manera que las fiestas rituales, de recreación del caos, sean modos de recrear y revitalizar energéticamente el mundo. Casi podría decirse que la transgresión dionisíaca y festiva, así institucionalizada, se vuelve sagrada y necesaria, porque en una cosmovisión cíclica del mundo, como eterno retorno, la transgresión ritual es promesa y reafirmación de equilibrio entre permanencia y transformación, gesto comunal de intento de conjurar el pasaje del tiempo y el fin mortal de este.

El que sea una fiesta pagana y transgresora no quiere decir que no deba tener límites. Garantizar el respeto a la dignidad de las personas y a sus derechos es algo en lo que quiere incidir la comunidad LGBTTI.

Los mexicanos podemos tener múltiples problemas, lo cierto es que las celebraciones de los carnavales, nos hace olvidar tiempos difíciles.

 

Por Teresa Villalpando