Discurso de Javier Jiménez Espriú en el Hemiciclo a Juárez

Nos reúne la Celebración del Septuagésimo-quinto aniversario de

la Expropiación Petrolera y el homenaje a su ejecutor, el Presidente
Lázaro Cárdenas, que hoy coincide con la Celebración, según el
calendario burocrático, del Natalicio de Don Benito Juárez, y esto, en
un momento delicado de la Patria.

Javier Jiménez Espriú. Foto: Fac. de Ingeniería. 2010.Se habla una vez más, aunque el gobierno lo niegue, de una Reforma
Energética que tiene como objetivo único la privatización de la
industria petrolera nacional, con tesis y argumentos que son, como es
costumbre, insuficientes en el análisis económico, discutibles desde el
punto de vista técnico, inconsistentes en el aspecto legal, ignorantes
de contenido histórico, ayunos de sensibilidad política y carentes de
patriotismo.

La industria petrolera nacionalizada, como ninguna otra, ha hecho
viable el desarrollo de México y posible su factibilidad financiera, y lo
que es esencial, enfatizado su identidad como Nación independiente.

PEMEX, que la representa, es una entidad símbolo que se encuentra
enraizada en el alma de los mexicanos. PEMEX es, desde su
nacimiento, la empresa emblemática de la soberanía nacional.

Se proponen abrir la industria petrolera al sector privado y con
argumentos falaces y verdades a medias, que no son sino mentiras
dolosas: no tenemos el dinero necesario para desarrollar nuestros
recursos, carecemos de la tecnología, etc., concluyen que la única
solución es la apertura. Ya la encausan en el llamado “Pacto por
México” y en ese lamentable documento que es la “Estrategia
Nacional de Energía” que privilegia, en forma absurda e inconsistente
la exportación de crudo y no la seguridad energética de la Nación.

Pemex, hay que repetirlo una y otra vez, es absolutamente
autosuficiente, técnica y económicamente, no sólo para atender su
propio desarrollo, sino para ser palanca del desarrollo nacional y para
satisfacer una buena parte del gasto del Estado.

Se requiere sí, apoyar su autonomía, evitar la exacción de recursos
de que es objeto, administrarlo sin corrupción y sin gente incapaz,
ineficiente e improvisada como ha ocurrido desde hace varios
sexenios y manejarlo, como la industria nacional que es, en forma
nacionalista, velando únicamente por los intereses y la seguridad
energética de nuestra Patria, lo que no ha ocurrido desde hace
muchos años.

No podemos aceptar, como dogmas de fe, ni las menciones oficiales
de nuestras incapacidades, ni las promesas de que con la propuesta
de “modernización”, que así llaman a la apertura a la inversión
privada, PEMEX se fortalece; que no hay privatización alguna; que
los hidrocarburos son y seguirán siendo sólo de los mexicanos;
que mantendremos la rectoría del Estado- seguramente como la
bancaria- y que no hay otra forma de incrementar nuestra capacidad
de ejecución si no es con la apertura. Esos son engaños para asestar
el golpe.

La propuesta de apertura significa, sin duda alguna, compartir la renta
petrolera en beneficio de los poderosos de siempre y en detrimento
los dueños legítimos del recurso que somos todos los mexicanos.
Y esto no es otra cosa que privatizar, intención fundamental de la
Reforma.

“Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino –decía
Juárez refiriéndose a los de fuera que cuentan como siempre con
súbditos de dentro-; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado,
entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza… Malo
–agregaba el Benemérito- sería dejarnos desarmar por una fuerza
superior, pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos privándolos
de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y sufridos que
nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día”.

Con esa mística, nosotros estamos comprometidos a no dejarles esa
herencia nefasta ni a entregarles una Patria hipotecada o enajenada.
Ya otros como estos, entregaron un día la mitad del suelo de nuestra
Patria, nosotros no permitiremos que ahora se entregue la riqueza de
nuestro subsuelo.

“Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que
se han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor” nos
enseñó Juárez, y tenemos que demostrar que hemos aprendido la
lección.

Hace 75 años, ese patriota Presidente que fue Lázaro Cárdenas,
marcó en la historia de México la fecha de la dignidad y la soberanía,
expropiando para la Nación su industria petrolera y reivindicando la
propiedad de los hidrocarburos.

En la conmemoración de los 25 años de la Expropiación, hace
50, otro Presidente patriota, Adolfo López Mateos, señaló con voz
emocionnada y convicción nacionalista: “En el petróleo nacionalizado,
ni un paso atrás”. Estuvieron en esa Conmemoración, los cuatro
Expresidentes de la República que vivían: Adolfo Ruíz Cortines,
Miguel Alemán Valdés, Abelardo L. Rodríguez y desde luego el
General Lázaro Cárdenas. Estaban porque creían y porque podían
estar.

Hoy en cambio, al conmemorarse los 75 años, solo hay ausencias:
los expresidentes neoliberales que viven, no estarán, no pueden
presentarse en un acto público; y el Presidente, que se considera
discípulo y se dice admirador de López Mateos– el que afirma serlo de
todos los mexicanos: católicos, protestantes, libres pensadores, judíos,
agnósticos … en suma, de todos los creyentes y de los no creyentes-
prefiere ir a rendir pleitesía al nuevo Jefe del Estado Vaticano y asistir
a la Misa del Papa, y para ello cambia sorpresivamente la Celebración
de los 75 años de la Expropiación a la víspera, en una ceremonia
sindicalmente encapsulada, al igual que su antecesor en la subrepticia
inauguración de “La Estela de Luz”, no para pronunciarse por “el ni
un paso atrás” y por un México soberano y una industria petrolera
nacional, dispuesto a dar un paso adelante en el camino de la entrega
de nuestra industria petrolera. Habla de que PEMEX no se privatizará,
cuando en sus planes y sus compromisos está, bonita manipulación
de la palabra, el privatizar no Pemex, sino la industria y la renta
petrolera de la Nación.

Que no nos engañen. El “vamos a mover a México”, con el que nos
bombardea la publicidad del Gobierno, indica el “Mover a México”
hacia la derecha y a una mayor dependencia de las oligarquías.
Ese no es el movimiento que deseamos. Ese no es un cambio que
podamos aceptar.

Ese no es el México que queremos, al que aspiramos, es al México
libre y soberano, dueño de sus decisiones y de los recursos que la
Constitución preserva exclusivamente para la Nación.

El México de los mexicanos, no el de los del partido en el poder, que
cambian sus documentos básicos y modernizan su ideología, para
hipotecar a la Nación y sacrificar a las clases más necesitadas según
los dictados del Fondo Monetario Internacional.

El México de los mexicanos, no el de los partidos que, transición
tras transición en el poder, lo único que cambian son los nombres
de los programas demagógicos y ahora, ciertamente, la filosofía de
sus principios políticos, como acaba de hacer el partido en el poder,
sin rubor alguno, unificarlos y hacerlos equivalentes y para hacerlos
congruentes con sus verdaderas convicciones, aunque manteniendo,
con cínico e hipócrita descaro, el adjetivo de Revolucionario. Ese
partido en el que ya nadie es capaz, ya no digamos de levantar la voz,
sino siquiera de levantar la mirada.

El que queremos, es el México de los mexicanos que nos
comprometemos a que el año próximo y los venideros, seguiremos
celebrando la Expropiación Petrolera como hecho vigente, y no como
recuerdo de momentos lúcidos de nuestra historia que no volverán.

El México de los mexicanos que no permitiremos, lo decimos hoy
aquí, cuando concurren en afortunada coincidencia las recordaciones

del Natalicio de Benito Juárez García y de la Expropiación Petrolera
de Lázaro Cárdenas del Río, el de los mexicanos, repito, que no
permitiremos la legalización de la entrega de la industria petrolera
nacional y con ella de la seguridad energética del país y la soberanía
de la Nación, por lo que esos dos grandes Presidentes lucharon.

Les pregunto, compañeros:

¿Nos comprometemos a luchar y a hacer luchar a nuestros
compatriotas, por una industria petrolera exclusivamente nacional?

¿Nos comprometemos a estar aquí el año próximo para Conmemorar
la vigencia de la Expropiación Petrolera?

A velar las armas y aquí nos vemos.

¡Viva la Expropiación Petrolera de 1938! ¡Viva el Presidente Lázaro
Cárdenas del Rio! ¡Viva el México soberano e independiente!

* Palabras del Ingeniero Javier Jiménez Espriú. Marzo 18 de 2013.
Conmemoración del 75º. Aniversario de la Expropiación Petrolera.
Hemiciclo a Juárez.
 
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