Discurso Ricardo Monreal, en Asamblea de la Defensa del Petróleo y la Economía Popular

Estamos en el zócalo, el corazón de México. Esta plaza es el pulso de la historia de México.

BXmhormCQAAPq2rPor esta plaza han pasado las reformas que han transformado al país, como la Revolución de Independencia, la reforma liberal de Benito Juárez, las reformas revolucionarias de 1910 a 1917, y las reformas cardenistas.

Pero también, esta plaza ha sido puntual testigo de las contrarreformas, que son precisamente aquellos cambios que no reforman al país, sino que lo deforman; son cambios hacia atrás, regresivos, que no promueven la independencia del país sino su dependencia económica; que no buscan una sociedad igualitaria, sino un país oligárquico; que no fortalecen la democracia participativa del mayor número de ciudadanos, sino la concentración autoritaria del poder en un solo hombre.

Esas contrarreformas tienen una característica política: dicen que son para el bien del pueblo, pero eliminan la participación del pueblo.

Son contrarreformas impuestas desde arriba, por un grupo de iluminados, que se creen poseedores de la verdad absoluta, y buscan imponerle un modelo económico, social y político, a toda la Nación.

Esta plaza ha sido testigo de por lo menos cuatro grandes contrarreformas en nuestra historia. Las primeras fueron las llamadas reformas borbónicas del siglo XVIII, que buscaron la modernización administrativa de la entonces Nueva España, para extraerle más riquezas e impuestos al México colonial.

Las segundas fueron las reformas científicas de Porfiriato, que ofrecieron orden y progreso, y terminaron generando desorden social y atraso político.

Las terceras fueron las reformas salinistas, que ofrecieron modernidad y prosperidad económica, y terminaron sembrando pobreza, desigualdad y violencia política.

Con las reformas de Peña Nieto y de ese triunvirato político llamado “el Pacto por México”, estamos en la cuarta etapa de las grandes contrarreformas.

Han ofrecido mover a México, y en efecto, lo están moviendo, pero al despeñadero.

Hace un año, por estas fechas, se presentó la reforma laboral que se supone traería miles de empleos a los mexicanos.

Doce meses después tenemos miles de nuevos desempleados en las calles del país. Hace un año en este país, sin la reforma laboral, se generaron 85 mil nuevos empleos en septiembre del 2012. El mes pasado, con la flamante reforma laboral, ¿saben ustedes cuantos nuevos empleos se registraron en el seguro social?

Agárrense: Siete mil 530 nuevos empleos formales. En los 10 meses del nuevo gobierno que ofreció crear un millón de empleos al año, el empleo formal ha caído 35 por  ciento. Estamos en medio de la peor crisis laboral desde 2009, cuando estalló la crisis mundial del empleo.

La llamada reforma de telecomunicaciones quedó reducida a un simple ajuste de cuentas entre las empresas monopólicas que prestan los servicios de telecomunicaciones en el país. Fue un simple reparto del pastel económico. La supuesta mejoría en el servicio y el menor costo a los usuarios es hoy una falacia. A todos ustedes les consta: Para completar una llamada de tres minutos, hay que marcar hasta cinco veces. Y cada corte de llamada, es un nuevo cobro al usuario.

¿Y qué decir de la llamada reforma educativa, que presuntamente mejorará la calidad del servicio educativo? Quedó reducida a una simple modificación del régimen laboral entre el gobierno y los maestros. Así como quedó la reforma, dentro de un año tendrán más prestaciones, garantías y seguridad en su trabajo los maestros de las escuelas privadas que los maestros del sector público, que ya es decir mucho.

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La reforma financiera es otro ejemplo de contrarreforma. Está diseñada con la visión de los agiotistas del siglo XVIII. Se busca abaratar el crédito bancario, pero a costa de criminalizar al deudor. Después de esta reforma, quien solicite un crédito deberá dejar en prenda al menos dos garantías: el bien a hipotecar, y su libertad personal. Esta reforma no baja las comisiones ni las ganancias de los bancos, que es la mejor forma de abaratar el dinero; en cambio, sí encarece las garantías y criminaliza a los deudores.

Pero las dos contrarreformas que se salen de todo cauce histórico, son la fiscal y la energética.

Son contrarreformas siamesas. Una está conectada con el ombligo de la otra. Y la que domina es la energética sobre la fiscal.

El gobierno está decidido a transferir y compartir la riqueza petrolera de la Nación a un grupo de inversionistas particulares. Esto se llama, aquí y en China, privatización.

Pero sucede que Pemex aporta cuatro de cada 10 pesos del gasto público. El año pasado, Pemex le pagó a Hacienda 800 mil millones de pesos en derechos y contribuciones. Es decir, entregó tres veces lo que pagaron en ISR todas las empresas del país en su conjunto.

Como ninguna empresa privada ni ningún empresario petrolero va a tributar lo que paga Pemex a la hacienda pública, lo que está haciendo el gobierno es pasar la factura de la privatización petrolera a todos los contribuyentes. El lema de esta salvajada fiscal es: “Hágase la privatización de Pemex en las mulas de los contribuyentes”.

El gobierno no se atrevió a aumentar el IVA ni a cobrar impuestos a alimentos y medicinas, gracias a la presión y a la denuncia sistemática que desde hace un año hicieron MORENA y Andrés Manuel López Obrador desde esta tribuna y en todo el país.

Pero el gobierno está haciendo algo peor. Por un lado, le está subiendo los impuestos a las clases medias cautivas, a los habitantes de las zonas fronterizas, a las pequeñas y medianas empresas, y hasta a las mascotas.

Por el otro, está buscando endeudar al país hasta por medio billón de pesos, es decir, hasta por 500 mil millones de pesos en dos años, justo hasta el 2015, cuando habrá elecciones federales para renovar la cámara de diputados y casi la mitad de las gubernaturas del país.

Es falso que el gobierno esté impulsando una reforma fiscal de alto contenido social. Lo que está haciendo es impulsar una reforma fiscal de alto contenido electoral. Por un lado, tapar el boquete financiero que dejará la privatización de Pemex; por el otro, comprar las elecciones estatales y federales de aquí al 2015.

Quiero recordarles que así gobernó exactamente Humberto Moreira en Coahuila, endeudando y comprando elecciones, y así lo llevó a la ruina en solo seis años.

Pues bien, si dejamos que el gobierno federal se siga endeudando para satisfacer su voraz apetito electoral y electorero, lo que hizo Moreira en Coahuila será un juego de infantes.

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Para finalizar, quiero deslindar desde esta tribuna a la izquierda ciudadana y social, representada aquí por MORENA, por Andrés Manuel López Obrador, y por los legisladores del PT y Movimiento Ciudadano, de la salvajada fiscal y energética que está por consumar el PRIAN y sus aliados.

Nuestra propuesta de reforma fiscal es clara. Gira en torno a la austeridad del gasto del gobierno y en la eliminación del principal impuesto que se paga en este país, que es el Impuesto a la Corrupción Gubernamental Generalizada, que según diversos cálculos llega a representar dos puntos del Producto Interno Bruto del país, algo así como 300 mil millones de pesos. Más de lo que aportarán los nuevos impuestos.

En nuestra propuesta fiscal, la carga mayor la aporta el gobierno, no las empresas, ni las clases medias, ni los habitantes fronterizos ni las mascotas. Mucho menos, la privatización de Pemex.

Compañeras y compañeros:

Vamos a empezar una campaña nacional para denunciar estas contrarreformas que buscan desmadrar a México, es decir, sacarlo de su cauce de progreso, igualdad y bienestar.

Vamos a exhibir y a denunciar por todos los medios a nuestro alcance a los legisladores que den su voto a esta salvajada que son las contrarreformas fiscal y energética.

A la par, vamos a prepararnos para hacer de las elecciones federales del 2015, un gran referéndum sobre las contrarreformas laboral, financiera, telecomunicaciones, fiscal y energética de este gobierno.

Primero, vamos a informar a la ciudadanía de cuáles son nuestras propuestas en cada uno de estos temas, para que vea que sí hay otra forma de hacer las cosas, que sí hay otros caminos para cambiar verdaderamente al país.

Segundo, vamos a preguntarle a la gente qué prefiere: si las contrarreformas del PRIAN y sus aliados, o las reformas del cambio verdadero.

Por último, vamos a pedirle su voto de confianza para que la izquierda social y ciudadana, tenga más fuerza en el congreso en el 2015 y más presencia en las elecciones locales, para hacer avanzar el cambio de fondo.

Vamos a seguir dando la lucha con nuestras mejores armas: la persistencia, la resistencia y la honestidad.

Vamos a darle un cauce civil y pacífico al torrente de malestar, enojo y frustración que las contrarreformas del actual gobierno están dejando en todos lados, en todos los sectores y a todas horas.

Nunca nadie había concitado tanta oposición en tan poco tiempo.

Vamos a darle un nuevo espacio a la esperanza, una nueva oportunidad a la conciliación y un nuevo derrotero al cambio verdadero.

Lo vamos a hacer con la fuerza de nuestras convicciones, con el apoyo del pueblo organizado –como ustedes lo han hecho ahora–, y con el liderazgo social y moral de nuestro compañero y dirigente, Andrés Manuel López Obrador.

¡No a las contrarreformas del despeñadero!

¡Sí a las reformas del cambio verdadero!

¡Que viva México!