El desempleo de la juventud

EL DESEMPLEO DE LA JUVENTUD.

 

GINEBRA (Noticias de la OIT) – El número de jóvenes entre 15 y 24 años que están desempleados aumentó durante la última década, mientras que otros cientos de millones tienen trabajo pero aún así viven en condiciones de pobreza, dice un nuevo informe de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) (Nota 1). 30 de octubre 2006
 Entre 1995 y 2005 el número de jóvenes desempleados aumentó de 74 a 85 millones, un incremento de 14,8 por ciento. El informe agrega que alrededor de 25 por ciento de la población juvenil, es decir unas 300 millones de personas, viven por debajo de la línea de pobreza de 2 dólares diarios.

La OIT estima que serán necesarios 400 millones de empleos decentes y productivos, es decir más y mejores trabajos, para aprovechar al máximo el potencial de la juventud actual (Nota 2). Según el informe, la posibilidad de que un joven esté desempleado triplica a la de un adulto, y destaca que las desventajas relativas a las cuales se ven enfrentadas son mayores en el mundo en desarrollo donde representan una porción más grande de la fuerza laboral que en los países industrializados.

"La incapacidad de las economías para crear empleos decentes y productivos a pesar del incremento en el crecimiento económico está golpeando con fuerza a los jóvenes del mundo", dijo el Director General de la OIT, Juan Somavia. "Además de generar un déficit de oportunidades de trabajo decente y altos niveles de incertidumbre económica, esta preocupante tendencia amenaza con dañar las perspectivas económicas de uno de nuestros principales recursos, nuestras mujeres y hombres jóvenes".

El informe destaca que en el mundo del trabajo actual la juventud enfrenta importantes vulnerabilidades y alerta que la falta de trabajo decente, cuando ocurre a una edad temprana, puede comprometer en forma permanente las posibilidades de empleo futuras. Destaca que es urgente responder al llamado de la ONU para desarrollar estrategias que les den a los jóvenes la oportunidad de maximizar su potencial productivo a través de empleos dignos.

El informe también dice que:

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      Uno de cada tres integrantes de la población juvenil mundial de 1,1 mil millones de personas entre 15 y 24 años está buscando trabajo sin éxito, ha abandonado esa búsqueda por completo o está empleado pero vive con menos de 2 dólares diarios.
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      La población juvenil creció 13,2 por ciento entre 1995 y 2005. En cambio, la disponibilidad de empleos para este segmento de población aumentó sólo 3,8 por ciento hasta alcanzar los 548 millones.
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      Los jóvenes desempleados representan 44 por ciento del total de desempleados en el mundo, a pesar que su participación en la población en edad de trabajar es de sólo 25 por ciento.
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      La tasa de desempleo juvenil fue mucho más alta que la del desempleo adulto de 4,6 por ciento en 2005, tras experimentar un aumento de 12,5 por ciento en 1995 (Nota 3) a 13,5 por ciento el año pasado.

"La juventud ociosa es costosa", dice el informe, y hace notar que la imposibilidad de encontrar un empleo genera una sensación de vulnerabilidad, inutilidad y de estar de más. Hay costos para la juventud, pero también para las economías y las sociedades, en términos de disminución de ahorros, pérdida de demanda agregada, disminución de inversiones, y costos sociales como los que se requieren para servicios de prevención del crimen o del uso de drogas.

"Todo esto afecta la capacidad de desarrollo de las economías", dijo Somavia. "En este momento estamos desperdiciando en potencial económico de una gran parte de la población, en especial en países en desarrollo que son los que menos se lo pueden permitir. Por eso los países deben concentrarse en los jóvenes".

La crisis del empleo golpea a los jóvenes en todo el mundo

La tasa de desempleo juvenil más elevada fue registrada en la región de Medio Oriente y África del norte, con 25,7 por ciento. Europa central y del este (no UE) y la CEI tienen la segunda más alta con 19,9 por ciento. La tasa de África al sur del Sahara fue de 18,1 por ciento, seguida de América Latina y el Caribe con 16,6 por ciento, Asia sudoriental y el Pacífico con 15,8 por ciento, las economías industrializadas y la Unión Europea con 13,1 por ciento, Asia meridional con 10 por ciento y Asia oriental con 7,8 por ciento.

La región de las economías industrializadas y la UE fue la única que experimento un descenso considerable del desempleo juvenil en los últimos 10 años. Este cambio fue atribuido a la menor participación de los jóvenes en la fuerza de trabajo, más que a estrategias de empleo exitosas.

Los desafíos son aún mayores en el caso de las mujeres jóvenes, ya que es mucho menos frecuente que estén trabajando o buscando empleo. La brecha de participación en la fuerza de trabajo que existe entre hombres y mujeres jóvenes es mayor en el mundo en desarrollo. Por ejemplo, hay 35 puntos porcentuales de diferencia en Asia meridional, 29 en Medio Oriente y África del norte, 19 en América Latina y 16 tanto en Asia sudoriental y el Pacífico como en África al sur del Sahara. Esta brecha es producida por tradiciones culturales, falta de oportunidades para que mujeres jóvenes puedan combinar el trabajo con las tareas de hogar, y la tendencia de los mercados laborales a deshacerse de las mujeres más rápido que de los hombres cuando disminuyen los puestos de trabajo.

Al mismo tiempo, la disponibilidad de un empleo ya no representa una garantía de sustentabilidad económica para los jóvenes. La pobreza es persistente entre alrededor de 56 por ciento de los jóvenes trabajadores, quienes además se ven enfrentados a la posibilidad de tener largas jornadas, contratos temporales o informales, salarios bajos, protección social escasa o inexistente, mínima capacitación, y de no tener voz en el trabajo. Está claro que hay una diferencia entre tener un trabajo y tener un trabajo decente.

El informe también registra un "preocupante" aumento en el número de jóvenes que ni trabajan ni estudian. Usando la limitada información que existe sobre este tema en los países, estima que 34 por ciento de los jóvenes en Europa central y del este ni trabajan ni estudian. La tasa detectada fue de 27 por ciento para África al sur del Sahara, 21 por ciento en América central y del sur, y 13 por ciento en las economías industrializadas y la Unión Europea.

Además de identificar los principales retos relacionados con el empleo de los jóvenes, el informe intenta aclarar algunos malentendidos frecuentes relacionados con este tema, y hace notar que:

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      El acceso a la educación continúa siendo un problema para muchos jóvenes y el analfabetismo aún es un desafío importante en muchos países en desarrollo.

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      El haber alcanzado mayor grado educacional no garantiza el camino hacia el trabajo para los jóvenes, en especial cuando se habla de trabajo decente.
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      Cuando el crecimiento económico es escaso o cuando no repercute en la creación de empleo, la seguridad laboral suele ser más importante para los jóvenes que la satisfacción laboral.
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      Las tasas de desempleo juvenil sólo dejan expuesta la punta del iceberg de los problemas que los jóvenes enfrentan en el mercado laboral y no ofrecen una imagen completa de los desafíos pendientes. Hay dos grupos que son más grandes que los desempleados: los jóvenes desalentados y los jóvenes que trabajan pero son pobres.
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      Los jóvenes no forman un grupo homogéneo. Por lo tanto se justifican las intervenciones que apuntan a superar las desventajas que experimentan grupos específicos en su entrada y permanencia en el mercado laboral.
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      El sector agrícola y las áreas rurales aún generan más de 40 por ciento del empleo en el mundo y son la principal fuente de trabajo en diversas regiones. A pesar de la creciente migración hacia las ciudades, la generación de empleos en las áreas rurales continúa siendo relevante para las estrategias de empleo juvenil y para las de reducción de la pobreza. De hecho, la mejora de los salarios y la reducción de la pobreza en sectores rurales contribuirá a contener la marea migratoria de jóvenes hacia grandes ciudades que ya están congestionadas.

El informe destaca que cuando la primera experiencia de una persona joven en el mercado laboral es un largo desempleo lo más probable es que continúe afectado por rachas de falta de trabajo alternadas con empleos mal pagados. Se plantea la necesidad de desarrollar políticas y programas nacionales integrales, respaldadas por la ayuda internacional, que apunten en forma directa a ayudar a los jóvenes más vulnerables y a reincorporarlos a una sociedad civil que puede beneficiarse de su participación.

"Es un principio innegable, y uno que está reconocido por la ONU y otras organizaciones internacionales y gobiernos, el hecho que solamente a través de las oportunidades de trabajo decente los jóvenes podrán salir por si mismos de la pobreza", dijo Somavia. "Las estrategias de empleo juvenil son una contribución clave para alcanzar los Objetivos del Desarrollo del Milerio".

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