El PRD se diluye entre la opacidad

Encuestadiciembre

 

Por Diego Alanis Aguilar.

Hoy el PRD tiene dos opciones: diluirse entre la opacidad. Yendo a cada elección con su ahora coalición más cercana, el PAN. O replantear la posibilidad en el 2018 de ir con el líder de la izquierda, López Obrador. 

Regeneración, 06 diciembre 2016.- El frente democrático que devino en partido político después de una de las elecciones con más polémica, se formó como la oposición real hacia el régimen. Este partido por más de 20 años fue semillero de cuadros de izquierda que se enfrentaban contra la opulencia, la corrupción, la deshonestidad y la desigualdad social. Incluso, convirtiéndose en un partido político competitivo que estuvo a punto de ganar la elección presidencial de 2006.

Pero hay que tener clara su configuración interna para comprender su posición el día de hoy. Reitero, su origen inmediato se debe a la Corriente Democrática (corriente interna del PRI) y al Frente Democrático Nacional. Este último fue conformado por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, el Partido Social Demócrata, y el Partido Popular Socialista. Aunque ninguno de los partidos anteriormente mencionados quiso fusionarse, es decir, después de la elección decidieron no integrarse como un solo partido político, hoy ninguno de ellos tiene registro.

Ahora bien, el último partido que se aglutinó en el Frente Democrático fue el Partido Mexicano Socialista. Su líder Heberto Castillo terminó cediendo la plataforma para el registro del PRD. De la misma forma se adhirieron actores que nunca habían estado dentro de la arena política partidaria como la Coalición Obrera, la Central Campesina Cardenista, la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México, y un sinfín de organizacion sociales pequeñas. Por lo tanto, la Revolución Democrática se conformó con diversas formas de pensar y de actuar.

Las corrientes internas se hicieron presentes dentro de este partido, -como en cualquier otro partido- solo que aquí sus estatutos las reconocieron. No obstante, si pensamos al partido político como un subsistema, las corrientes de pensamiento fortalecen la democracia interna de estos institutos. Negarlas y erradicarlas sería inhibir la discusión y la diferencia de proyectos para pasar a un partido de corte autoritario. Sin embargo, las corrientes internas de este partido no eran completamente de pensamiento sino de intereses. Lo que llevo a la fractura ideológica del partido.

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A partir de 2008 se explayaron las diferencias internas que había entre corrientes. Tanto Izquierda Unida (IU) como Nueva Izquierda (NI) compitieron por la dirigencia nacional a través de los candidatos: Alejandro Encinas y Jesús Ortega. Hubo irregularidades en los procesos, tanto así que el fenómeno se llevó hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Otorgando su fallo contra Encinas y a favor de Ortega, desde aquí empezaría la hegemonía de la corriente Nueva Izquierda o también llamados los chuchos.

El proyecto de modernizar a la izquierda de los chuchos consistiría en mantener relaciones con el ejecutivo federal y con otros partidos de “oposición”, aunque en principios estatutarios fueran contrarios. Este acto se concretó con las alianzas del PAN-PRD en diferentes lugares como Oaxaca o Puebla en el año 2010. Razón por la cual el líder moral del partido,  Andrés Manuel López Obrador, se exilió y se cobijó bajo Movimiento Cuidando y el Partido del Trabajo. Desde aquí se podía observar la ruta que llevaría la Revolución Democrática.

En 2012 después de la encuesta, López Obrador resultaría nuevamente candidato por las izquierdas. Esto lo hizo por necesidad y no por palpar un encuentro con ellos, ya que la puerta para nuevos partidos políticos se abre cada 6 años, y para ese entonces Morena era solo una asociación civil. Sería hasta 2014 que cumpliría con todos los requisitos que pide el INE para convertirse en partido político.

Después de una campaña sucia y negativa contra la revolución democrática en las elecciones de 2012, se firma el Pacto por México el 2 de diciembre de 2012 entre las principales fuerzas políticas del país. Incluida la izquierda moderna. Acordaron once reformas, entre concecionadoras y algunas otras contra su mismo capital social. Aquí fue la petrificación de un partido de izquierda para finalmente homogeneizarlo con la clase política.

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Hay algunos que han afirmado que López Obrador es quien ha divido la izquierda por crear una nueva opción política, lo que es totalmente falso, porque no solo construye una nueva plataforma para los ciudadanos en un sistema con poca credibilidad hacia los partidos sino que reconfigura el sistema de partidos y con ello contribuye a fortalecer el régimen democrático. Además haber firmado y votado contra los ciudadanos no fue un mandato de Obrador sino de la misma corriente hegemónica del PRD.

Las encuestas en sí, no son la realidad pero nos dan la oportunidad de tener un acercamiento a la observación de la correlación de fuerzas políticas. La última encuesta del Periódico Reforma sobre los partidos políticos hacia la elección presidencial de 2018 le da solo 5% al PRD, igualándolo a un partido incipiente como Movimiento Ciudadano. Y en contraste con un 20% de Morena. Pero no sólo eso sino que si revisamos los datos concretos de las elecciones de 2015 y 2016 nos daremos cuenta de que el PRD ha perdido espacio dentro de la arena política.

Hoy el PRD tiene dos opciones: diluirse entre la opacidad. Yendo a cada elección con su ahora coalición más cercana, el PAN. O replantear la posibilidad en el 2018 de ir con el líder de la izquierda, López Obrador. Quizá la primera opción le convenga más a Morena para terminar de capitalizar la mayor cantidad de votos del público de la izquierda. La segunda opción no es simplemente aritmética sobre sumar los números, sino que que puede ser contraproducente y debilitar al partido de Obrador. Es decir, que en elecciones 2+2 no da necesariamente cuatro.