La industria necesita explicar el uso de nanopartículas en los alimentos

La nanotecnología y las nanopartículas han existido desde hace mucho tiempo. De hecho, los consumidores las consumieron durante años sin ser conscientes de que están allí en lo que comen.

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7 de septiembre de 2014.-Algunas variedades de chicle como Dentyne y Jell-o, M & M’s, Betty Crocker Whipped Cream Frosting, Kool-Aid, Pop-Tarts, entre otros,  las contienen. Incluso los envases para los alimentos, tales como recipientes de plástico y botellas de cerveza contienen nanopartículas. Aunque los consumidores y los grupos de interés están registrando sus preocupaciones acerca de los organismos genéticamente modificados (OGM), el creciente papel de la nanotecnología en la alimentación y la agricultura es impresionante. Es por ello que al tomarse en cuenta  las implicaciones socio-económicas y éticas de la nanotecnología, las comparaciones con el debate actual sobre transgénicos, resulta inevitable.

En esencia, la nanotecnología se centra en la ingeniería y la manipulación de partículas a una escala increíblemente pequeña. Las nanopartículas se miden en trillonésimas de un metro. Algunas de ellas existen en nuestro medio ambiente pero al igual que ocurre en el debate sobre los OMG, las nanopartículas artificiales en los laboratorios se están convirtiendo en una fuente de preocupación para los defensores del medio ambiente y la salud. En Canadá por ejemplo, no es obligatorio revelar la presencia de nanopartículas en los alimentos, y por tanto la evaluación adecuada de los riesgos de seguridad alimentaria relacionada con los restos de la nanotecnología, en el mejor de los casos es algo que aún está por hacerse.

Las nanopartículas en realidad sirven muy bien a la industria alimentaria, y permiten que los consumidores tengan acceso a productos alimenticios más económicos y más frescos. Estas proporcionan nutrientes, mantienen los alimentos frescos por más tiempo, y a menudo son utilizadas para espesar y colorear los alimentos procesados. Para proteger a los consumidores, los dispositivos a nano escala pueden incluso detectar patógenos alimentarios en diferentes  etapas, durante los ciclos de producción de alimentos, y a lo largo de la cadena de valores. En cuanto a la seguridad alimentaria mundial muchos creen que las nanopartículas también han ayudado a los sistemas agrícolas de países emergentes, mediante la mejora de la productividad local de alimentos en comunidades rurales. Sin embargo, otros tienen sus dudas al respecto.

Los beneficios derivados del uso de nanopartículas en los alimentos alcanzan a ambos lados de la cadena alimentaria, lo cual se diferencia del uso de los OGM, donde los productores y procesadores primarios son realmente los principales beneficiados. Productores, procesadores, distribuidores y minoristas, obtienen dividendos de la nanotecnología. Como las nano partículas pueden usarse de diferentes maneras tienen varias aplicaciones, y es por ello que actualmente miles de productos alimenticios con nanopartículas están siendo desarrollados, y muchos ya están listos para su aprobación reglamentaria. En este sentido, el número de productos alimenticios que las contienen irá en aumento.

La mayoría de los consumidores no son conscientes de cómo la nanotecnología cambió la forma de hacer y distribuir productos alimenticios a lo largo de las últimas décadas. Hemos visto actitudes similares en la industria alimentaria anteriormente. Durante décadas las grasastrans fueron incorporadas en muchos productos alimenticios para lograr mejorar su apariencia y sabor. Pero cuando la ciencia salió a realizar su trabajo, y se dio cuenta  que el consumo de grasas trans puede ocasionar problemas cardíacos, entonces la industria alimentaria y la política se reajustaron. Aunque la ciencia nos dice que los OMG son seguros, el elemento sorpresa y  lo que es desconocido perturba a los consumidores.

Aún si nos atrevemos a creer que hemos aprendido de lo ocurrido con relación a las grasas trans, y con los desastres de los OMG, que se han prolongado por décadas, no obstante, la industria alimentaria debe tener la cortesía de explicarles a los consumidores la intención que tienen, o sobre lo que ya está presente en nuestros alimentos. Al igual que como ocurrió con los transgénicos, se da a entender que los consumidores están consintiendo las virtudes de las nanopartículas en base a que ya los compran y consumen, pero este es otro camino de choque entre la industria y los consumidores. No son muchos los expertos de la industria alimentaria que están dispuestos a participar en un debate abierto sobre el uso de la nanotecnología que para el futuro no presagia nada bueno.

El panorama general es el siguiente: Durante años el capitalismo demostró su capacidad para crear riqueza, y mientras, depende de la buena voluntad de los consumidores para confiar intrínsecamente respecto a lo que se les ofrece. Con las grasas trans, los OMG, y ahora con las nanopartículas, nuestra industria de alimentos está literalmente jugando con fuego. La mayoría de los consumidores no poseen los conocimientos necesarios para comprender plenamente la esencia de lo que es la nanotecnología o lo que puede hacer, sin embargo en una época en la que el acceso a datos en tiempo real es la constante, la industria por lo menos debería educar al público.

Si nos educarán más, quizás en el futuro ello puede hacer que algunos de nosotros lleguemos a ser más “nano-amigables”. Finalmente, los tecnólogos de alimentos deben recordar que sus prejuicios optimistas a menudo impiden que se puedan apreciar los aspectos sociales implicados en la cuestión de los alimentos.


Dr. Sylvain Charlebois es decano asociado de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Guelph en Ontario.

Este artículo se publicó originalmente en La Gran Época troymedia.com.