Las armas son nuestra responsabilidad

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“No haré campaña ni votaré ni respaldaré a ningún candidato, aunque pertenezca a mi propio partido, si no promueve una reforma sensata sobre el uso de armas”, Barack Obama.

Por Barack Obama para el NYT

La epidemia por violencia armada en nuestro país es una crisis. Las muertes y lesiones por armas constituyen uno de los mayores amenazas para la salud pública y para la seguridad de los estadounidenses. Cada año, más de 30 mil estadounidenses cortan su vida por armas: suicidios, violencia doméstica, tiroteos entre pandillas, accidentes. Cientos, miles de estadounidenses pierden hermanos, hermanas o entierran a sus propios hijos. Somos la única nación de avanzada en la tierra que ve este tipo de violencia masiva con esta frecuencia.
Una crisis nacional como esta demanda una respuesta ancional. Reducir la violencia por armas será difícil, es claro que reformar sentido común sobre las armas no pasará durante este periodo del congreso, no pasará durante mi presidencia. De todas maneras son pasos que podemos hacer ahora para salvar vidas. Y todos nosotros (en todos los niveles de gobierno, en el sector privado y como ciudadanos) tenemos que hacer nuestra parte.

El martes anuncié los nuevos pasos que tomaré dentro de mis atribuciones legales para proteger a los estadounidenses y mantener las armas lejos de criminales y personas peligrosas. Esto incluye asegurarnos de que todos los involucrados en el negocio de vender armas verifiquen los antecedentes del comprador, aumentar el acceso a tratamientos de salud mental e invertir en la tecnología que aumente los controles de seguridad de las armas. Estas acciones no evitarán todos los actos violentos ni salvarán todas las vidas –pero si conseguimos salvar una sola vida, habrá merecido la pena-.

Y aunque haga todo lo que pueda como presidente, también haré todo lo que esté en mis manos como ciudadano. No haré campaña ni votaré ni respaldaré a ningún candidato, aunque pertenezca a mi propio partido, si no promueve una reforma sensata sobre el uso de armas.

Y si el 90 por ciento de estadounidenses que respaldan una reforma de este tipo están de acuerdo conmigo, tendremos el liderazgo que nos merecemos.

Todos nosotros tenemos un papel que desempeñar –incluidos los propietarios de armas. Necesitamos que la gran mayoría de los propietarios de armas responsables, que se lamentan cada vez que hay un nuevo tiroteo, que respaldan los pasos más básicos para su uso seguro y que sienten que sus posturas no están siendo respetadas, se pongan de pie junto a nosotros y demanden a nuestros líderes que respondan a las voces de los que se supone representan.

La industria de armas también necesita asumir su responsabilidad. Y eso comienza por los fabricantes.

Como estadounidenses exigimos que todos los productos que consumimos cumplan con altos estándares de calidad para que nuestras familias y comunidades estén a salvo. Nuestros vehículos deben cumplir con requisitos específicos sobre seguridad y emisiones. Nuestra comida debe ser limpia y sana. No terminaremos con esta ola de violencia hasta que no reclamemos a la industria de armas que adopten medidas para hacer que sus productos sean igual de seguros. Si un niño no puede abrir un frasco de aspirinas, debemos asegurarnos de que tampoco pueda disparar una pistola.

Incluso ahora, la industria de las armas no ha rendido cuentas. Gracias a los esfuerzos que el lobby de los productores de armas ha hecho durante décadas, el Congreso ha bloqueado todos los esfuerzos de nuestros expertos en seguridad del consumidor para que los fabricantes de armas cumplan los más básicos estándares de seguridad. Han hecho más difícil que las instituciones de salud pública investiguen sobre la violencia causada por las armas. Se han asegurado de que la industria goce de una inmunidad casi total ante cualquier demanda, lo que significa que pueden vender productos letales sin responder a las consecuencias, que hasta ahora han sido escasas. Como padres, no aguantaríamos esto si estuviésemos hablando de la seguridad de los asientos para niños en los vehículos. Entonces, ¿por qué debemos tolerarlo si las armas matan a tantos niños cada año?

Cuando los fabricantes registran ganancias cada vez más grandes, deberían invertir en investigación para hacer más seguras las armas, como el desarrollo de un mecanismo de microimpresión en las municiones, que podría rastrear el origen de las balas halladas desde las escenas del crimen hasta el arma que las disparó. Y como todas las industrias, los fabricantes de armas le deben a sus clientes la seguridad de que venderán armas solo a personas responsables.

Al final, esto nos incumbe a todos. No se nos pide que emulemos el heroísmo de Zaevion Dobson, un joven de Tennessee de 15 años, que murió la víspera de Navidad al proteger a sus amigos de un tiroteo. No se nos pide que exhibamos la dignidad de las numerosas familias de víctimas que se han dedicado a acabar con esta violencia sin sentido. Pero debemos hallar la valentía y la voluntad para movilizarnos, organizarnos y hacer lo que un país fuerte y sensible debe hacer en respuesta a una crisis de este tamaño.

Todos nosotros debemos exigir líderes que sean lo suficientemente valientes para encarar las mentiras del lobby de la industria de armas. Todos debemos hacer un frente común para proteger a nuestros conciudadanos. Y todos debemos reclamar a nuestros gobernadores, alcaldes y representantes en el Congreso que cumplan con su deber.

El cambio será difícil. No ocurrirá de la noche a la mañana. El voto a la mujer no se concedió de la noche a la mañana. La liberación de los afroamericanos no ocurrió de la noche a la mañana. El avance en los derechos de los estadounidenses que son gays, lesbianas, bisexuales y transgénero llevó décadas.

Estos momentos resaltan lo mejor de la democracia y la sociedad de Estados Unidos. Enfrentar a la crisis causada por la violencia de las armas de fuego requerirá mantener el mismo tesón por muchos años y en todos los niveles. Si podemos hacer frente a este momento con la misma audacia, lograremos el cambio que buscamos. Y dejaremos un país más fuerte y más seguro a nuestros hijos.