Las guerreras de las montañas de la Sierra Norte de Puebla

 Tetela

En el municipio de Tetela de Ocampo, Puebla, las mujeres encabezaron una Caravana por la Vida par a rechazar el proyecto minero del Grupo Carso de Carlos Slim que pretende destruir las montañas de la región para obtener oro

Por Mayte G. Bonilla 

Regeneración, 29 de octubre de 2015. En la Sierra Norte de Puebla, la voz de las mujeres desciende como la niebla, sigilosa entre las montañas. A veces hablan de día de comunidad en comunidad; otras, murmuran por las tardes a la salida de la iglesia cuando ni sus hijos ni su marido están. De manera abierta o discreta, son ellas quienes se han convertido en el motor principal de la resistencia contra los llamados megaproyectos de muerte, en esta región donde existen más de 100 concesiones mineras, según datos revelados por Poder.

Ante la amenaza ecológica y social que representan los proyectos extractivistas para los pueblos de la serranía, comenzó a gestarse un movimiento en defensa de la tierra y el medio ambiente, donde el género femenino ha jugado un papel imprescindible.

Caminata por la vida

Hasta adelante, una fila de mujeres con vestidos blancos y coloridos bordados, escucha la misa que se lleva acabo en el centro de Tetela de Ocampo este 24 de octubre. En este pueblo, que por mucho tiempo ha intentado ser ciudad, hace cuatro años se emprendió una lucha contra la minería a cielo abierto. Esta industria amenaza con romper el “equilibrio” ecológico y cambiar la vida de las comunidades rurales en el norte de la sierra poblana; repartida como pastel por los expresidentes Fox y Calderón a empresas nacionales y extranjeras.

Para entonces la empresa Frisco, perteneciente a grupo Carso de Carlos Slim, ya trabajaba en el cerro Espejeras, ubicado en el antiguo barrio de la Cañada. Sin haber presentado un estudio de impacto ambiental, sin informar ni consultar a la población, la minera perforaba el cerro ubicado en la Cañada, como parte de sus trabajos de exploración.

En medio de la emergencia, se conformó “Tetela hacia el futuro”. La organización civil comenzó a difundir información sobre la minería a cielo abierto los daños ecológicos y sociales que traen consigo. En foros organizados por la asociación, gente de Chiapas, Guerrero y otros estados donde las compañías mineras habían causado graves estragos, contó sus experiencias.

Periodistas, intelectuales y ambientalistas revelaron datos hasta entonces desconocidos, y se hizo hincapié en el derecho internacional que tienen las comunidades indígenas a ser consultadas, según el artículo 89 de la OIT.

Al trabajo de “Tetela hacia el Futuro”, se fue sumando un grupo de mujeres que ha demostrado su fuerza de acción, desde que comenzó la campaña informativa con la que lograron llegar a comunidades muy alejadas.

Por su efectividad y determinación, algún bromista bautizó al equipo, integrado en su mayoría por mujeres de la tercera edad, como el “Escuadrón de la muerte”, aunque en realidad sus acciones estaban enfocadas a defender la vida. Sus esfuerzos fueron reconocidos por el DIF instancia que les entregó un reconocimiento.

Después de la presión social lograda y el reclamo a las autoridades ambientales, la SEMARNAT condicionó a la empresa a realizar una consulta para que pudiera continuar con sus trabajos de exploración.

Finalmente, el 3 octubre pasado se cumplió el plazo legal y Frisco no puede seguir trabajando en el antiguo barrio de la Cañada, donde en otra época se extrajo oro con pico y pala. El tema de la minería no es ajeno a esta población, pero no todos están conscientes de la agresividad de la minería a cielo abierto que no sólo utiliza grandes cantidades de agua, también de dinamita y cianuro.

Este 24 de octubre se conmemora un año más de lucha, con una misa y una caminata por la vida, organizada por las féminas, que siempre son apoyadas por sus compañeros más solidarios. Su labor sigue siendo fundamental para la organización, que logró frenar el proyecto minero de la compañía de uno de los hombres más acaudalados del planeta. Pero aún hay mucho por hacer.

Un atisbo de esperanza

Después de la misa, las mujeres con vestidos tradicionales, se colocan al frente de la marcha que partirá a la Cañada. Una de ellas porta un estandarte con la virgen de Guadalupe y las demás “van abriendo camino” con el humo que despiden sus sahumerios. Las siguen unos niños que cargan dos mantas con dibujos infantiles; una muestra los tesoros naturales de Tetela y la otra un paisaje desolador que no quisieran ver jamás.

Durante el camino al manantial, que alimenta de agua potable cientos de comunidades, la gente va gritando consignas.

“Lucha , lucha , lucha, no dejes de luchar por un Tetela limpio, sano y natural”

Algunas personas salen de sus casas y toman fotografías con celular, otras apoyan con sus gritos a lo lejos, pero son muy pocos los que se integran al contingente que al final va seguido por una fila de automóviles.

Alguien se desanima “es poca gente”, dice. Y es que lo que se maneja en los medios como un triunfo es apenas un atisbo de esperanza, un aliciente para las mujeres que continúan una tarea que no ha sido nada fácil: sensibilizar y concientizar a la población sobre el cuidado y defensa del medio ambiente. Por fortuna han encontrado apoyo en otras organizaciones y recientemente en la autoridad eclesiástica. El sacerdote es oriundo del municipio vecino de Ixtacamatitlán, donde por cierto, trabaja la minera Almaden Minerals.

Dicha minera canadiense posee el 72% de la superficie del territorio concesionado en la sierra norte. Aunque esta compañía se dedica a la exploración, su avance en el territorio de al lado alerta a los habitantes de Tetela, con quienes comparten el cerro del Quimixochio y sus venas de agua.

Los tetelenses saben que deben estar pendientes ante cualquier noticia. La explotación minera, que nunca está exenta de un derrame o accidente, traería consigo graves consecuencias para ambos municipios.

Sin embargo, hay ahora dos problemas mas tangibles que atender, el aumento de la tala ilegal de árboles y la plaga que ataca a cientos de pinos; problemas que no parecen preocupar mucho a los habitantes de este lugar que muchas veces ven bajar camiones cargados con decenas de enormes troncos: “Es que tienen permiso federal”, dicen sin denunciar los hechos de manera formal ni confirmar la información .

Mujeres guerreras

“Vivan nuestros bosques, viva nuestra gua, viva nuestro maíz, viva Tetela” grita en el camino uno de los asistentes, quien también acudió a limpiar el área del manantial en la faena de un día antes. Casi siempre son los mismos los que participan en este tipo de eventos. Esto no es de extrañar en un municipio con un alto grado de marginación, donde las necesidades básicas se anteponen ante cualquier otra causa, tampoco resulta ajena la indiferencia con las que se recibe al contingente en la Cañada. En Tetela hace mucho que se perdió el sentido de comunalidad y sus localidades parecen estar divididas aunque todos se conozcan y se saluden. Sin embargo, gente que vive en el barrio antiguo, también acompaña la marcha. Una de ellas, ha intentado despertarlos con un discurso en el zócalo antes de partir ¡“Despierta Tetela”! ¡No sean fríos, dejemos la frialdad!

Es que ellas parecen incansables. Alentadas por el sonido del caracol que toca su guía, siguen su camino por el puente que cruza un río de agua cristalina. Seguidas por la multitud se internan en la boscosa vegetación hasta llegar al manantial.

En esta especie de santuario, rodeado por pinos y árboles papalotes, donde se ubica un altar, comienza el ritual prehispánico a los 4 rumbos.

Con los brazos levantados hacia el oriente, después del sonido del tambor, se saluda al lugar de Quetzalcoatl, pidiendo sabiduría para amar y respetar la naturaleza; al sur, lugar de Huitzilopochtli , se pide la fuerza para seguir luchando por los derechos; y al norte se le pide a Tezcatlipoca que abra nuestra conciencia para que analicemos nuestros actos.

Después de algunas oraciones, la gente se forma. Todos quieren que las saumadoras los limpien con el humo. Pareciera un honor.

Es que este grupo femenino que participa en el ritual representa a todas las mujeres guerreras de Tetela que, de manera abierta o discreta, camufladas entre las personas o al frente del contingente, en el salón d clases o en el mercado, en una u otra trinchera, se mantienen en pie de lucha por un derecho fundamental, el derecho a la vida, una vida sana y digna.