Madre se suicidó junto con sus dos hijos, iba a perder su casa

En un poblado de Tlajomulco, Jalisco, una terrible historia se escribió cuando una madre desesperada por no poder pagar la casa en la que vivía y las llamadas acosadoras de sus acreedores la orillaron al suicidio.

 

suicidio

Regeneración, 28 de septiembre de 2016.- La mañana del 30 de agosto de 2016, un pesado olor a muerte envolvió el Fraccionamiento Los Agaves del municipio de Tlajomulco, Jalisco; el aroma se había ido colando poco a poco desde días desde la casa de Sol, una mujer de 35 años y sus hijos Alberto de 14 y Óscar de 7.

Al atardecer de ese día, los vecinos del lugar llamaron a la policía para confirmar un terrible presentimiento: Sol y sus hijos murieron, reportó Vice.

“Desde que entraron al fraccionamiento, el policía S. y su pareja, a bordo de la patrulla TZ268-5 de la policía municipal, intuyeron lo que iban a encontrar. En cuanto cruzaron la reja principal de Los Agaves, a 150 metros de casa de Sol, en la calle Capela, percibieron que olía a muerte, pero tampoco quisieron decirlo en voz alta. Se estacionaron frente a la puerta, tocaron sin encontrar respuesta y se miraron, como si quisieran decirse ‘va a ser una noche larga’. Llamaron a la Dirección General de Protección Civil de Tlajomulco y se sumaron dos funcionarios. Los cuatro, frente a la puerta y de espaldas a los vecinos que miraban angustiados, forzaron la entrada e ingresaron”, se lee en el artículo.

Lo que encontraron detrás de la puerta, no fue sorpresa: en la recámara, acostados en las camas, los dos menores con cuerpos hinchados; a los pies de ellos, tirada en el piso, se encontraba la mujer.

Los peritos notaron entonces, que la casa fue cerrada de manera hermética, las llaves de gas estaban deliberadamente abiertas; también se encontraron once hojas escritas a mano.

La carta era un testimonio, una diátriba de depresión, enojo y frustración; una súplica de perdón y la explicación de su suicidio y el asesinato de sus hijos.

“La vida es insoportable cuando la pobreza es tan fuerte que asfixia”, dice el artículo.

La mujer de 35 años, ganaba 800 o 900 pesos a la semana, como empleada de la maquiladora o en su nuevo trabajo como vendedora de pan; ella sostenía a sus dos hijos porque vivía lejos de su familia.

Semanas o meses antes se había convertido en el único sostén económico de la casa cuando su pareja la abandonó con una deuda de 300 o 600 pesos semanales como parte del crédito que le dio el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores.

Hacia semanas que cobradores gubernamentales la acosaban recibiendo llamadas y visitas intimidantes que amenazaban con echarla de su casa.

Los investigadores hallaron sobre la mesa del comedor una taza con un par de billetes y unas pocas monedas, creen que cuando contó el dinero, Sol decidió escribir la carta, acostar a los niños, cerrar herméticamente la casa, cerciorarse que estuvieran profundamente dormidos, abrir las llaves de gas y acostarse con ellos a esperar la muerte.

Después de encontrar a la familia, la casa de Sol se convirtió en una funeraria, decenas de veladoras se apretujaban en la entrada de la casa, algunos lloraba, otros oraban.

En el mundo, casos de desesperación como el de Sol inundan los titulares, gente que se suicida porque perderán sus casa, porque no tienen qué comer, otros que mueres víctimas de condiciones ínfimas de trabajo, por donde quiera que se vea, este sistema se ha empeñado en desplegar una batalla contra las personas presionándolas hasta límites mortíferos.

Vía Vice.