Jacobo Zabludovsky, al servicio del poder

Por Jenaro Villamil | Homozapping 

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5 de julio del 2015.-A un año del inicio del gobierno de Miguel de la Madrid, en 1983, Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, invitó a comer al secretario de la contraloría, Francisco Rojas, y a dos subsecretarios, Ignacio Pichardo y Raúl Robles, a la calle de Hamburgo, en Zona Rosa. También acudieron Jacobo Zabludovsky y Guillermo Ochoa, los dos principales periodistas de la empresa.

Rojas le agradeció a Zabludovsky unas notas que se transmitieron en 24 Horas. Frente al gesto, Azcárraga Milmo le dijo al responsable de la campaña de “Renovación Moral de la Sociedad” de Miguel de la Madrid:

-No, Paco, no te equivoques, al único que tienes que agradecérselo es a mí; éstos –dijo señalando a Zabludovsky y a Ochoa- son mis gatos.

La anécdota, relatada por Andrew Paxman y Claudia Fernández en su libro El Tigre, Emilio Azcárraga y su Imperio Televisa, no sólo retrata los desplantes típicos del entonces propietario de la televisora sino la docilidad de Zabludovsky ante su jefe.

Azcárraga Milmo decretó el 15 de enero de 1988 que “nosotros somos del PRI, siempre hemos sido del PRI; no creemos en ninguna otra fórmula, y como miembros de nuestro partido haremos todo lo posible porque nuestro candidato triunfe” y Zabludovsky siguió la “línea” hasta la ignominia.

Dos años antes, Televisa fue el centro de las críticas de los “bárbaros del norte” del PAN por silenciar las protestas del fraude electoral en Chihuahua, en 1986. “Lo que está pasando en Chihuahua puede o no ser del agrado de Televisa, pero el pueblo de México tiene el derecho a ser informado sobre ello”, demandó el Movimiento Democrático Electoral de la entidad.

La noche del 23 de marzo de ese mismo 1988, en plena campaña presidencial, ante la ruptura de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo en el seno del PRI, Zabludovsky entrevistó en el estudio de 24 Horas a dos personajes, Arturo Cárdenas Pelayo y Héctor Cárdenas Ocampo, quienes se presentaron como hijos también del legendario ex presidente Lázaro Cárdenas.

-¿Y a qué debemos el gusto de que hayan visitado la redacción de 24 Horas? –preguntó Zabludovsky.

Ambos reiteraron un mensaje: “nosotros no estamos dentro de ninguna Corriente Democrática….Por eso, los últimos años que hemos tenido paz, es para admirarse, y es el punto de vista mío para yo estar todavía aún con el sistema”.

A cuadro, se mostró un acta de nacimiento, con el nombre del expresidente Lázaro Cárdenas. Y Zabludovsky mandó a comerciales con su típica frase: “Yo volveré dentro de unos anuncios” (ver Proceso</>, No. 595).

Como éste, miles de ejemplos de docilidad al dueño de Televisa, al presidente de la República, al PRI y a los funcionarios del sistema –en ese orden jerárquico-, marcaron el derrotero y la “escuela” de Jacobo Zabludovsky en la televisión mexicana.

No fue una obligación sino una opción profesional desde el principio. En 1955, Zabludovsky ya tenía dos patrones: el presidente de la República y el dueño de Telesistema Mexicano, Emilio Azcárraga Vidaurreta.

Rafael Rodríguez Castañeda recordó en su libro Prensa Vendida que en ese año Zabludovsky, era también coordinador de radio y televisión de los servicios informativos de la Presidencia de la República, bajo las órdenes del entonces poderoso secretario particular del presidente Adolfo López Mateos, Humberto Romero.

Sus servicios a favor del régimen y de la presidencia de la República fueron claros en 1976, cuando el presidente Luis Echeverría fraguó el golpe a Excélsior, en contra del equipo encabezado por Julio Scherer García, de la misma generación que Zabludovsky, pero en las antípodas del periodismo dócil al sistema.

A principios de julio de 1976, en su noticiario 24 Horas Zabludovsky envió a los jóvenes reporteros Ricardo Rocha y Pepe Cárdenas a entrevistar a los ejidatarios que invadieron los predios de Taxqueña, propiedad de Excélsior, para dar a conocer a la opinión pública “la justa reclamación” de los invasores, apoyados por el gobierno echeverrista.

Zabludovsky también difundió las acusaciones sin sustento de Juventino Olvera contra Julio Scherer García y Hero Rodríguez Toro, director y gerente de Excélsior, por presunto fraude y mala administración. El golpe se consumó el 8 de julio de 1976. Y 24 Horas nunca se solidarizó sino emprendió los ataques contra el equipo periodístico encabezaba Scherer.

Los Llamados Represivos

“Ministro sin cartera”, le llamaban los partidos de oposición por su influencia durante 28 años en un espectro televisivo monopolizado por Azcárraga Milmo, Zabludovsky también tomó algunas iniciativas que fueron más allá de la línea gubernamental y en franco llamado represivo.

El 6 de octubre de 1982, en pleno ascenso de las movilizaciones de la disidencia magisterial de entonces, Zabludovsky convocó a una campaña de bocinazos en contra de las protestas magisteriales. Sus palabras a cuadro fueron las siguientes:

“Esta tarde habrá dos manifestaciones. Voy a echarme un taco aquí a la avenida Chapultepec. Nos vemos a las 10 de la noche… si me dejan cruzar la calle los manifestantes”.

Paradójicamente, la crítica a esa campaña antimagisterial vino del noticiario Siete Días, del medio oficialista Canal 13, dirigido entonces por Joaquín López Dóriga, ex subordinado de Zabludovsky. A cuadro, López Dóriga leyó un comunicado que acusaba a Televisa de recomendar “actitudes a todas luces subversivas, intentando quebrantar el disfrute que para nuestras libertades consagra la reforma política” (Proceso, No. 310).

En los primeros días de enero de 1994, en pleno alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, Zabludovsky y Televisa fueron más allá que todos los demás medios de comunicación e hicieron un llamado a reprimir a los indígenas.

Desde el primer día del estallido, el sistema ECO de noticias de Televisa, a cargo de Zabludovsky, identificó falsamente al padre dominico Pablo Romo, jefe de la oficina de derechos humanos de la diócesis de San Cristóbal, como el subcomandante Marcos.

“Televisa no necesita buscar las noticias, las inventa”, afirmó entonces el subcomandante Marcos para justificar el veto a los reporteros y camarógrafos dirigidos por Zabludovsky.

Un estudio de la Academia Mexicana de Derechos Humanos (AMDH) reveló en ese año que 24 Horas le había dedicado 48 minutos a los voceros gubernamentales, mientras que a los zapatistas se les habían otorgado sólo tres minutos. Y fue para transmitir “varias imágenes de zapatistas muertos”, afirmó Miguel Acosta en el libro El Tigre.

El ex presidente Carlos Salinas de Gortari en sus memorias México, un Paso Difícil a la Modernidad, acusó a Televisa y a Zabludovsky de presionarlo para tomar medidas represivas:

“Desde la televisión privada también se lanzaban propuestas ominosas. Respecto a uno de los principales comentaristas de la televisión privada, Jacobo Zabludovsky, se escribió: ‘Hacía votos por la guerra y se declaraba sin ambages…partidario del exterminio aunque sin decirlo con esa crudeza’”.

Salinas de Gortari citó un comentario de Florence Toussaint en la Revista Mexicana de la Comunicación, de abril-mayo de 1994.