París: secuestro corporativo

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Lejos de evitar una potencial catástrofe climática empresas como Exxon antepusieron las fabulosas ganancias para menos de uno por ciento por encima de la vida de 99 por ciento.

Por John Saxe-Fernández

En pocos años, entre las cumbres climáticas de Copenhague y París, se engrosó la oligarquía con inversiones especulativas en petróleo, gas y carbón, es decir, en negocios que penden de la emisión de gases con efecto invernadero (GEI). Su membresía en la “lista dorada Forbes” pasó de 54 en 2010 a 88 en 2015 y vieron el conjunto de sus fortunas personales incrementarse en 50 por ciento, de ¡200 mil millones de dólares (mmd) a más de 300 mmd!, según el estudio de Oxfam Desigualdad extrema en emisiones de carbono, de 2015. Por lo que no extraña que fue desde el Consejo de Relaciones Exteriores (CRE) el cabildo de cabildos de Estados Unidos y a través de Rex Tillerson –RT–, gerente de ExxonMobil, que se dieran a conocer en 2012 los parámetros del big oil desde los que se articulan las Conferencias de las Partes (COPs) de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC). Acá gracias a un magno atraco, con regresión energética de lo público a lo privado, ya hay aspirantes a la lista fósil de Forbes.

Para RT y Exxon et al, los temores al calentamiento global se han exagerado (overblown). Aunque a diferencia de Lee Raymond, su antecesor en la firma, RT acepta en público que la temperatura global aumenta por las emisiones humanas de GEI, puso en duda ante el CRE la habilidad de los modelos climáticos para predecir la magnitud del impacto. Claramente habrá un impacto y la gente podrá adaptarse a los aumentos en los niveles de los mares y al cambio de los climas que puede forzar modificaciones en la producción agrícola. La adaptación fue elevada por RT a mantra que se repite: como especie, hemos pasado toda nuestra existencia adaptándonos. Así que nos adaptaremos a esto. El calentamiento global, concluyó, es problema de ingeniería que tiene soluciones de ingeniería. (The Guardian-G-, 28/6/12).

Entonces pocos sabían que desde fines de los 70 Exxon y las petroleras habían investigado el vínculo del calentamiento con las emisiones de GEI. Tampoco que sus científicos advirtieron a la cúpula de Exxon et.al, de sus riesgos y de la necesidad urgente de tomar medidas. Lejos de evitar una potencial catástrofe climática Exxon et al antepusieron las fabulosas ganancias para menos de uno por ciento por encima de la vida de 99 por ciento. Al tiempo que Exxon usó la ciencia para calibrar sus inversiones en el Ártico, alentó la incertidumbre sobre la ciencia climática y sus modelos, a sabiendas de que no había tal. Tillerson moduló la narrativa del big oil mientras canalizaba multimillonarios apoyos a los negacionistas, sin dejar de vetar toda acción sustantiva en pos de formalizar límites a la emisión de GEI. Antes de la COP21 y para limitar las emisiones de carbono, un grupo de petroleras europeas (BP, Shell, Total), plantearon establecer un precio generalizado y efectivo a la emisión de carbono. John Watson, gerente de Chevron, se opuso porque sus clientes quieren precios bajos y RT lo apoyó de inmediato. Sentenció que no vamos a engañar sobre el cambio climático uniéndonos a una alianza corporativa ambientalista (G,10/6/15).

Bajo la égida Exxon y Chevron, la Asociación Internacional de la Industria Petrolera para la Conservación Ambiental (IPIECA) es usada para incrustar en la ONU el mantra de la adaptación y los intereses del big oil. Estudios de Rachel Taney et al del Instituto TransNacional (www.tni.org/es) indican que IPIECA se dedica a lavar la faz de la industria fósil, repleta de destrozo ambiental y alienta el interés de Exxon, Chevron, BP, Repsol, Saudi Aramco, Shell, Statoil y Total, entre los mayores y más contaminantes monopolios que por décadas han cabildeado para neutralizar toda acción climática efectiva promoviendo salidas y soluciones falsas como el mercado de bonos de carbono, subsidios públicos a tecnologías de captura y almacén de carbón, la nucleoelectricidad, los biocombustibles y la geo-ingeniería.

Adaptarse a niveles marítimos más altos, como dice RT, con la mitad de las ciudades del orbe en riesgo ¿no es lanzar a cientos de millones de todo el mundo a brutal migración forzada? Adaptarse a cambios en la agricultura es la receta de TilIerson para los millones que morirían de hambre ¿por la codicia que destroza la vida en la Tierra?

El colapso climático antropogénico no tiene solución de geo-ingeniería como muestra Silvia Ribeiro (La Jornada 29/10/10). Es un acto en que, dice Oxfam en cifras, la mitad más pobre de la población mundial sólo genera alrededor de 10 por ciento de las emisiones y vive en los países más vulnerables, mientras que el 10 por ciento más rico de la población es responsable de cerca de 50 por ciento de las emisiones mundiales. Es un fenómeno de clase, con soluciones de clase.

Ya los gerentes, apoyados por militares y la Sexta Flota, ¿preparan escenarios con aceptación implícita de niveles catastróficos de calentamiento global? ¿Acaso la COP21 bajo captura del big oil, sin coraza legal ni instrumentos efectivos, no va en esa dirección?

Fuente La Jornada