Pueblos Náyeri y Wixárika exigen cancelar presa de CFE que destruirá centro ceremonial

Keiyatsita es un centro ceremonial ubicado en Nayarit donde se reúnen los pueblos indígenas Náyeri y Wixárika. Con la construcción de la presa Las Cruces de la CFE, la comunidad de Rosarito, donde se ubica el centro, quedará sumergida bajo el agua.

Regeneración, 14 de junio de 2017.- Representantes del Consejo Náyeri y del Consejo Wixárika alertaron sobre la construcción de una presa por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en Keiyatsita, un centro ceremonial conde se reúnen ambos pueblos y advirtieron a las autoridades estatales y federales que promueven el proyecto: “No nos vamos a dejar. Esa es nuestra iglesia, nuestro futuro y eso tiene que reconocerse”.

Keiyatsita es un centro ceremonial ubicado en Nayarit donde se reúnen los pueblos indígenas Náyeri y Wixárika para la realización de distintos ritos religiosos y comunitarios, razón por la cual lo consideran un sitio sagrado.

La presa aún no existe, pero ya fue bautizada como Las Cruces, ahí la CFE proyecta generar “energía limpia”.

De acuerdo con documentación oficial de CFE, una vez que la presa sea construida, la comunidad de Rosarito, donde se ubica Keiyatsita, quedará sumergida bajo el agua que almacene una cortina de 188 metros de altura, y que permitirá operar una planta hidroeléctrica, que atenderá parte de las necesidades de energía en el occidente del país, las cuales crecerán 3.7% al año, al menos hasta 2026.

La Manifestación de Impacto Social del Proyecto Hidroeléctrico Las Cruces, elaborada por la Comisión Federal de Electricidad, indica que la presa y su infraestructura complementaria afectarán una superficie de 5 mil 493 hectáreas, que afectarán las tierras de 33 comunidades, aunque sólo una quedaría totalmente inundada, Rosarito, de 54 habitantes.

Keiyatsita; es uno de los diez lugares más sagrados enclavados dentro de “los confines del mundo Wixárika”, es decir, los territorios originales sobre los que náyeris y wixárikas se extienden desde antes de la Conquista, y que se localizan entre Nayarit, Jalisco y Durango.

Los pueblos indígenas reclaman el respeto a su templo y costumbres bajo el amparo de un instrumento legal particular: el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que obliga a los Estados adheridos, entre los que está México, a “respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados (los pueblos indígenas) reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación”.

Este sitio fue elegido para la presa porque era el que menor “impacto cultural” provocaría y porque “el sitio de Las Cruces cumple con las mejores condiciones hidrológicas, geológicas, sociales y culturales”, mientras que otros puntos idóneos implicaban afectar el centro ceremonial “La Muxatena”.

Sin embargo, el documento no se pronuncia sobre la importancia cultural del centro ceremonial Keiyatsita, ni de otros centros rituales, que también se verán afectados por la presa, como informó Julián López Canase, vocero del Consejo Náyeri.

En Rosarito, el líder náyeri dijo que, aunque la presa no inunde el centro ceremonial de La Muxatena, sí afectará su accesibilidad a distintos pueblos. “La Muxatena es un centro ceremonial de todo el pueblo náyeri, no sólo de los que viven en la cuenca del Río San Pedro Mezquital, del cual se alimentará la presa Las Cruces”.

Las tierras afectadas, “son de régimen comunal”, es decir, son tierras habitadas por pueblos indígenas desde antes de la Conquista, y su propiedad es comunitaria; no obstante, el documento de la CFE asegura que con la presa sólo se afectará 3% del territorio que legalmente pertenece a estos pueblos.

Según la CFE, las tierras serán compradas para poder utilizarlas, sin embargo, en el Convenio 169 de la OIT que obliga a México a respetar las tierras y territorios de los pueblos indígenas, no sólo se refiere a las zonas de las que legalmente son propietarios, sino también a aquellas a las que ancestralmente han asignado un valor cultural, que no se pierde con un contrato de venta, o con una expropiación.

En el mismo documento, la CFE argumentó la realización de una consulta entre las 33 comunidades indígenas de la zona, de la cual, dice, logró el aval para la construcción. Pero, solo el 31% de los pobladores participó en dicha consulta y ésta no fue organizada por las autoridades indígenas, sino por la CFE y únicamente se tomó en cuenta a los que aceptaron acudir a sus reuniones.

Ante esta situación, el 23 de mayo de 2017, las autoridades indígenas del pueblo Wixárika emprendieron una demanda de amparo en contra de la construcción de la presa Las Cruces, pues consideran que la CFE, así como la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría de Medio Ambiente han violado sus derechos humanos comunitarios.

Además, varios días después, wixárikas y náyeris se reunieron para lanzar la Declaración de Keiyatsita, mediante la cual, ambos pueblos refrendaron su hermandad, y se declararon “guardianes de nuestros lugares sagrados”.

“Ambos pueblos indígenas –señala la Declaración–, coincidimos que los lugares sagrados, como en este caso Keiyatsita, nos transmiten conocimientos y sabiduría, además de que nos enseñan a cuidar a la madre tierra y las esencias de la vida como un todo. Por esta razón, esta memoria histórica viva la resguardaremos por siempre.”

Marcelina López de la Cruz, vocera del Consejo Náyeri, indicó que en estos lugares sagrados, se hacen ofrendas a “nuestra Tierra Madre, que es una madre grandísima, que nos tiene en su manto como a sus hijos. Y ahí también están sus ofrendas, por eso nuestro respeto, porque eso es lo que nos crea, es el alimento, el maíz, es ahí donde se siembra, y nosotros de ahí nos desarrollamos”.

 

Con información de Animal Político