Selva Lacandona agoniza por tala y tráfico de especies

Una de las reservas ecológicas más importantes de México está por entrar en una fase de peligro sin retorno pues desde el 2000, la flora y fauna han sufrido ataques constantes.

 

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Regeneración, 13 de octubre de 2016.- La Selva Lacandona de Chiapas, una de las reservas ecológicas más importantes del país está a punto de llegar a un punto sin retorno por la forma en que se ha atacado a la flora y fauna del lugar.

Desde el año 2000, los ataques humanos que se disputan la riqueza del lugar han llevando a cabo tala ilegal y tráfico de especies, lo colocan en un momento crítico para su supervivencia.

Y es que del 1.8 millón de hectáreas que tenía, ahora sólo quedan 500 mil hectáreas, es decir, en las últimas décadas se perdió el 72.2 por ciento del terreno que ocupaba la selva más grande del país, según autoridades ambientales.

La historia de la catástrofe se remonta hasta inicios del siglo pasado, cuando comenzó la tala ilegal de árboles de caoba, cedro y amate. Lo que a la naturaleza le tardó cientos de años en construir, en 50 años fue arrasado por taladores.

Para 1949, la empresa estadounidense Vancouver Plywood Compañy, comenzó a explotar la parte norte de la selva.

Y el 1964, la compañía encontró un aliado muy fuerte en la empresa Aserraderos Bonampak de Campeche, que poseía maquinaria moderna que facilitó el trabajo.

Ante la devastación, el gobierno implementó medidas para intentar controlar la tala en la biósfera de la región y en 1967 declararon propiedad nacional 402 mil hectáreas en el sur de la selva, con el propósito de controlar la colonización de las tierras.

Pero tampoco fue sufienciente, por lo que en 1972, se creó la Zona Lacandona; y en 1978 la reserva de la Biósfera de Montes Azules, un área natural protegida para evitar la destrucción de la selva en la que se encuentra el 20 por ciento de la biodiversidad del país.

Sin embargo, de poco sirvieron estas acciones ya que la velocidad de la deforestación aumentó a partir del año 2000. Desde ese entonces se registra una pérdida de 3.000 hectáreas anuales, que barren con todo: plantas, animales, nacimientos de agua.

Dentro de la selva se pueden encontrar cerca de 3 mil 400 especies de plantas, de las cuales 573 son árboles. Es una numeralia de vida: viven 464 especies de aves —el 44 por ciento de todas las aves del país—, 119 especies de anfibios y reptiles, 769 especies de mariposas, y 114 especies de mamíferos: 64 tipos de murciélagos, 17 de roedores, 13 de carnívoros, dos de venados, dos de monos y la única especie de tapir en el país, entre otros.

Algunos de los responsables del desastre ecológico son las empresas madereras que operan en la región y los pobaldores que queman la tierra para después utilizarla para cultivar. Mientras más crece la población del lugar en el que conviven indígenas lacandones —los nativos que le dieron nombre a la selva—, tzeltales y choles, se genera una mayor demanda de terreno para sembrar maíz y frijol que utilizan para autoconsumo. Para contrarrestar el daño, algunas organizaciones como Natura, han impulsado proyectos de turismo ecológico que por un lado cuidan el lugar y por otro entregan recursos a los pobaldores, explicó Julia Carabias, bióloga de la UNAM e integrante de Natura.

“La derrama económica y el dinero que obtienen los habitantes con estos proyectos les genera más ingreso que el cultivo que destruye la selva”, afirmó la ambientalista. “Estamos demostrando que se pueden cuidar los recursos naturales y a la vez crear alternativas de vida para la gente que busca nuevas formas de organizarse para lograr un desarrollo comunitario”.

Durante los primeros doce años del siglo XXI, México ha perdido cerca de 2.4 millones de hectáreas ocupadas por árboles. Seis por ciento de esta pérdida ha sido dentro de la Selva Lacandona, lo que significa que desaparecieron 500 millones de árboles y 32 millones de toneladas de biomasa. El tamaño de la tragedia ambiental está contabilizada por Greenpeace: cada año perdemos 500 mil hectáreas de bosques y selvas en el país.

A pesar de los trabajos de organizaciones como Natura y las leyes emitidas por las autoridades federales y locales, pareciera que la muerte lenta de la selva no se detendrá en pronto.

Vía Vice