Tres días después, Murat llegó a Santa María Xadani, repartió despensas y se fue

El gobernador de Oaxaca estuvo durante un par de horas en la comunidad, luego se fue y dejó a los xadaneños solos, ningún soldado o autoridad los ayudó a recoger escombros.

Regeneración, 12 de septiembre de 2017.- En Santa María Xadani, Oaxaca, el jueves pasado la gente corrió por las calles y el miedo se extendió entre la ciudadanía por el sismo de magnitud 8.2 grados.

Esa noche, Abraham Jiménez y Anselmo Antonio, policías municipales, patrullaban las calles cuando las camionetas se apagaron y se fue la luz. De inmediato, dicen, “corrimos a ver la familia. Aquí hay muchas casas de teja y ladrillos, y muchas casas se estrellaron. La familia ya no quería que saliéramos de la casa porque seguía temblando”.

Xadani significa pueblo debajo del cerro en zapoteco. Luego de la alerta de tsunami, muchos corrieron hacia el cerro a refugiarse, otros pasaron la noche en el palacio municipal y muchos más en la calle.

Antes de que todo se viniera abajo, la familia del señor Enrique Aquino: su esposa Dalida Jimenez y dos de sus tres hijos, de 16 y 9 años, lograron salir ilesos de su casa de ladrillo y teja, antes de que todo se viniera abajo.

“Se bloquea el cerebro. Uno sale porque Dios es grande, la casa se cayó toda”, contó Enrique.

En Santa María Xadani, el 85% de la población vive en la pobreza, sus fuentes de trabajo son el campo y la pesca.

El policía Jiménez dice que “está jodida la pesca ahorita, no hay camarón ni pescado”.

El primer día, los policías municipales ayudaron a la gente a sacar las cosas de valor de las casas destrozadas, pero lo más complicado fue sacar los cuerpos de las víctimas de entre los escombros.

“Estaban enterrados, pues, tuvimos que quitar todos los escombros, la casa que cayó, pues”, explica Antonio.

Hasta el domingo, las autoridades se acordaron de Xadani: “Protección Civil no ha llegado eh, honestamente. Los de la SEDENA llegaron hasta hoy. ¿Por qué? Porque están en Juchitán, porque es una ciudad y le pusieron más importancia”, dice Aquino.

Ese mismo domingo, algunos helicópteros sobrevolaron el municipio de Xadani anunciando la llegada del gobernador del estado, Alejandro Murat, y Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), fue hasta entonces que parecía que los apoyos llegarían.

Murat y Robles visitaron por unos minutos a la esposa y madre de los fallecidos, luego un camión de la SEDENA llegó cargado de cajas de despensa, pero una réplica de magnitud 4.5, a las 15:47 horas, con un retumbe potente que sacudió a la gente, reavivó los nervios y el miedo a que algo más grande volviera a suceder.

Gritaron, mientras el gobernador y las autoridades pedían calma a la población. Para las cinco de la tarde, nada quedaba de la visita de los funcionarios.

Ningún militar ni camión del ejército se veía, solo se observaba a los xadaneños que seguían recogiendo el desastre. Ningún soldado o autoridad los ayudó a recoger escombros.

Lo único que se salvó en el terreno de Aquino, quien toda la vida se ha dedicado al campo, es su sembradío de cempazúchitl.

“La vendía en el mercado de Juchitán, pero como se cayó pues, ¿ahora dónde?”, se cuestiona Aquino.

El hombre dice que “Aquí nunca hubo simulacros. Cuando tiembla, pues la gente se para allí en la calle, ¿dónde más?, ¿en la ciudad hacen eso verdad? Simulacros y puntos de reunión”.

 

 

Con información de Animal Político