Trump y sus demasiados adversarios

Pero también parece que el principal enemigo de Trump se llama Donald Trump. Cada vez que abre la boca y emite una orden ejecutiva genera más adversarios y oposiciones.

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Por Miguel Ángel Ferrer

 
Regeneración, 10 de marzo del 2017.-Hasta ahora lo único que sabemos de los propósitos gubernativos de Donald Trump es lo que él mismo ha declarado. Por lo que toca al vecino del sur, entre éstos podrían ser citados la extensión, hasta su conclusión, del muro que ya existe en la frontera con México; la deportación de algo así como once millones de mexicanos indocumentados; la renegociación o el repudio de la parte mexicana del TLCAN para corregir el déficit comercial estadounidense con México; y evitar el ingreso de nuevos migrantes indocumentados, mexicanos o no, a Estados Unidos.
No sabemos, desde luego, cuándo las palabras de Trump pasarán a ser hechos. Pero esas tareas se antojan colosales. Y su puesta en práctica requiere de mucho tiempo y de un conjunto de recursos y aliados políticos que no se ven por ninguna parte.

Pero lo que si se ve es el conglomerado de obstáculos y adversarios de esos propósitos. Y no sólo eso, sino el también colosal conjunto de enemigos de otros objetivos del magnate y del magnate mismo.

Trump está enfrentado con los grandes medios de comunicación impresos y audiovisuales de su país y tiene en contra a Hollywood, la industria planetaria de los sueños. Dicho en otras palabras, no cuenta con esos dos grandes y tradicionales voceros y reproductores de la ideología y la política de Washington. Por ejemplo: para desatar los bombardeos masivos contra Vietnam del Norte, Laos y Cambodia, Washington fabricó el incidente del golfo de Tonkín y contó con la complicidad de los medios y de Hollywood para su masiva difusión y así lograr el apoyo de la opinión pública local y planetaria. Y más cerca en el tiempo, el pequeño Bush hizo estrellar dos aviones contra las Torres Gemelas para desatar la guerra contra Irak y Afganistán. Y fueron igualmente los medios y la industria del cine los encargados de justificar esas atroces guerras todavía vigentes.

En el frente antitrump, asimismo, están las iglesias más combativas y comprometidas. Y suman decenas o centenas de millones las mujeres de toda edad, raza, religión y condición social que se oponen combativamente a los designios trumpianos. Y se enfrentan al magnate, igualmente, las comunidades latina, afroamericana, oriental, musulmana y de piel roja.

Y por si todo esto fuera poco, Trump tiene también en contra a la comunidad de inteligencia y a la policía política. Y lo mismo puede decirse de muchos gobernadores y alcaldes. Es constante y constatable la labor de zapa de esas instituciones y agencias a los deseos y decisiones del multimillonario.
Parece infinita la lista de enemigos de Trump y de sus actos de gobierno. Pero también parece que el principal enemigo de Trump se llama Donald Trump. Cada vez que abre la boca y emite una orden ejecutiva genera más adversarios y oposiciones.

No podría decirse, además, que Trump cuenta al menos con suficientes jueces o tribunales dóciles. Y tampoco tiene al Congreso de su lado. Y la prueba está en el permanente uso de las órdenes ejecutivas, una especie estadounidense de lo que en otros lares se llama “gobernar por decreto”, un típico recurso legal y político de los gobiernos maniatados y acorralados por sus opositores.
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