Con el crimen de Miroslava Breach, de La Jornada, suman tres periodistas asesinados en marzo. Desde 2000 han sido asesinados 123 periodistas; 30 de ellos durante el gobierno de Peña Nieto. De 2010 a 2016, la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión de la PGR abrió más de 800 averiguaciones por delitos cometidos contra periodistas y 99.7 por ciento de esas averiguaciones quedaron sin castigo.
Regeneración, 26 de marzo de 2017. A lo largo de tres gobiernos, entre 2000 y 2016, han sido asesinados 123 periodistas, informaron periodistas durante la protesta por el asesinato de la periodista Mirolava Breach el pasado sábado.
Haciendo eco de esta trágica realidad, periodistas de diversos medios, acompañados por decenas de personas, se reunieron en el Ángel de la Independencia y caminaron posteriormente hasta la sede de la Procuraduría General de la República (PGR) en protesta por el fracaso de las instituciones y mecanismos creados que no han detenido la violencia contra periodistas.
Pero reina la impunidad. La Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión de la PGR ha abierto, en los últimos seis años, más de 800 averiguaciones por delitos cometidos contra periodistas y 99.7 por ciento de esas averiguaciones quedaron sin castigo.
Se mantienen impunes autoridades civiles, funcionarios, policías, militares que agredieron a periodistas. Esta verdad incontestable esa es la principal razón por la que organismos internacionales consideran a México uno de los países más peligrosos para la prensa. La autoridad judicial por omisión o comisión es cómplice de las agresiones a periodistas pues la impunidad es el principal aliciente para liquidar informadores, se sabe que nadie paga las consecuencias.
Estas agresiones y crímenes buscan amedrentar y silenciar a la prensa. Es decir a la libertad de expresión.
La organización Artículo 19 contabiliza 103 homicidios de periodistas en los últimos 17 años
Historia de tragedias
El oficio de informar, el trabajo normal del periodismo en los estados, se ha convertido en un trabajo de alto riesgo por la violencia desatada por os poderes legales e ilegales que exigen el silencio para cometer sus delitos.
Es una historia trágica porque aquellos periodistas que se atreven a informar sobre asuntos que afectan el sistema de intereses políticos, económicos o delincuenciales, abusos del poder, complicidades entre políticos y delincuentes, despojos cometidos con sangre que al ser denunciados, se vuelven con violencia contra los periodistas que publican ilegalidades dentro y fuera del poder.
Marzo ha sido un mes fatídico para los periodistas mexicanos.
Miroslava Breach fue atacada el jueves 23 de marzo en la ciudad de Chihuahua, mientras se encontraba a bordo de su camioneta. Un sujeto se acercó en otro vehículo y abrió fuego contra ella. Miroslava informó sobre las expulsiones de cientos de familias por el narco en la sierra de Chihuahua, los asesinatos de indígenas ambientalistas.
Breach trabajaba como corresponsal de los periódicos La Jornada, en el que colaboró por 15 años, y Norte de Ciudad Juárez, en el norte del Estado. Se especializaba en temas de seguridad y política. «Miroslava fue una periodista ejemplar, rigurosa en el quehacer profesional, íntegra, de grandes valores, mujer de lucha», ha escrito el diario juarense.
El 19 de marzo, en plena calle, al salir de un restaurante con su familia, el director del medio impreso El Político, Ricardo Monlui Cabrera, de Orizaba, Veracruz, fue baleado en una comunidad del municipio de Yanga. Monlui reportaba la vida política y daba cuenta de la violencia en su región y que escribía sobre los conflictos cañeros del sector azucarero en Veracruz.
En Ciudad Altamirano, Guerrero, fue asesinado Cecilio Pineda Brito, director del diario La Voz de la Tierra Caliente y colaborador del periódico El Universal, el 2 de marzo de 2017. Dos sicarios que viajaban en una moticicleta le dispararon a mansalva. Pineda en su quehacer periodístico hizo públicas las atrocidades cometidas por el crimen organizado en la región de la tierra caliente guerrerense.
La periodista Sandra Rodríguez de Sinembargo, citada por el diario español El País, dijo que con el asesinato de Miroslava «se manda un mensaje muy claro para los periodistas de Chihuahua; se les dice de forma muy clara que hay temas en la Sierra Tarahumara- conocida por ser una importante zona de paso para las redes del narcotráfico-que no se pueden tocar».
“Precisamente uno de los últimos reportajes de Miroslava tenía que ver con los campesinos desplazados de la sierra, obligados a sembrar amapola para el ‘narco’. «Con estas muertes están imponiendo amplias zonas de silencio en todo el país. No sabemos nada de Tamaulipas, La Laguna, Allende, zonas de Veracruz…», publica El -País.