¿Es el PRI heredero de la Revolución?, ¿es lo mismo el PRI, salvo por el nombre, que el Partido de la Revolución Mexicana (PRM)?
Por Pedro Salmerón | La Jornada
(14 de noviembre del 2017).-¿Es el PRI heredero de la Revolución?, ¿es lo mismo el PRI, salvo por el nombre, que el Partido de la Revolución Mexicana (PRM)? Difiero. Y en función de las fuentes de legitimidad del régimen, del proyecto económico y de las bases del poder, propongo una nueva periodización de nuestra historia reciente:
A) El régimen posrevolucionario, iniciado en 1917/1920 y que llega hasta 1946, con la transformación del PRM en PRI (con el sexenio de Manuel Ávila Camacho como bisagra); B) el régimen priísta, 1946-1988 (con el sexenio de Miguel de la Madrid como bisagra), y C) el régimen neoliberal (1988-2018). Porque propongo también que el régimen priísta desapareció en los años ochenta (elijo como parteaguas simbólico el 6 de julio de 1988) y que, por tanto, hace más de un cuarto de siglo los mexicanos vivimos bajo un régimen al que, por economía de términos, llamaré neoliberal, más allá de que la mayor parte de ese periodo haya sido formalmente gobernado por un partido político que sigue llamándose PRI.
Actualmente trabajo en un amplio ensayo en que pretendo demostrar esta periodización. Hoy adelanto un par de elementos: si el gobierno de Miguel Alemán es el primero auténticamente priísta, no podemos entenderlo sin dos acuerdos negociados por el político veracruzano antes de llegar a la Presidencia, uno con el Grupo Monterrey, representante de la burguesía nacional, en 1939; el otro con el Departamento de Estado de Estados Unidos, en 1945. De ahí resulta que, en la práctica, el gobierno mexicano sería el consejo de administración de los intereses de la burguesía (incluido el capital internacional), y que en la guerra fría, el gobierno de México estaría claramente alineado en el bando estadunidense en todos los temas realmente importantes para la superpotencia vecina.
Esto quedó claramente establecido (no sólo al nivel esotérico dirigido a los entendidos, sino incluso de manera explícita) en discursos y documentos claves firmados o pronunciados por Miguel Alemán en 1945 y 1946, brillantemente glosados por Tzvi Medin ( El sexenio alemanista, Era, 1990).
El eje discursivo era el desarrollismo económico en el marco capitalista y la democratización. Para ello, se ofrece de manera explícita paz social a los empresarios y a los terratenientes, lo que significaba acabar con la agitación obrera y someter los empresas públicas a criterios comerciales (había una amenaza explícita, que se cumplió, contra los sindicatos más combativos), y, por otro lado, proteger y garantizar la propiedad privada agrícola, imponiendo por todos los medios legales la tranquilidad en el campo.
El tema de la inversión extranjera era uno de los más delicados después del nacionalismo cardenista. Una frase lo resumió: El capital extranjero que venga a vincularse con los destinos de México, debe gozar libremente de sus utilidades legítimas. También fue central la retórica democrática, que embonaba a la perfección con el discurso estadunidense y el inicio de la guerra fría y que, a nivel esotérico, insistía en la depuración de los elementos marxistas de las filas del partido.
Al mismo tiempo, y más allá de los cambios estructurales que resultarían decisivos (como el sometimiento de las organizaciones obreras y campesinas al presidente), hay cuatro cambios en los documentos básicos del PRI respecto del PRM, que pintan al nuevo partido y lo hacen distinto de su predecesor:
A) Se omite el objetivo de preparar al pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores y para legar al régimen socialista. La izquierda fue excluida del partido y purgada de los sindicatos.
B) Se cambia la urgencia de conformar una economía agrícola colectiva por la conveniencia de conformar una economía agrícola colectiva en todos aquellos casos en que sea posible y en que lo soliciten sus interesados. Y se abren las puertas al neolatifundismo (neoporfirismo, lo llamó correctamente Daniel Cosío Villegas en 1947), el abandono del ejido colectivo y el fin de la reforma agraria.
c) Se omite toda referencia al socialismo en el artículo tercero y en el ideario educativo y de formación cívica.
d) Y se cambia el lema del partido: Por una democracia de trabajadores por Democracia y justicia social.
Hay otros cambios sustantivos en el sexenio de Alemán: los golpes militares a los sindicatos; el discurso de la mexicanidad y su rabioso anticomunismo; la institucionalización de la corrupción y de la cultura política priísta. Todos ellos son cambios de fondo: el PRI no viene de la Revolución, es hijo de Miguel Alemán y sus pactos con la burguesía, Estados Unidos y la burocracia corrupta. Pero ese era el PRI de entonces (1946-1988). El PRI-AN neoliberal de hoy es hijo de Carlos Salinas de Gortari y sus pactos.
Twitter: @HistoriaPedro
blog: lacabezadevilla.wordpress.com