La carrera armamentística virtual, las últimas revelaciones de Snowden y sus consecuencias en el sudeste asiático
Por: Guadalupe Ximena García Hidalgo
Regeneración, 2 de febrero de 2015.-En la actualidad, utilizamos a diario redes y equipos electrónicos para comunicarnos y desempeñar tareas cotidianas. Sin embargo, pocas veces somos conscientes de que representan un ámbito en disputa entre diferentes países, que desde hace años se encuentran involucrados en una carrera armamentística virtual que podría tener consecuencias de grandes magnitudes, no sólo en los ámbitos económico y político, sino incluso en la cobertura de los servicios básicos para el funcionamiento de una sociedad.
La relación entre Estados Unidos y China no es fácil de describir. Mientras que en lo económico la interdependencia creciente aumenta los costos de posibles rupturas, la seguridad es el área más conflictiva, sobre todo en el ámbito cibernético. Desde hace varios años, Estados Unidos acusa directamente al gobierno chino de respaldar ciberataques y robos de información militar e industrial en su contra, ante lo cual China ha negado las acusaciones enfatizando la falta de evidencia concreta. Las filtraciones de Edward Snowden favorecieron al lado chino en un principio, pues expusieron el alcance del espionaje estadounidense y mostraron su doble moral al acusar a China de las mismas prácticas de las cuales se encarga su Agencia Nacional de Seguridad. Sin embargo, nuevas revelaciones de Snowden responsabilizan a China del robo de información sobre aviones de combate, submarinos nucleares y demás equipo militar desarrollados por EU. Aunque un portavoz del gobierno chino aseguró que tales acusaciones carecen de fundamento, esta no sólo podría ser la primera evidencia de ciberespionaje patrocinado por el gobierno de China, sino que revela una carrera armamentística virtual bastante intensa y de alcances muy amplios, así como consecuencias importantes para la geopolítica del Sudeste Asiático.
Las filtraciones de Snowden, que comenzaron a publicarse en junio de 2013, restaron credibilidad a las prerrogativas de Estados Unidos en el ámbito de la ciberseguridad internacional, pues revelaron alcances inesperados –por ejemplo, que 99% de las telecomunicaciones de América Latina se encuentran interceptadas– y cuestionables –como el espionaje a líderes mundiales. Los tiempos fueron más desafortunados en el caso de la relación con China, pues las revelaciones aparecieron poco después de que la administración de Barack Obama decidiera dar prioridad a las acusaciones de ciberespionaje en la agenda de la relación bilateral, ya que habían sido capaces de parecer legítimas y representar beneficios políticos para EU en el pasado. Por ejemplo, en 2012 Estados Unidos acusó a la compañía china Huawei de intervenir servidores militares y sustraer información confidencial, tras lo cual la catalogó como una amenaza para su seguridad nacional y aconsejó abandonar el uso de equipos producidos por la empresa. Ese mismo año, Google denunció un supuesto ataque por parte del gobierno chino a sus sistemas, así como el robo de su código fuente.
El apoyo internacional hacia Estados Unidos que podrían haber significado estas acusaciones se desplomó con las revelaciones de Snowden, según las cuales la Agencia de Seguridad Nacional de EU llevaba 15 años infiltrándose a los servidores de Huawei, no sólo para verificar si la empresa llevaba a cabo actividades de espionaje en su contra y para interceptar comunicaciones de altos ejecutivos, sino para averiguar la manera de usar equipos producidos por la compañía en contra de países como Pakistán, Afganistán, Irán, Kenia y Cuba. En lo económico, tales declaraciones disminuyeron notablemente las ventas de empresas de tecnología estadounidenses –como Cisco, AT&T, IBM y Microsoft– que habían logrado consolidarse en el mercado chino. Como consecuencia, mejoró el posicionamiento de empresas chinas, como ZTE y Huawei. En el ámbito geopolítico regional, las revelaciones de Snowden dañaron la relación entre Australia e Indonesia, haciendo posible que China expandiera su influencia en los países de ASEAN.
Inesperadamente, las últimas filtraciones de Snowden, publicadas el 17 de enero de 2015, incluyen una presentación del gobierno estadounidense según la cual el gobierno chino sustrajo información sobre aviones de combate de última generación, submarinos nucleares y demás equipos militares desarrollados por EU y previstos para equipar a sus principales aliados en la región; Japón y Australia. Estas revelaciones tienen el potencial de aumentar el nerviosismo y las tensiones en la región, propiciados por las diferentes disputas territoriales, lo cual podría dificultar las negociaciones y acuerdos entre las partes. Aunque China niegue que las acusaciones estén fundamentadas, algo de lo que puede estar seguro el público es que los gobiernos del mundo están involucrados en una carrera armamentística virtual bastante intensa, la cual evoca, mas no reproduce, el imaginario y la paranoia de la Guerra Fría. Este fenómeno es consecuencia del desarrollo de la tecnología militar, que ha transitado de las armas atómicas a las biológicas, posteriormente a las químicas y ahora, a las digitales. Sin embargo, estas últimas aún no están sujetas a regulaciones y acuerdos internacionales que las limiten. El riesgo de la carrera armamentística virtual también reside en sus alcances, pues, según las últimas revelaciones del ex técnico de la CIA, el programa de Operaciones de Acceso a la Medida de la NSA es ofensivo y tiene como objetivo final el control en tiempo real de servidores involucrados en el funcionamiento de la infraestructura de energía, comunicación y transporte de países enemigos, incluso en el suministro de agua para la población.