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Movimiento por la democratización de Europa

El ex ministro de economía griego Yanis Varoufakis y el Movimiento DIEM25 lanzaron un manifiesto por la democratización de Europa: “Hay que devolver el poder al pueblo. Poder que ha sido confiscado por una minoría política, con sistemas electorales que alimentan la abstención del electorado y se alejan del país real, fomentan la corrupción, el clientelismo y la ‘profesión política’ como un medio de enriquecerse y de acumular privilegios. Más democracia y menos corrupción. 

Regeneración, 11 de febrero de 2016. Lanzado en Berlín el movimiento paneuropeo de Varoufakis, calificado inmediatamente de “utópico” por la prensa neoliberal, busca federar a todas esas izquierdas europeas, que desde Podemos en España a Syriza  en Grecia, el Front de gauche, Nouvelle Donne y la izquierda socialista en Francia, o la izquierda portuguesa, Die Linke en Alemania, buscan una alternativa para la construcción de una Europa social y solidaria.

“Un fantasma recorre Europa y obsesiona a las potencias europeas, una fuerza a la que siempre han temido y a la que han pretendido eludir … la visión de la democracia…” con estas palabras empieza el esperanzador Manifiesto[1] del ex ministro de economía griego Yanis Varoufakis, quien con esa alusión a la célebre frase del Manifiesto de Carlos Marx en 1848, anuncia no un nuevo manifiesto “comunista” , término prostituido y mancillado por los crímenes del estalinismo, sino un simple manifiesto democrático en su mejor sentido etimológico y pragmático, que busca superar contradicciones y malentendidos en el seno de la izquierda política.

El manifiesto de Varoufakis y de su movimiento Diem 25 es un viento esperanzador que podría contribuir a la reconstrucción de la izquierda verdadera en Europa y en el mundo: la lucha contra el poderío totalitario y destructor de las multinacionales, tanto en el ámbito social y económico como ecológico, como denominador común para tender hacia un mundo mejor, más generoso y solidario.

Varoufakis reivindica con razón la lucha por el “demos”, para democratizar a la Unión Europea y someter a los burócratas, lobistas, banqueros, magnates de la prensa y partidos políticos que alimentan la desigualdad social y la austeridad, suscitando el miedo de la población con sus campañas de amenaza.

La amenaza de la extrema derecha xenófoba que propone el nacionalismo mas abyecto frente a la mundialización de la economía, es agitada por los neoliberales para justificar el status quo y el fracaso de su política que ha conducido Europa a un atolladero.

Europa ha traicionado sus ideales

La Europa nacida en Maastrich ha traicionado los ideales de la Unión Europea nacida tras la segunda guerra mundial con el objetivo de instaurar una paz duradera y un sistema económico eficaz.

Lanzado en Berlín el pasado martes, el movimiento paneuropeo de Varoufakis, calificado inmediatamente de “utópico” por la prensa neoliberal, busca federar a todas esas izquierdas europeas, que desde Podemos en España a Syriza en Grecia, el Front de gauche, Nouvelle Donne y la izquierda socialista en Francia, o la izquierda portuguesa, buscan una alternativa para la construcción de una Europa social y solidaria.

Pienso a menudo al ver lo que Francois Hollande ha hecho en Francia de sus promesas electorales, en aquella frase de los amigos de Ruedo Ibérico que decía, frente a la dictadura franquista en los años sesenta: “Por una oposición que se oponga” una consigna siempre valida cuando se está en la oposición.

Por una izquierda de izquierdas

Pero lo que hace falta hoy en Europa para acceder al poder y ofrecer una alternativa al fracaso neoliberal es mas bien “Una izquierda que sea de izquierdas”. Frente a tanta traición y tanto sometimiento, una izquierda que defienda sus principios éticos de solidaridad, generosidad, paz e internacionalismo, de defensa de los derechos humanos más elementales, pero también en sus principios económicos de igualdad social, frente a la política de los banqueros y de las multinacionales.

Una Europa unida y armonizada en lo social y en lo fiscal, con una política salarial en las empresas que limite de uno a cinco la diferencia entre el salario más alto y el más bajo, y que permita la reinversión de los beneficios en la economía real y no en la especulación financiera.

Con una política de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, y a la agricultura local frente a la agro industria, que excluya de la OMC a la agricultura base de la alimentación de los ciudadanos en cada país.

Contrariamente a lo que afirma el diario Le Figaro en un titular reciente de sus paginas económicas Bruselas no prosigue su guerra contra la evasión fiscal. La burocracia que dirige Europa no lucha contra la evasión fiscal, sino que hace creer que lucha.

Basta leer el articulo en su totalidad para comprender que las medidas propuestas para hacer pagar sus impuestos a las multinacionales, requieren la unanimidad de los 28 países miembros, entre los que se cuentan Luxemburgo, Irlanda y Holanda, países que favorecen explícitamente la evasión fiscal, denominada ahora con el eufemismo de “optimización fiscal”.

Me gusta pues lo que dice Varoufakis: Hay que devolver el poder al pueblo en toda Europa. Poder que ha sido confiscado por una minoría política, con sistemas electorales que bajo el pretexto de la “estabilidad gubernamental” alimentan la abstención del electorado y se alejan del país real, fomentan la corrupción, el clientelismo y la “profesión política” como un medio de enriquecerse y de acumular privilegios, en lugar de servir la rex pública.

Su manifiesto es una buena base para combatir por una Europa democrática, para construir una clase política con verdaderos controles democráticos y contrapoderes. Con la inclusión de la proporcional integral en todas las elecciones, con la limitación de la duración de los mandatos electorales, y su posible revocación inmediata en caso de incumplimiento de las promesas hechas.

Más democracia y menos corrupción. Un viento de democracia tiene que soplar en Europa si queremos combatir al oscurantismo neofascista que está siendo alimentado por el fracaso neoliberal en esta Europa que incrementa el paro y la desigualdad social.

Manifiesto por la democratización de Europa

DiEM25:

¡La Unión Europea ha de democratizarse o se desintegrará!

De todas sus preocupaciones por la competitividad global, los movimientos migratorios y el terrorismo, solo hay una perspectiva que realmente aterra a los poderes de Europa: ¡la democracia! Hablan en nombre de la democracia, pero en la práctica únicamente la niegan, la desnaturalizan y la reprimen. Buscan coartar, evadir, corromper, mistificar, usurpar y manipular la democracia con el objetivo de arrestar su energía y sus posibilidades.

Porque la voluntad de los pueblos de Europa, el gobierno del demos, es la pesadilla compartida por:

La Unión Europea fue un logro excepcional. Consiguió unir de forma pacífica a unos pueblos europeos que hablan diferentes lenguas y que están inmersos en diferentes culturas, demostrando que era posible crear un marco compartido de derechos humanos en un continente que, no mucho antes, estaba dominado por un chovinismo homicida, el racismo y la barbarie. La Unión Europea podría haber sido el proverbial faro entre la niebla y mostrar al mundo que la paz y la solidaridad podían ser arrebatadas de las fauces del conflicto y la intolerancia.

Por desgracia, a día de hoy una burocracia común y una moneda común dividen a los pueblos de Europa que habían empezado a unirse a pesar de sus distintas lenguas y culturas. En su lugar hay una confederación formada por políticos miopes, funcionarios ingenuos en temas de economía y de “expertos” incompetentes en cuanto a finanzas. Y dicha confederación se somete al dictado de los conglomerados financieros e industriales, desacreditando a Europa y provocando una peligrosa reacción antieuropea. Pueblos orgullosos se están contraponiendo unas a otras. El nacionalismo, el extremismo y el racismo están despertando de nuevo.

En el corazón de nuestra UE en desintegración anida un engaño: un proceso de decisión sumamente politizado, opaco y vertical que nos es presentado como “apolítico”, “técnico”, “procedimental” y “neutral”. Su propósito es impedir que los europeos ejerzan un control democrático sobre su dinero, sus finanzas, condiciones laborales y medio ambiente. El precio de este engaño no es sólo el fin de la democracia, sino también políticas económicas erradas:

Dominan dos terribles alternativas:

Tiene que haber otro camino. ¡Y lo hay!

Es contra la que la “Europa oficial” se resiste con toda su fuerza y cada nervio de su mentalidad autoritaria:

el avance de la democracia.

Nuestro movimiento, DiEM-25, pretende propiciar este avance. La fuerza que impulsa DiEM25 es una idea simple y radical:

¡Democraticemos Europa! ¡La UE tiene que ser democratizada o se desintegrará!

Nuestro objetivo de democratizar Europa es realista. No es más utópico de lo que ya lo fue la construcción inicial de la Unión Europea. De hecho, es menos utópico que intentar mantener con vida la actual Unión Europea antidemocrática y en proceso de fragmentación.

Nuestra meta de democratizar Europa es terriblemente urgente. Si no comenzamos de inmediato podría resultar imposible vencer a tiempo la resistencia institucional, antes de que Europa llegue al punto de no retorno. Le damos un plazo de una década, hasta el año 2015.

Si por entonces fracasamos en el intento de democratizar Europa en un plazo máximo de una década y si sus poderes autocráticos logran sofocar la democratización, la UE se derrumbará bajo su arrogancia; se astillará y su caída provocará dificultades inenarrables en todas partes, no sólo en Europa.

¿Por qué Europa está perdiendo su integridad y su alma?

Durante las décadas de posguerra en las que la UE fue inicialmente construida, las culturas nacionales fueron revitalizadas por un espíritu de internacionalismo, desaparición de fronteras y prosperidad compartida que elevaron el listón que hizo cohesionar a los europeos. Pero “el huevo de la serpiente” anidaba en el mismo corazón del proceso de integración.

Desde un punto de vista económico, la UE inició su camino como un cártel de la industria pesada (cooptando más tarde a los propietarios agrícolas) decidido a fijar los precios y a redistribuir las ganancias del oligopolio a través de la burocracia de Bruselas. El cártel emergente, y sus administradores con sede en Bruselas, temían al demos y despreciaban la idea del gobierno-por-el-pueblo.

Paciente y metódicamente, se puso en marcha un proceso de despolitización en la toma de decisiones, siendo el resultado una lenta pero implacable campaña hacia el “sacar al demos de la democracia” y encubrir toda la política de decisiones con un fatalismo omnipresente y pseudotecnocrático. Los políticos nacionales fueron espléndidamente recompensados por su aquiescencia a la hora de convertir la Comisión, el Consejo, el Ecofin, el Eurogrupo y el BCE en zonas libres de política. Todos los que se opusieron a este proceso de despolitización fueron tildados de “antieuropeos” y tratados como una nota discordante.

Así pues, nació el engaño en el corazón de la UE, dando lugar a la institucionalización de un compromiso con políticas que generan resultados económicos deprimentes y dificultades de otra manera evitables. Mientras tanto, han sido abandonados los principios básicos que antes entendía una Europa más segura de sí misma:

En respuesta a la inevitable crisis de la “cartelizada” economía social de Europa para la recuperación de la Gran Recesión posterior a 2008, las instituciones de la UE causantes de la crisis han recurrido a un autoritarismo cada vez mayor. Cuanto más asfixian a la democracia, menos legítima se vuelve su autoridad política, más fuerte es la recesión económica y más necesitan recurrir al autoritarismo. De este modo, los enemigos de la democracia ven renovado su poder al mismo tiempo que pierden legitimidad y restringen la esperanza y la prosperidad a unos pocos (que solo pueden disfrutar de ellas detrás de las barreras y las vallas necesarias para protegerlos del resto de la sociedad).

Este es el proceso invisible por el que la crisis de Europa está provocando el ensimismamiento de nuestros pueblos, enfrentándolos unos a otros, extendiendo el patriotismo mal entendido y la xenofobia preexistente. La privatización de la ansiedad, el miedo al otro, la nacionalización de la ambición y la renacionalización de la política amenazan con una desintegración tóxica de los intereses comunes. A partir de esto, Europa solo puede sufrir. La lamentable reacción de Europa a su crisis bancaria y de deuda, a la crisis de refugiados y a la necesidad de una política antiterrorista y exterior coherente son ejemplos de lo que sucede cuando la solidaridad pierde su significado:

¿Qué debe hacerse? Nuestro horizonte

El realismo exige que trabajemos con el propósito de alcanzar ciertas metas en un período de tiempo razonable. Por esto el DiEM-25 se plantea cuatro objetivos a intervalos regulares con la intención de alcanzar una Europa funcional y plenamente democrática antes del año 2025.

A día de hoy, los europeos se sienten abandonados por las instituciones de la UE. De Helsinki a Lisboa, de Dublín a Creta, de Leipzig a Aberdeen. Los europeos perciben que una dura encrucijada se aproxima rápidamente. Hay que elegir entre una democracia auténtica y una desintegración insidiosa. Debemos decidirnos a unirnos para asegurarnos de que Europa tome la decisión sensata: ¡democracia auténtica!

Cuando nos preguntan qué queremos y cuándo lo queremos, nuestra respuesta es:

INMEDIATAMENTE: transparencia absoluta en la toma de decisiones.

– Las reuniones del Consejo de la UE, del Ecofin, del ITF y del Eurogrupo han de ser retransmitidas en directo.

– Las actas de las reuniones del consejo de gobierno del Banco Central Europeo serán publicadas unas semanas después de que las reuniones hayan tenido lugar.

– Todos los documentos relativos a negociaciones cruciales (por ejemplo: TTIP, “rescates”, el estatus de Reino Unido) que afecten de cualquier manera al futuro de los ciudadanos europeos deberán ser publicados en Internet.

– Un registro obligatorio de grupos de interés que incluya los nombres de sus clientes, su remuneración y sus reuniones con personal oficial (electo y no electo).

EN UN PLAZO DE DOCE MESES: abordar la persistente crisis económica utilizando las instituciones actuales y en el marco de los tratados en vigor de la UE.

La inminente crisis de Europa se desarrolla simultáneamente en cinco ámbitos:

Estos cinco ámbitos se han dejado en manos de gobiernos nacionales impotentes para hacerles frente. DiEM-25 presentará propuestas de políticas concretas para europeizar los cuatro ámbitos a la vez que se limita el poder discrecional de Bruselas y se devuelve ese poder a los Parlamentos nacionales, a los consejos regionales, a los ayuntamientos y a las comunidades. Las políticas propuestas estarán dirigidas hacia un nuevo despliegue de las instituciones ya existentes (a través de una reinterpretación creativa de los tratados y acuerdos en vigor) con el fin de estabilizar las crisis de deuda pública, banca, inversión inadecuada y aumento de la pobreza.

EN UN PLAZO DE DOS AÑOS: Asamblea Constituyente

Los pueblos de Europa tienen el derecho a considerar qué futuro quieren para la Unión y el deber de transformar Europa, hacia 2025, en una democracia plena con un Parlamento soberano que respete la autodeterminación nacional y que comparta el poder con los Parlamentos nacionales, las asambleas regionales y las juntas municipales. Para ello ha de convocarse una Asamblea de sus representantes. DiEM-25 promoverá una Asamblea Constituyente formada por representantes elegidos en listas transnacionales. Tal y como hacen las universidades al solicitar fondos para investigación a través de alianzas en otros países, las elecciones para la Asamblea Constituyente requerirán listas que incluyan candidatos de la mayoría de los países europeos. La Asamblea Constitucional resultante tendrá el poder de decidir sobre la futura Constitución democrática que en una década sustituirá a todos los Tratados europeos existentes.

En 2025: promulgación de las decisiones de la Asamblea Constitucional

¿Quién traerá el cambio?

Nosotros, los pueblos de Europa, hemos decidido recuperar el control sobre nuestra Europa que ahora está en manos de ‘tecnócratas’ irresponsables, políticos cómplices e instituciones opacas.

Procedemos de diferentes partes del continente y estamos unidos por diferentes culturas, lenguas, acentos, afiliaciones políticas, ideologías, colores de piel, identidades de género, creencias y concepciones de lo que es una buena sociedad.

Constituimos el movimiento DiEM-25 con la intención de avanzar desde una Europa de “Nosotros, los gobiernos” y “Nosotros, los tecnócratas” hacia una Europa de “Nosotros, los pueblos de Europa.”

Nuestros cuatro principios:

Formamos parte de una magnífica tradición de conciudadanos europeos que han luchado durante siglos contra el precepto de que la democracia es un lujo y que los débiles están condenados al sufrimiento.

Con nuestros corazones, mentes y voluntades imbuidos en estos compromisos y con nuestra determinación de marcar una diferencia, declaramos que:

Nuestra promesa

Nosotros, los abajo firmantes1, hacemos un llamamiento a nuestros conciudadanos europeos para que se unan a nosotros de forma inmediata para crear el movimiento europeo que hemos llamado DiEM-25

Consideramos obsoleto el modelo de partidos nacionales que forman débiles alianzas en el Parlamento Europeo.

Si bien es necesaria una lucha por la democracia desde abajo (a nivel local, regional o nacional), es insuficiente si se lleva a cabo sin una estrategia internacionalista que lleve a una coalición paneuropea para la democratización de Europa. Los demócratas europeos tienen que reunirse primero, establecer una agenda común, y encontrar luego la forma de conectarla con las comunidades locales y a nivel nacional.

Nuestro objetivo primordial de democratizar a la Unión Europea está entrelazado con la ambición de promover el autogobierno (económico, político y social) a nivel local, municipal, regional y nacional; de despejar los pasillos del poder a la ciudadanía; de confluir con los movimientos cívicos y sociales; y de emancipar del poder burocrático y corporativo a todos los niveles de gobierno.

Aspiramos a una Europa de la Razón, la Libertad, la Tolerancia y la Imaginación que será posible mediante una Transparencia integral, una Solidaridad real y una Democracia auténtica. Aspiramos a:

  1. Carpe DiEM25
    www.diem25.org
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