Impactos sobre los Pueblos Indígenas
Nuestras víctimas nos conocen por sus heridas y por sus cadenas: eso hace irrefutable su testimonio. Basta que nos muestren lo que hemos hecho de ellas para que reconozcamos lo que hemos hecho de nosotros mismos… Ustedes, tan liberales, tan humanos, que llevan al preciosismo el amor por la cultura, parecen olvidar que tienen colonias y que allí se asesina en su nombre…
Jean Paul Sartre, prólogo a “Los condenados de la tierra” de Franz Fanon.
El avance del capitalismo global ha hecho que, en el último siglo, las empresas transnacionales hayan venido adquiriendo cada vez más capacidad de influencia y poder. Hoy, las 500 mayores corporaciones controlan una cuarta parte de la producción y la mitad del comercio mundial, y su capacidad económica supera a la de muchos países: Wal-Mart, por ejemplo, maneja un volumen de ventas que supera el Producto Interior Bruto (PIB) de Noruega, mientras que los ingresos de ExxonMobil son mayores que la suma del PIB de Venezuela y Chile. Después de todo, las compañías multinacionales han resultado ser las principales beneficiarias del proceso de globalización neoliberal y, por ello, en el actual modelo socioeconómico, los derechos sociales de la mayoría de hombres y mujeres del planeta queden sometidos a la lógica de un mercado dominado por las corporaciones transnacionales. Y es que, como ya decía Salvador Allende hace cuatro décadas: estamos ante un conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Éstos aparecen interferidos en sus decisiones políticas, económicas y militares por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que no están fiscalizadas por ningún parlamento.1
Con todo ello, se hace evidente la profunda asimetría que existe entre los derechos de las empresas transnacionales, que se protegen mediante los múltiples acuerdos que forman el nuevo Derecho Corporativo Global –que se concreta en una serie de normas y acuerdos bilaterales, multilaterales y regionales promovidos desde instancias como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional–, y sus obligaciones a nivel ambiental, laboral y social, que en buena medida se dejan en manos de la ética empresarial y de los acuerdos voluntarios. Dicho de otro modo: mientras la seguridad jurídica de los contratos y de los negocios de las compañías multinacionales se tutela desde la fortaleza de la lex mercatoria, la ciudadanía no dispone de sistemas normativos y de mecanismos de control eficaces para verificar el cumplimiento de los derechos humanos.4
Empresas transnacionales versus pueblos indígenas
Puede decirse que la relación entre las empresas transnacionales y los pueblos indígenas tiene muchos años de existencia. En el caso de América Latina, ya desde que, a principios del siglo pasado, las grandes corporaciones del petróleo se fueron haciendo con contratos de explotación y extendieron sus actividades por toda la región, se dedicaron a utilizar a las poblaciones locales como mano de obra para la construcción de las infraestructuras necesarias, comenzaron a destruir los ecosistemas colindantes, hostigaron a las comunidades indígenas y, en definitiva, contribuyeron a hacer efectiva una profunda transformación del territorio. Más tarde, a las multinacionales petroleras vendrían a sumarse las compañías bananeras, las mineras, las de la electricidad, las entidades financieras, las agroindustrias…
La situación no fue muy diferente en Bolivia, por poner otro caso, donde los intereses de las multinacionales del petróleo por el control del territorio también generaron fuertes impactos sobre los pueblos indígenas. Basta citar a las corporaciones Standard Oil y Royal Dutch Shell6, involucradas en el origen en los años treinta de la Guerra del Chaco, o a la compañía petrolera Gulf Oil Company, que durante la década de los sesenta operó en los territorios indígenas yuki y yurakaré, impulsando la colonización de esa región y el desplazamiento de sus comunidades.7
Pero, en contra de lo que pudiera parecer, estos hechos no se limitan al pasado; por el contrario, se puede constatar que continúan sucediendo en la actualidad. Y de ello hay ejemplos de todo tipo: desde las multinacionales de la alimentación hasta las corporaciones energéticas, de las mineras a las farmacéuticas, es conocido que las actividades de una gran cantidad de empresas transnacionales siguen impactando gravemente sobre el territorio y la cultura de los pueblos indígenas.
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La segunda colonización de América Latina
Quinientos años después de la Conquista de América, las multinacionales españolas han protagonizado el segundo desembarco en la región y han logrado hacerse con el liderazgo de muchos sectores clave de las economías latinoamericanas. Y todo en apenas década y media: el boom de las inversiones españolas en América Latina se produjo a finales de los años noventa, cuando España llegó a ser el sexto mayor inversor del mundo y el primero en América Latina.
Con ello, compañías españolas como Repsol, Telefónica, Endesa, Gas Natural –estas cuatro empresas fueron públicas–, BBVA, Santander, Iberdrola, Unión Fenosa, Aguas de Barcelona y PRISA, entre muchas otras, pudieron convertirse en lo que actualmente son: grandes corporaciones transnacionales. Para eso, solamente tuvieron que aprovechar el tamaño y el capital acumulados tras las privatizaciones y fusiones en el Estado español para, a continuación, expandirse a América Latina comprando todas las empresas que se estaban poniendo a la venta en el marco de la doctrina del Consenso de Washington. Haciéndose fuertes allá, y centrando la mayor parte de sus actividades no tanto para la producción mundial como para el mercado interno de los diferentes países –en sectores tales como los de telecomunicaciones, banca, energía, agua, seguros, construcción y turismo–, las multinacionales españolas han podido repatriar enormes beneficios en esta década. Así, las principales multinacionales españolas obtienen anualmente entre un tercio y la mitad de sus ganancias en América Latina: el BBVA logra el 49% de sus ingresos gracias a sus negocios en la región; Telefónica, el 40%; y, en el caso del Santander, «casi la mitad del beneficio de este año vendrá de América Latina», afirma Francisco Luzón, director de la División de América del banco.8
Ingresos de multinacionales españolas procedentes de América Latina, porcentaje sobre el total
Pero, hasta ahora, mientras se han dedicado a incrementar año tras año sus beneficios y la productividad de sus operaciones, la presencia de estas empresas transnacionales no ha contribuido a mejorar el empleo, apenas ha servido para incrementar la calidad de los servicios que ofrecen, casi no han realizado inversiones en mantenimiento ni han apoyado la transferencia tecnológica. Y, además, sus actividades han ido asociadas a un enorme rastro de graves impactos ambientales, sociales y culturales.9
Las mayores multinacionales españolas en América Latina
En el último lustro, se han venido denunciando múltiples casos de violaciones de los derechos humanos e impactos sobre las comunidades indígenas, las condiciones laborales y el medio ambiente por parte de las multinacionales españolas en América Latina. Y puede afirmarse que, en el caso de los efectos sobre los pueblos indígenas de la región, las dos principales vías de conflicto que han abierto las corporaciones transnacionales han tenido su origen en dos ejes de intervención: la búsqueda y explotación de reservas petrolíferas, y la construcción de grandes presas para la generación de energía eléctrica. En el primero de los casos, la protagonista ha sido la petrolera Repsol YPF; en el segundo, las eléctricas Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa. Eso sí, sin olvidar el papel que han jugado los bancosBBVA y Santander, que en distintas ocasiones han financiado la puesta en marcha de proyectos contaminantes y muy agresivos social y ambientalmente.
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Petróleo y pueblos indígenas: los impactos de Repsol en América Latina
En Perú, los planes de la empresa petrolera para continuar con su expansión han sido denunciados públicamente por no tener en cuenta a las comunidades indígenas en aislamiento voluntario. La compañía pretende encontrar yacimientos de petróleo en la selva amazónica en el llamado Lote 39, que según denuncia Survival es “el hogar de al menos dos de los últimos pueblos indígenas no contactados”, que nunca han tenido relación con otras personas y, por tanto, “podrían correr peligro”.14
En Colombia, a través de una asociación con la empresa estatal Ecopetrol, Repsol participa en el bloque Catleya, situado entre los departamentos de Boyacá y Arauca, una área petrolera donde la compañía espera encontrar nuevos yacimientos de hidrocarburos que se superpone con el territorio ancestral u’wa.
Nos tendrán que matar a todos, con que quede uno sólo seguiremos peleando. Es como cuando se produce una sucesión, para quedarse con todo hay que matar a todos los herederos.15
Megaproyectos hidroeléctricos: los impactos de Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa
En tercer lugar se encuentra la multinacional eléctrica Unión Fenosa –hoy rebautizada como Gas Natural Fenosa después de su fusión con la primera compañía española de gas–, que ha sido duramente cuestionada por su mala prestación del servicio eléctrico (apagones, alza de tarifas, falta de mantenimiento…) en Nicaragua, Guatemala y Colombia, así como por su corresponsabilidad en la persecución a dirigentes sociales en estos dos últimos países.18En el caso de Colombia, además, sus plantas de generación hidroeléctrica han tenido graves impactos sobre las poblaciones afrodescendientes, campesinas e indígenas que habitan en la región del Suroccidente.
A pesar de que Unión Fenosa haya ganado varios premios internacionales por sus programas de Responsabilidad Social Corporativa en el país, entre ellos uno relativo a la realización de un plan de desarrollo rural en los alrededores de la Salvajina, una central hidroeléctrica de su propiedad –hasta el año 2009, en que vendió esta filial a inversores colombianos– en el departamento del Cauca, el hecho es que la compañía apenas ha aportado soluciones al conflicto que mantiene con las comunidades indígenas nasa: éstas exigen a Unión Fenosa una respuesta clara por la inundación de 600 hectáreas de su territorio, por el cambio del microclima, por la persecución a los dirigentes indígenas que se oponen a la represa, y por la destrucción de sus formas de vida, que afecta a las 10.000 personas del Cabildo Indígena de Honduras.19
Los pueblos indígenas y la resistencia frente al poder corporativo
La justificación que han utilizado los Estados y las empresas multinacionales para intimidar, desplazar y, prácticamente, eliminar del mapa a muchas comunidades indígenas ha sido la necesidad de explotar los recursos naturales que albergan sus territorios, para incorporarlos a la maquinaria de producción y consumo del sistema económico global. Pero la visión que de estos hechos han ido teniendo las sociedades y las instancias internacionales ha ido cambiando. Especialmente, a lo largo de las tres últimas décadas.
En este contexto es en el que las multinacionales españolas han ido desarrollando sus operaciones en los territorios indígenas de América Latina. Y estas empresas, que habían de adaptar sus actividades a una realidad que hasta entonces les era desconocida, no han tenido una actuación muy diferente a la de las corporaciones transnacionales de otros países que les precedieron. Eso sí, después de observar cómo se desarrollaron ciertos conflictos con las poblaciones locales –como el caso de las operaciones de las petroleras en el territorio u’wa en Colombia o el caso de la presa de Ralco construida por Endesa en Chile, entre muchos otros–, parece que han aprendido la lección: no se trata tanto de modificar la realidad de sus prácticas sobre el terreno como de cambiar la percepción social que se tiene de ellas. Para eso, han diseñado una novedosa estrategia para interactuar con las comunidades indígenas, basada sobre todo en la asunción de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Con estos programas de Responsabilidad Social Corporativa, las multinacionales destinan una mínima parte de su presupuesto anual al fomento de determinadas actividades de acción social en las zonas aledañas a sus lugares de operación: construcción de escuelas, regalo de ordenadores, oferta de puestos de trabajo a los líderes comunitarios… Además, las corporaciones han tratado de evitar el posible disenso dividiendo a la población a través de diferentes mecanismos, tales como apoyar reformas legales para individualizar las propiedades colectivas, fragmentar un proyecto en varios y reunirse con las comunidades por separado.
Finalmente, en los últimos años, las multinacionales españolas han empezado a incluir en sus informes anuales menciones explícitas a la cuestión indígena. Y se han preocupado de ofrecer en todo momento una imagen dialogante y de respeto hacia las comunidades: tomando el mismo caso a modo de ejemplo, el consorcioRepsol-Ecopetrol ha llevado a cabo un proceso de diálogo para convencer a las comunidades u’was de las bondades de la extracción petrolera en su territorio, y ha tratado de establecer un consenso para autorizar las actividades petrolíferas. Algo similar ha tenido lugar con las operaciones de Repsol en Ecuador: tras haber resultado duramente criticada por sus operaciones en el Parque Nacional Yasuní, la compañía invirtió más de un millón de dólares en programas para las poblaciones indígenas que viven en la zona. Con ello, cuando Repsol fue amenazada con la expulsión del país por no pagar impuestos, el consejo de gobierno de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE) emitió un comunicado en el que pedía al presidente Rafael Correa que diera marcha atrás en su decisión de que la petrolera española se fuera de Ecuador, porque la falta de Repsol “implicará que nuestras comunidades dejen de recibir servicios médicos, odontológicos y que los niños y jóvenes no tengan clases en los colegios, así como desayunos escolares”, afirmaba.23
Maquillaje corporativo
Con todo y con ello, a pesar de que se trate de afianzar el mito de que los pueblos indígenas son atrasados y se oponen al progreso, y de que se contraponga de manera artificial el derecho de los pueblos indígenas con el interés nacional, las organizaciones y redes internacionales de solidaridad van a seguir denunciando los impactos sociales, ambientales y culturales de las actividades de las empresas transnacionales sobre los pueblos indígenas. Porque, después de más de treinta años de políticas neoliberales, no parece que toda esta modernización forzada de nuestras sociedades esté sirviendo para paliar las desigualdades y resolver los conflictos sociales. Y, en ese sentido, lo que se continuará demandando es, sencillamente, el derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre su propio futuro.
Una de las herramientas utilizadas en la búsqueda de justicia alternativa han sido las audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP). Y es que el régimen de permisividad, ilegalidad e impunidad en el que se enmarca la actuación generalizada de las corporaciones transnacionales en relación al derecho indígena hace necesarios mecanismos adicionales a los de la justicia ordinaria. Así, en las diferentes sesiones del TPP realizadas en los últimos cuatro años,25 los representantes de los pueblos afectados por las violaciones de los derechos humanos cometidas, de manera directa o indirecta, por las multinacionales no sólo encuentran un espacio para expresar sus demandas, sino que asumen además un papel de agentes de la justicia.
En definitiva, ésta y otras experiencias de denuncia del poder corporativo confirman que las poblaciones y los movimientos sociales de la región están inmersos, como dice Alfonso Moro, “en una perspectiva de largo aliento: rehabilitar la acción política como un ejercicio de los pueblos y, a través de ella, defender la primacía de los derechos y bienes universales y comunales contra su apropiación por parte de las compañías multinacionales”.26 Todo ello cobra sentido para que, según afirma Alejandro Teitelbaum, podamos “reflexionar acerca de cómo los seres humanos, que ‘nacen libres e iguales en dignidad y derechos’ recuperan, en el marco de una sociedad democrática y participativa, el poder de decisión sobre sus propios destinos”.27 Y poder lograr así, en definitiva, evitar la vulneración de los derechos humanos que sufren las mayorías sociales del planeta.
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Últimos sobrevivientes del más grande desastre de la humanidad, los pueblos indios refugiados en las montañas,en los desiertos o escondidos en las profundidades de los bosques, continúan dándonos la imagen de una fidelidad absoluta hacia los principios de libertad, de solidaridad y de sueño de las antiguas civilizaciones prehispánicas. Estos pueblos continúan siendo los guardianes de “Nuestra madre tierra”, los observantes de las leyes de la naturaleza y del ciclo del tiempo.
Jean-Marie Gustave le Clezio. “El sueño mexicano”
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[Extracto de Multinacionales españolas en América latina: Impactos sobre los pueblos indígenas, Pedro Ramiro y Erika González 2010, en PUEBLOS ORIGINARIOS EN AMÉRICA. GUÍA INTRODUCTORIA DE SU SITUACIÓN, ALDEA ALTERNATIBA DESARROLLO 2010]
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Vídeo | Una mosca en una botella de Coca-Cola
Los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina han creado leyes y políticas que han afectado los intereses de la multinacionales españolas: nacionalización y expropiación de empresas petroleras, eléctricas, bancarias… A la vez, han introducido normas que regulan los medios de comunicación para evitar que estén en manos de grandes grupos privados transnacionales. Han tocado el poder económico, político y mediático de grandes empresas españolas, incluidos los medios de comunicación.
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Producido por Producciones CMI y Paz con Dignidad -OMAL, este documental analiza los medios de comunicación que operan en el Estado español y su forma de tratar a los gobiernos populares de América Latina. Tomando como referencia varios textos de Pascual Serrano, en el documental se pregunta hasta qué punto los grupos privados que controlan casi todo lo que se lee, se ve y se oye, obligan a sus medios a defender sus intereses económicos a costa de la verdad y la ética periodística.
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1Discurso de Salvador Allende, presidente del gobierno de Chile, ante la Asamblea General de Naciones Unidas (4 de diciembre de 1972).
2Alejandro Teitelbaum, La armadura del capitalismo. El poder de las sociedades transnacionales en el mundo contemporáneo, Icaria, Barcelona, 2010.
3Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro (eds.), El negocio de la responsabilidad. Crítica de la Responsabilidad Social Corporativa de las empresas transnacionales, Icaria, Barcelona, 2009.
4Juan Hernández Zubizarreta, Las empresas transnacionales frente a los Derechos Humanos: Historia de una asimetría normativa, Hegoa y OMAL, Bilbao, 2009.
5ONIC, CECOIN y GhK, Tierra profanada. Grandes proyectos en territorios indígenas de Colombia, Bogotá, Disloque Editores, 1995.
6Marco Gandarillas, Marwan Tahbub y Gustavo Rodríguez, La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia. La lucha de un pueblo por sus recursos naturales, Icaria, Barcelona, 2008.
7Marc Gavaldá, La recolonización. Repsol en América Latina: invasión y resistencias, Icaria, Barcelona, 2003.
8Entrevista a Francisco Luzón en El País, 13 de julio de 2010.
9Miquel Ortega (coord.), La deuda ecológica española. Impactos económicos y sociales de la economía española en el extranjero, Muñoz Moya Editores, Sevilla, 2005.
10Erika González, Kristina Sáez y Jorge Lago, Atlas de la energía en América Latina y Caribe, OMAL – Paz con Dignidad, Bilbao, 2008.
11Erika González y Marco Gandarillas (coords.), Las multinacionales en Bolivia. De la nacionalización al proceso de cambio, Icaria, Barcelona, 2010.
12Marc Gavaldá, op. cit
13“El Tribunal Supremo argentino investiga a Repsol y otras petroleras por daño ecológico”, El País, 2 de julio de 2007.
14Juan Luis Sánchez, “Repsol avanza sobre la tierra de los indígenas invisibles”, Periodismohumano, 21 de abril de 2010.
15Pedro Ramiro, Erika González y Alejandro Pulido, La energía que apaga Colombia. Los impactos de las inversiones de Repsol y Unión Fenosa, Icaria, Barcelona, 2007.
16Campaña “Patagonia Chilena ¡Sin Represas!”: http://www.patagoniasinrepresas.com
17Cristina Sáez, Mikel Barba y Jorge Lago, “Análisis de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa de las multinacionales vascas: los casos de BBVA e Iberdrola”, Lan Harremanak, nº 19, Universidad del País Vasco, 2009.
18Erika González y Jesús Carrión, “La Responsabilidad Social Corporativa de Unión Fenosa a estudio: los casos de Colombia y Nicaragua”, Lan Harremanak, nº 19, Universidad del País Vasco, 2009.
19Alejandro Pulido y Pedro Ramiro, “La Responsabilidad Social Corporativa de las multinacionales españolas en Colombia”, Lan Harremanak, nº 19, Universidad del País Vasco, 2009.
20Setem, BBVA: Vínculos financieros con empresas y proyectos controvertidos en el mundo, Madrid, 2007; Setem, Banco Santander: Vínculos financieros con empresas y proyectos controvertidos en el mundo, Madrid, 2007.
21Jordi Carreras, “2007: más sombras que luces en la realidad indígena en el mundo”, Gara, 28 de mayo de 2007.
22Rodolfo Stavenhagen, “Los derechos de los pueblos indígenas: esperanzas, logros y reclamos”, en Mikel Berraondo (coord.), Pueblos indígenas y derechos humanos, Universidad de Deusto, Bilbao, 2006.
23“Los indígenas Waorani piden al Gobierno de Ecuador que no expulse a Repsol”, ABC, 6 de noviembre de 2008.
24Mikel Berraondo, “Aplicación del derecho o programas de RSC para pueblos indígenas”, Lan Harremanak, nº 19, Universidad del País Vasco, 2009.
25Entre 2006 y 2010 se han llevado a cabo diversas audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) dedicadas a investigar y sistematizar los impactos de las empresas transnacionales en América Latina, especialmente de las europeas. Cabe destacar las tres sesiones organizadas en conjunto con la Red Birregional Europa, América Latina y Caribe Enlazando Alternativas que se celebraron en Viena (2006), Lima (2008) y Madrid (2010).
26Alfonso Moro, “América Latina, a propósito de las resistencias contra las transnacionales”, Pueblos, nº 43, julio de 2010.
27Alejandro Teitelbaum, op. cit