Se les ve como “víctimas” y no como agentes de cambio social
8 de septiembre de 2014.-Es necesario visibilizar los aportes de las mujeres indígenas en contextos migratorios como líderes comunitarias y defensoras de Derechos Humanos (DH) con políticas públicas y encuentros que impulsen su liderazgo, señalaron expertas.
Lo anterior durante la presentación del libro “Testimonios de mujeres indígenas en contextos migratorios: liderazgos e identidades colectivas y de género”, que llevó a cabo el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir en esta ciudad con motivo del Día Internacional de la Mujer Indígena.
Ximena Andión Ibañez, directora del instituto, dijo que es necesario visibilizar la participación de las mujeres dentro del fenómeno migratorio, pero no sólo desde un enfoque que las victimiza, sino como líderes y activistas que actúan para mejorar la condición de vida de sus comunidades y de las mujeres.
Muchas de las indígenas, explicó, aún bajo las adversidades son promotoras de DH –muchas promueven los derechos sexuales y reproductivos y los laborales– y otras son defensoras de mujeres que viven violencia y abusos al interior de sus familias, en sus comunidades o en lugares donde son migrantes.
Martha Sánchez Néstor, coordinadora del libro, observó que las mujeres emigran para estudiar, trabajar o acompañar a sus familiares; sin embargo, en los trayectos experimentan abusos que las “transgreden”, y las llevan a cuestionarse cuáles son sus derechos y defenderlos para el desarrollo de las personas que las rodean.
La también indígena apuntó que es necesario visibilizar esta condición de las mujeres para que se desarrollen más acciones políticas y sociales que fomenten su empoderamiento y fortalezcan los lazos de solidaridad y trabajo entre ellas; por ejemplo, a través de políticas públicas para incentivar su participación y la celebración de foros y encuentros nacionales e internacionales que aborden esta temática.
Natalia Flores Garrido, autora del libro e investigadora, agregó que el objetivo del proyecto fue el de reunir testimonios de indígenas en contextos migratorios (en estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca) para mostrar, desde sus propias experiencias, lo que implica el fenómeno migratorio para sí mismas y sus comunidades y cómo se han situado en espacios de poder y liderazgo a partir de su aspiración de construir contextos de igualdad.
Flores Garrido reconoció que las necesidades específicas de las migrantes indígenas y de las que viven en contextos de migración no están consideradas en las políticas públicas nacionales y estatales sobre migración; además de que tampoco están visibilizados los costos personales que implica a las mujeres asumir estos liderazgos, por ejemplo enfrentar violencia y destinar recursos propios para su movilidad, protección y capacitación.
La académica detectó “claves de liderazgo” que llevaron a estas mujeres a ocupar el papel que ahora representan en sus comunidades y en el contexto migratorio, como son el desarrollo de la empatía, diálogo intercultural, identidad como fuerza y posición política, la comunidad como origen y destino, formación e incidencia, y el impulso de una agenda global en el contexto local.
Los testimonios del libro son de las chiapanecas Cielo Gómez, voluntaria que presta apoyo a migrantes discriminados en el Consulado Mexicano en Estados Unidos y fundadora de la organización Casa Chiapas Tampa, y Ofelia Pérez Ruiz, partera y promotora de derechos sexuales y reproductivos en San Cristóbal de las Casas.
También participaron las guerrerenses Erika Candia Juárez, abogada contra la violencia hacia las mujeres e integrante de la Red Mujeres Jóvenes Indígenas y Afromexicanas, y Juana Domínguez Flores, defensora de los derechos de los pueblos originarios e integrante del Consejo de Jornaleros Agrícolas.
Se incluyó a las oaxaqueñas Genoveva Díaz Altamirano, coordinadora regional de la mixteca dentro del Frente Indígena de Organizaciones Binacionales, y Lorena Gutiérrez Gómez, defensora de los derechos de las trabajadoras del hogar en la Ciudad de México.
Según el documento, Oaxaca y Guerrero están entre los 10 estados del país que más migrantes expulsa cada año. Pese a sus diferencias en la dinámica migratoria, estas entidades coinciden en que el número de mujeres migrantes ha sido constante y creciente, ya que para 2010 el volumen de mujeres migrantes fue de 3 mil 682 en Chiapas, 11 mil 938 en Guerrero, y 12 mil 938 en Oaxaca.
Además, estas entidades presentan un mayor porcentaje de población indígena, ya que 34 por ciento, 27 por ciento y 15 por ciento de la población son indígenas en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, respectivamente.
(Agencia: Cimac)