Liberarán al canadiense que besó a niña de 3 años en Acapulco

Las leyes acapulqueñas no contemplan la pedofilia como delito y su equivalente, abuso sexual de menores, alcanza fianza.

candienseloco

Regeneración 28 de marzo del 2016.- El canadiense de 68 años videograbado mientras besaba y tocaba a una pequeña de menos de tres años, en Acapulco saldrá libre porque el código penal del puerto ni siquiera plantea el delito de pedofilia y su equivalente, abuso sexual a menores, alcanza fianza.

El domingo por la tarde, un turista grabó a Walter Zuk, ciudadano canadiense besando en los labios y tocando las nalgas de una niña de menos de tres años; la menor estaba en compañía de su padre quien permitió el abuso justificando que el canadiense era un “conocido” y a veces les regalaba despensas.

Pero el turista que grabó el video, llamó a la Gendarmería para denunciar el hecho y el extranjero fue aprehendido.

Ya en la oficina de la Fiscalía de Guerrero, Juana Epitacio Santos, de 34 años de edad, la madre de la pequeñita abusada, Montserrat Nava Epitacio, levantó la averiguación previa número TAB/EDS/02/0272/2016 por abuso doloso en contra de una menor de edad.

El inculpado, un turista canadiense que se negó a firmar la denuncia a pesar de comprobarse que habla, escribe lee y entiende el idioma españo0l, es Walter Zuk, de 68 años de edad.

En la denuncia se dice que el domingo, cerca de las tres de la tarde, sobre la banqueta del edificio Oceanic, el señor Adán Vargas fue testigo cuando el inculpado besaba en la boca y tocaba las nalguitas de una pequeña de tres años de edad.

Dijo que aunque llamó a quien dijo ser el padre de la menor, éste dijo que esas situaciones eran normales pues el inculpado era su conocido y les regalaba despensas de manera regular. Ante esa situación decidió llamar a una patrulla de gendarmes que pasaba por el lugar, quienes llevaron ante el Ministerio Público al canadiense.

En la Fiscalía de Guerrero informaron que el detenido quedó a disposición de la autoridad y el término para que aporte pruebas a su favor vence a las cinco y media de la tarde del próximo día 29 de marzo. Se informó que el consulado canadiense ha sido informado de la situación.

Cuando el video se volvió un fenómeno en las redes sociales, muchas personas y organizaciones mostraron su indignación. Hubo inclusive una manifestación para exigir aplicar la ley al canadiense. Las directivas del DIF estatal de Guerrero como municipal de Acapulco enviaron boletines asegurando que brindarían acompañamiento y ayuda sicológica a la menor agraviada y a la familia de esta. De nada servirá la condena moral. La ley, la cruda y dura ley, dice otra cosa.

El abogado Alfredo Pérez Zárate, presidente del Colegio de Abogados Penalistas y el diputado local Ricardo Mejía, nos hicieron ver “la novedad que no contempla, el código penal vigente en el estado, a la pedofilia como delito”.

“La conducta delictiva del canadiense se encuentra en el código penal como abusos deshonestos o abuso sexual, con una penalidad de dos a cuatro años de prisión”, nos dijo el abogado Pérez. “Alcanza fianza el canadiense”, comentó indignado aunque dejó ver una posibilidad de justicia al asegurar que “también al padre se le debe fincar responsabilidad penal”.

En este sentido dijo que el Código Penal de Guerrero contempla que por omisión de cuidado “y es posible que se le pueda acusar por corrupción de menores, inclusive por trata de personas, con la agravante de que se trata de una menor y podría alcanzar una pena de 12 a 24 años de prisión a ambos: al padre y el agresor canadiense”, dijo.

Acapulco, lo mismo que algunos países de Asia, El Caribe o centro y Suramérica, se han convertido en un paraíso del turismo sexual infantil. No es que los ciudadanos sean depravados o así hayan sido educados.

Las leyes, las que han confeccionado sus diputados locales, permiten, no sancionan o consienten la pedofilia. En Guerrero el Código Penal ni siquiera la considera delito y su equivalente, el abuso sexual a menores, contempla penas mínimas que, en su media aritmética, permite al delincuente ser liberado mediante el pago de una fianza.