El marihuano en la narrativa mexicana

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El libro “El marihuano en la narrativa mexicana del siglo XX”, de Juan Pablo García Vallejo es un acercamiento docto sobre la presencia de la marihuana en la literatura mexicana. “La prohibición siempre será un fracaso”, concluye el autor

Regeneración, 5 de noviembre de 2015. “Investigar es ver lo que todo el mundo ha visto, y pensar lo que nadie más ha pensado”. Eso es precisamente lo que propone Juan Pablo García Vallejo en su libro a la imagen del marihuano.

El recorrido que hace el libro va de Efraín Huerta a Gabriel García Márquez y de Rita Macedo a Alberto Vázquez y Tintán.

Si el encuentro entre la marihuana y el mexicano ha devenido en una pasión que adquiere innumerables formas, sólo un autor que ha sido consumidor, historiador, militante, investigador y analista de este fenómeno, es capaz de descubrirnos su verdadera historia, y el por qué, a pesar de todos los intentos del poder, la prohibición siempre será un fracaso.

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Juan Pablo García Vallejo se fue convirtiendo en un símbolo del movimiento a favor de la despenalización de la marihuana en México.

En los años ochenta publicó el divertido e ingenioso Manifiesto Pacheco en la legendaria revista independiente La Guillotina y desde entonces no ha dejado de publicar artículos, periódicos y libros en torno a la cultura de la marihuana y ha abogado por su despenalización.

Además de libros como La desconocida historia de la marihuana en México 1492-2010 y Manifiestos Cannábicos 1923-2011, Juan Pablo también es editor de la intermitente Gaceta cannábica (Publicación cultural sobre la planta amiga), su más reciente obra este año es El marihuano en la narrativa mexicana del siglo XX (Eterno Femenino Ediciones, 2014).

El escritor Jorge Arturo Borja prologa el original ensayo y advierte es larga la lista de pintores, poetas, actores y cantantes mexicanos que han encontrado “en la grifa su fuente y motor de inspiración y que con el valor de sus obras contradicen la nefasta imagen del marihuano que permanece en el imaginario de las clases más conservadoras de la sociedad mexicana. Desde Efraín Huerta a Gabriel García Márquez y de Rita Macedo a Alberto Vázquez, muchos artistas han encontrado estímulo y recompensa en el gozo singular que proporciona el toque consuetudinario”.

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El libro no trata del uso de las drogas o de la marihuana, sino del marihuano como una presencia siempre oculta o menospreciada por las elites culturales de todos los tiempos.

Según Juan Pablo García, “con este ejercicio literario-cannábico pretendemos demostrar cómo en las etapas más recientes de la literatura mexicana se asimiló o presentó al consumidor de marihuana a lo largo del siglo XX y comienzos de siglo XXI. Así, nuestro personaje marihuano, es un sujeto activo no pasivo, deteriorado y subordinado, aun cuando se presente con el estereotipo negativo, minusvalorizador y discriminante”.

El autor analiza 25 novelas, una selección que revela una inclinación por la contracultura de García Vallejo, quien incluye a autores como José Agustín, Parménides García Saldaña, William Burroughs y Federico Arana; pero también considera autores clásicos como Mariano Azuela, José Juan Tablada, Elías Nandino y, desde luego, el infaltable Carlos Monsiváis.

Todas estas novelas tienen como común denominador a personajes cuya característica principal es su afición a la “juanita”, independientemente de su condición social o actividad profesional, como puede ser un soldado o un niño bien de la clase media.

En el “club del marihuana literario” que conforma García Vallejo ésta es la lista completa de libros y autores que analiza:

Los de abajo (1915) del doctor Mariano Azuela; La Resurrección de los ídolos. Novela Americana Inédita (1924) del poeta José Juan Tablada; La luciérnaga (1932) de M. Azuela; Tropa vieja. Marcha, fajina y campaña (1937) del general Francisco L. Urquizo; La feria de la vida (1937) de J.J. Tablada; Jonkey (1953) del escritor William Burroughs; En el camino (1957) de Jack Kerouac; De perfil (1966) del joven narrador José Agustín; El libro del desamor (1967) de Julián Meza; ¡El Móndrigo! (1968) de autor anónimo; Pasto verde (1969) del escritor rocanrolero Parménides García Saldaña; Chin Chin el Teporocho (1971) de Armando Ramírez; Las jiras (1973) de Federico Arana; El infierno de todos tan temido (1975) de Luis Carrión Beltrán; Amor Perdido (1977) del cronista Carlos Monsiváis; El vampiro de la colonia Roma (1978) de Luis Zapata; Entre tiras, porros y caifanes (1982) de Gonzalo Martré; Las sombras largas (1993) de J.J. Tablada; Estatua de sal (1998) del cronista Salvador Novo; Los detectives salvajes (1998) de Roberto Bolaño; La vocación insular (1999) de Hugo Valdés; Juntando mis pasos (2000) de Elías Nandino; Ella decidió  ser hippy a los 50…(2000) de Angélica Sánchez; Camada Maldita (2004) del periodista cultural Alejandro Ariceaga, y El cerco (2008) de Juan Antonio Rosado.

Juan Pablo García Vallejo relata diversas anécdotas en torno a cada una de estas novelas. Al final del libro, García Vallejo señala a manera de conclusión que desde principios del siglo XX diversos autores han demostrado el permanente fracaso del Estado mexicano en su necedad prohibicionista. “En cada generación literaria con un contexto socio-cultural siempre cambiante, aparecen nuevos consumidores en las novelas seleccionadas para este estudio, sin que desaparezca o se erradique a los marihuanos como han sido los deseos siempre incumplidos de la política oficial prohibicionista”.

Para conseguir este libro de juan Pablo García Vallejo, que tiene una circulación limitada, hay que escribir al correo electrónico: [email protected].

El libro, nos invita el autor, puede leerse un churrito de por medio, para constatar la recreación del consumo de marihuana en la literatura mexicano y la absurda y fracasada política prohibicionista. Un libro cuya vigencia está marcada por el debate actual sobre la posible legalización del consumo lúdico de la yerba verde, como abrió la reciente decisión de la Suprema Corte.