El secretario de Hacienda prefieren llamarle pérdidas por malas inversiones. Pérdidas por haber comprado caro y haber vendido barato. Pérdidas por haber prestado ese dinero a quien no podía o no iba a querer pagarlo después
¿Alguien se los robó? ¿Alguien sin derecho a ello dispuso de esos fondos? La palabra robo, desde luego, es muy fea. El gobierno y concretamente el secretario de Hacienda prefieren llamarle pérdidas por malas inversiones. Pérdidas por haber comprado caro y haber vendido barato. Pérdidas por haber prestado ese dinero a quien no podía o no iba a querer pagarlo después.
Pérdidas por haber comprado chatarra como si se tratara de un automóvil último modelo y de lujo. ¿Se puede ser tan tonto? ¿Quién pudo haber ordenado comprar bonos y títulos, es decir, simples papeles cuyo valor impreso era de cien pero que en realidad valían 50 (o menos)?
¿Pura tontería de los “expertazos” de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público? ¿O una maniobra, una acción concertada, un fraude? Por ejemplo: comprar papeles de escaso valor en un precio excesivo y, obviamente, inflado. Una compra absurda que a la hora de la reventa sólo puede producir pérdidas. Pero quién puede hacer semejante tontería. Sólo alguien que puede disponer de dinero ajeno. Y sin la obligación de entregar cuentas a nadie. Por ejemplo la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar).
El truco tiene dos partes claramente visibles. Primero, disponer de recursos ajenos sobre los cuales los legítimos dueños (los trabajadores que ahorran) no tienen ningún control. Y la segunda parte del truco es hacer que parezca una mala inversión lo que en realidad es un acuerdo entre vendedores de bonos y la Consar para que vendedor y comprador se embolsen miles de millones de pesos. Una simulación, un fraude, un atraco. ¿Y el señor secretario de Hacienda, don Luis Videgaray? Pues bien, gracias. ¿Será él mismo parte del acuerdo o es tan inocente que no se ha percatado de nada?
Consumatum est, diría el clásico. El robo está consumado. ¿Se puede revertir? Imposible. Ese dinero sustraído ya tiene nuevos dueños. Por ley, por la ley de la Consar, los trabajadores están atados de pies y manos. Sólo pueden esperar que las dichosas “malas inversiones o inversiones tóxicas” no desaparezcan completamente el monto total de sus ahorros.
A estas alturas el único consejo que se les puede dar es que no deben incurrir en el llamado ahorro voluntario en la Consar. Deben evitar a toda costa, como se dice popularmente, echarle dinero bueno al malo.
Esto no quiere decir, desde luego, que no deben ahorrar. El ahorro es una condición presente de la holgura del futuro. Pero debe evitarse poner esos ahorros en manos de los bandidos de la Consar.
Y también se les puede aconsejar mantener sus ahorros en el sistema bancario, pero cuidando de no poner todos los huevos en una misma canasta. Varias cuentas aunque sean chiquitas es mejor que todos los ahorros en una cuenta grande.
Y, finalmente, el trabajador debe evitar a toda costa acudir al crédito. Las deudas, por definición, son ahorros negativos. Un método expedito de llegar a la ruina, Mejor ahorros bancarios que se hacen pequeños por la vía de la inflación, que deudas que se hacen inmensas por la vía de las tasas de interés, normalmente excesivas.
Autor: miguelangelferrer