El excesivo y controversial lujo del sindicalismo en México: BBC

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“México no merece los líderes sindicales que tiene”

Martín Moreno, autor del libro “Los demonios del sindicalismo mexicano”

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Mide 2.70 metros, pesa 198 kilos y está hecha de una aleación de metales.

La estatua que Joaquín Gamboa Pascoe, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), develó de sí mismo meses atrás es la última muestra de las peculiares conductas del sindicalismo mexicano.

Excesos, lujos y corrupción. Opacidad, opulencia e impunidad. Los sindicalistas mexicanos tienen mala fama.

O al menos algunos de sus líderes, que representan a la clase obrera pero se dice que viven como reyes. Históricamente a muchos dirigentes se los ha vinculado con un enriquecimiento desmesurado.

“México no merece los líderes sindicales que tiene”, le dice a BBC Mundo Martín Moreno, autor del libro “Los demonios del sindicalismo mexicano”, publicado en febrero.

Carlos Romero Deschamps, secretario general del sindicato la petrolera estatal Pemex y senador por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), es el primer ejemplo de la obra de Moreno.

Algunos medios como el diario Reforma señalan que ha adquirido una Ferrari, autos Mercedes Benz y BMW, tres yates, un departamento en Nueva York, un condominio en Texas y una casa en Cancún.

También se habla de los departamentos de lujo comprados por su hijo José Carlos en Miami por US$7,5 millones y las fotos en jets privados que ha publicado su hija Paulina en redes sociales.

Y la historia de “La Maestra”, considerada en su momento “la mujer más poderosa de México”

O la de Napoleón Gómez Urrutia, secretario general del sindicato minero, exiliado en Canadá desde 2006 luego de que fuera acusado de desviar US$55 millones, acusaciones que la Suprema Corte terminó desestimando.

Son casos que han golpeado la imagen del sindicalismo. Al sector se lo considera, según sondeos de opinón, casi tan corrupto como los partidos políticos y los altos funcionarios.

“Casos aislados”
José Luis Carazo, secretario de Trabajo de la CTM y secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Metálica, Siderometalúrgica, Extracción de Minerales, Similares y Conexos, se preocupa por derribar esa percepción

“No tengo la capacidad para decir si es cierto o no es cierto. No lo sabemos, realmente no lo sabemos, porque no son situaciones en las que estemos realmente involucrados”, le dice a BBC Mundo en su oficina que mira al Monumento a la Revolución de la capital mexicana.

Para Carazo se trata de “casos aislados”. “Hay muchas denuncias, algunas llegan a ser ciertas, pero hay mucho mito también”, señala.

El dirigente sindical no considera que las denuncias ameriten una reacción de parte de la CTM, que cuenta con cuatro millones de afiliados en sindicatos de empresas privadas, según Carazo.

“No decimos que sean verdad, no decimos que sean mentira, simple y sencillamente no son temas que nos atañen, tenemos suficiente trabajo con la problemática de los trabajadores”, señala.

Carazo se encarga de aclarar que son “muchos” los dirigentes sindicales que no están en esas condiciones, pero defiende el hecho de haber ido creciendo en un trabajo, “y cualquiera que va creciendo tiene derecho a vivir mejor”.

“Mucha gente quisiera ver en el sindicalismo gente que vivamos como obreros”, añade, “pues no se da porque tampoco se da en el periodismo, tampoco en el gobierno, en las empresas”.

Vínculo político
El poder de los sindicatos no se puede concebir sin el estrecho vínculo que muchas veces existe entre estos y la autoridad de turno.

“Las grandes centrales obreras no surgieron desde abajo, sino desde el poder presidencial”, aseguró recientemente el intelectual Gabriel Zaid en una columna en el diario Reforma.

“Esta confederación”, le dice Carazo a BBC Mundo”, siempre se ha manifestado institucional (…) estamos respaldando al gobierno que está en el poder. Como confederación sí pertenecemos a un partido, al PRI, desde su surgimiento”.

El caso emblemático que expuso una unión controversial fue el “Pemexgate”, en el 2000. El desviamiento irregular de al menos 500 millones de pesos (casi US$40 millones) del fondo del sindicato petrolero a la campaña presidencial del entonces candidato del PRI, Francisco Labastida

Romero Deschamps, y el tesorero del sindicato, Ricardo Aldana, fueron involucrados y acusados ante la justicia pero los cargos se desestimaron.

BBC Mundo solicitó una entrevista con el diputado Aldana pero no obtuvo respuesta.

El Instituto Federal Electoral determinó que había habido un desvío y multó al PRI. Al líder sindical la justicia lo halló inocente de lavado de dinero y delincuencia organizada.

La causa por fraude electoral contra Romero Deschamps prescribió en 2011.

“La mayoría de los sindicatos”, opina Moreno, “sirven para enriquecer a sus líderes al amparo de la protección presidencial desde hace muchos sexenios”.

“No podemos estar peor”, le dice a BBC Mundo el Dr. Arturo Alcalde Justiniani, abogado de sindicatos independientes.

“El modelo actual de sindicalismo en el país llegó a un extremo en términos de corrupción (…) El sindicalismo es un gran negocio porque los líderes se apropian de las finanzas sindicales”, añade.

Cuestiona la situación en la que operan la gran mayoría de los sindicatos en México.

“Las centrales obreras están totalmente subordinadas al empresariado y al Estado en menor medida”, sostiene.

La tasa de trabajadores afiliados a sindicatos, recuerda Alcalde Justiniani, ronda el 10% y hace hincapié en que “uno de cada 100 trabajadores está en un sindicato real”, aquellos en los que hay “elecciones legítimas, rendición de cuentas patrimonial, y un mínimo funcionamiento democrático en asambleas y congresos”.

Me los regala mi esposa”

Son acusaciones que Carazo rechaza tajantemente al asegurar que los comicios sindicales son “legítimos” y “transparentes”.
¿Hay falta de transparencia en las finanzas?

“Tenemos la obligación estatutaria de presentar nuestros estados de cuenta. (…) pero lo que sucede es que se quiere que se presenten ante quienes no son nuestros agremiados”.

La información no es pública.

Para muchos sindicatos las cosas podrían empezar a cambiar.

La Ley General de Transparencia, aprobada en abril pero que aún no entra en vigor, obligará a 180 sindicatos que representan a trabajadores estatales a explicar el destino de los recursos que reciben.

Pero para mostrar que no tiene nada que ocultar, Carazo me enseña su reloj.

Un Emporio Armani que, dice, se venden por 1.500 pesos mexicanos (casi US$100).

“Me los regala mi esposa”, aclara antes bajar al estacionamiento y enseñar su Nissan Sentra último modelo. Nada de Ferraris.

En la planta baja de la sede de la central sindical la estatua del líder Gamboa Pascoe queda custodiada desde lo alto por un enorme cartel: “CTM. Nuestra lucha por una mejor justicia social”.