La contaminación en el cauce del alto Atoyac debido a la descarga de sustancias tóxicas ha generado varios problemas a la población, principalmente de salud.
Regeneración, 12 de febrero de 2018.- Hace más de 50 años que la crisis ambiental y de salud en la cuenca del alto Atoyac ha impactado, pues ha cambiado sin interrupción el uso de suelo agrícola y forestal para dárselo a miles de empresas industriales (en los ramos petroquímico, químico, metalmecánico, automotriz, de autopartes, textil, de alimentos, de producción de cerámica, y otras), que se asentaron en las márgenes de los ríos Atoyac, Xochiac, Zahuapan y sus afluentes,además de todo tienen acceso sin restricción alguna a las aguas superficiales y subterráneas.
De acuerdo con estudios que ha realizado el Centro Fray Julián Garcés, Derechos Humanos y Desarrollo Local, una asociación civil de Tlaxcala, en conjunto con otras organizaciones sociales, en relación al río Atoyac, el cual cruza por Tlaxcala y Puebla, presenta niveles de contaminación tan altos que en marzo de 2017 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la recomendación 10/2017, así lo informa el diario La Jornada.
Ocurre que la contaminación del río Atoyac es ocho veces mayor al límite máximo que la Comisión Nacional del Agua (Conagua) considera como aceptable.
Tal situación está poniendo en riesgo la salud de los 2.3 millones de habitantes del estado de Puebla y Tlaxcala, por lo que el Tribunal Latinoamericano del Agua emitió en 2006 un veredicto el cual califica como un grave desastre ambiental y social.
Se ha detectado que en el cauce hay presencia de metales tóxicos, como mercurio y plomo; solventes, como benceno o cloroformo, así como cloruro de vinilo y disruptores hormonales como ftalato de di (2-etilhexilo) ftalato o DEHP.
EL 78% DE LAS EMPRESAS VIOLA LAS NORMAS
Las industrias que descargan sustancias al Atoyac ya han sido evaluadas por el Instituto Mexicano de la Tecnología del Agua (IMTA), de estas el 78 por ciento no cumplió con lo que estipula la norma oficial mexicana NOM-001 sobre concentración de metales pesados, y 74 por ciento de las descargas de las industrias presenta niveles altos de toxicidad.
La recomendación 10/2017 que emitió la CNDH destaca violaciones a los derechos, a un medio ambiente sano, al saneamiento del agua y a la información, entre otros, cabe resaltar que durante más de 20 años los tres niveles de gobierno cometen violaciones, además de miles de empresas (algunas asentadas en la cuenca desde hace más de 50 años) que vierten, sin tratamiento alguno, residuos tóxicos a cauces de ríos, arroyos, zanjas y canales, así como a la atmósfera y los campos de cultivo.
Diariamente la cuenca del Alto Atoyac recibe descargas de metales pesados, hidrocarburos, compuestos orgánicos volátiles e incluso residuos fecalesque provienen de los drenajes municipales, sin dar tratamiento alguno para prevenir enfermedades entre la población.
A consecuencia de esta situación, las comunidades ribereñas han visto desaparecer numerosas especies de flora y fauna que antes de la llegada masiva de la industria servían de medicina, alimento, símbolo cultural o estético.
Organizaciones de la sociedad civil (entre ellas la Coordinadora por un Atoyac con Vida y la Red de Jóvenes en Defensa de los Pueblos) observaron que el agua del río adquirió colores y olores característicos de sustancias anteriormente inexistentes en la región.
ABUNDAN ENFERMEDADES COMO CÁNCER, ANEMIA E INSUFICIENCIA RENAL
Esta situación ha acarreado que debido a la descarga de sustancias tóxicas, se empezaron a dar casos de enfermedades que no se presentaban entre los habitantes, como: cáncer, anemia, púrpura trombocitopénica, leucemia mieloide, arseniosis e insuficiencia renal, entre otras.
Se empezaron a registrar casos de daño genotóxico entre niños y tasas elevadas de mortalidad infantil en puntos cercanos a los cauces. La recomendación de la CNDH señala: “Existe un nexo causal entre la contaminación de los ríos, la falta de saneamiento de las aguas residuales municipales e industriales y la incidencia de enfermedades crónico-degenerativas en la población”.
Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), advierten que el número de procesos requeridos para descontaminar el río Atoyac ha aumentado 500 veces, pero si se postergan las acciones cada vez será mayor por la descarga de aguas residuales.
“Trabajamos en el laboratorio con un pececito, que se llama hebra. Tuvimos que diluir 500 veces la muestra colectada en ese río para que los embriones sobrevivieran y llegaran a adultos. Este es un dato muy revelador, pues da un parámetro de que la meta a descontaminar es de 500 veces, y si no lo hacemos ahora será de mil veces y cada vez mayor”, detalló Omar Arellano, de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
Los habitantes de los municipios afectados por la contaminación del Atoyac advierten que la situación no ha dejado de empeorar y exigen aque se ataque el problema de fondo.
Activistas de las asociaciones civiles citadas, que laboran en torno a este problema desde hace más de 20 años, precisan que la mayor incidencia de cáncer, leucemia y otros padecimientos “no es invención nuestra” y reclaman que los derechos humanos “no pueden decretarse desde un escritorio”.
Alejandra Méndez Serrano, quien es directora del centro Fray Julián Garcés dijo que también implicaría la prevención, control y vigilancia de la contaminación de la cuenca, y el diseño y aplicación de un plan emergente de salud para quienes hoy están enfermos debido a la contaminación de la cuenca.
El plan de saneamiento deberá contar con recursos económicos suficientes para llevar a cabo todas sus acciones en cada etapa y la aplicación de medidas de reparación del daño a personas, familias y comunidades en su salud, economía, cultura y dignidad.
Cabe resaltar que la recomendación de la CNDH fue respuesta a una queja interpuesta hace seis años por un grupo de pobladores de varias localidades del alto Atoyac, agrupados en la Coordinadora por un Atoyac con Vida, quienes han denunciado los impactos catastróficos de la contaminación de la cuenca en la vida comunitaria, la cultura, la economía, el medio ambiente y, principalmente, en la salud de los habitantes.
La CNDH advirtió que, durante más de dos décadas, las instituciones del Estado mexicano han actuado sistemáticamente para ocultar o negar la existencia de la contaminación de los ríos Atoyac, Xochiac, Zahuapan y sus afluentes, por parte, principalmente, de grandes empresas asentadas en corredores, parques y ciudades industriales, en perjuicio del entorno y la salud de 2.3 millones de personas.