Con miles de trabajadores migrantes sometidos al abuso y la explotación, el desarrollo en Medio Oriente tiene un altísimo costo humano.
Regeneración, 4 de febrero de 2016.- Con miles de trabajadores migrantes sometidos al abuso y la explotación, el desarrollo en Medio Oriente tiene un altísimo costo humano.
Para los trabajadores no calificados de países como Bangladesh, India, Nepal, y otras economías en desarrollo muy poblados, los empleos son escasos y los salarios son muy bajos, algunos de menos de 100 dólares al mes.
No es de extrañar entonces que un trabajo en el Medio Oriente un anuncio de trabajo de más de 500 dólares al mes pueda parecer irresistible. Sin embargo, para los cientos miles de trabajadores que buscan estas oportunidades y migran a la región del Golfo, que es rica en petróleo esta promesa acaba siendo un espejismo.
En primer lugar, asegurar una posición a menudo significa pagarle a un reclutador local una cuota de unos 2 mil dólares, que se obtiene generalmente a través de un préstamo con tasas de interés exorbitantes. A su llegada, los trabajadores pueden tener que firmar un contrato – a menudo en árabe, una lengua que no saben leer, bajo cuyos términos se puede afirmar que el trabajo sólo pagará 200 dólares al mes, mucho menos de lo prometido, con costos de vivienda que se deducen de eso. Esto deja aproximadamente 100 dólares al mes que son apenas suficientes para cubrir los intereses del préstamo en su cuota de reclutamiento.
La explotación en muchos casos se extiende mucho más allá del mero dinero. En muchos casos, la empresa para la cual los trabajadores se han inscrito a trabajar confisca sus pasaportes por lo que resulta imposible salir del país sin el permiso de su empleador.
Tampoco se puede acceder a protecciones laborales, lo que hace que muchos se vean obligados a vivir en hacinamiento y falta de higiene, sin tiempos de descanso.
El resultado es una forma de esclavitud moderna, no reconocida a simple vista, que existe junto con la trata de personas, la servidumbre por deudas, el trabajo infantil y el matrimonio forzado.
Algunos, desafortunadamente, pagan el precio más alto. Entre 2010 y 2013, por ejemplo, la Confederación Sindical Internacional estimó que unos 1,200 trabajadores migrantes murieron en el estado de Qatar, algunas de estas muertes estaban relacionadas con la construcción masiva de estadios para la Copa del Mundo 2022.
Además, en 2015, siete trabajadores murieron, seis resultaron heridos y 15 fueron atrapados en el hormigón de una obra de construcción de la Universidad de Qassim, al noroeste de la capital de Arabia Saudita, Riad.
Así de defectuosas como son, estas prácticas laborales se han convertido en el elemento vital de muchas industrias en los países más ricos del Golfo. Hoy en día, los trabajadores migrantes representan más del 70% de la fuerza de trabajo en los países del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), Arabia Saudita, Kuwait, Los Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrain y Omán. Una gran proporción de los trabajadores, por su parte, son casi en su totalidad del sur de Asia: casi todos los trabajadores migrantes de la India, Pakistán y Sri Lanka, toman trabajos de los países de la GCC.
Los que lo hacen, a menudo son abandonados a su suerte, quebrados y atrapados como trabajadores forzados en los desiertos del Golfo Pérsico dentro de las construcciones de los relucientes rascacielos, los enormes estadios y las instalaciones de los aeropuertos de clase mundial que están definiendo la arquitectura y la economía de los países ricos.
Oriente Medio: Oferta y demanda
Con la escasez de trabajos locales y proyectos de alto perfil en curso, como los estadios de la Copa Mundial de Qatar, los nuevos aeropuertos de Doha, Dubai y Abu Dhabi, y las ramas de los museos de arte como el Louvre y el Guggenheim, los trabajadores son cada vez más requeridos en la región.
Hay una importante demanda de los trabajadores de Bangladesh, Nepal y la India, según informa Nick Grono, director general del Freedom Fund, una iniciativa filantrópica centrada en la lucha contra la esclavitud moderna. “Y hay un montón de factores estructurales que facilitan la explotación.”
Por ejemplo, en un informe de investigación de 2015, hizo manifiesto que aproximadamente un tercio (unas 10,000 personas) de los trabajadores migrantes empleados en la construcción del campus de Abu Dabi de la Universidad de Nueva York, no pudieron acceder a las protecciones de las pautas de trabajo de salarios justos, horas de trabajo y condiciones de vida de la universidad.
De acuerdo con el Departamento de Estado de E.U., el Reporte de Tráfico de Personas del 2014, en Kuwait, a pesar de la legislación que ajustó un máximo de horas, la ley excluye a los trabajadores domésticos migrantes. Mientras tanto, Human Rights Watch descubrió que en Qatar a estos trabajadores no se les permite formar sindicatos o participar en huelgas.
Cuando vuelven a sus países de origen, los migrantes son lanzados a las manos de reclutadores sin escrúpulos a todo, desde el desempleo a la pobreza y la corrupción y el conflicto político.
“En su esencia, se trata de la desigualdad global”, dice David Segall, un asociado de la política en el Centro Stern, de la Universidad de Nueva York para los Negocios y los Derechos Humanos. “Debido a la oferta y la demanda, los trabajadores tienen un fuerte incentivo para no hacer valer sus derechos”, Segall, que se centra en el reclutamiento y la migración de los trabajadores de la construcción del sur de Asia hasta el Golfo Pérsico.
Los trabajadores masculinos no están solos en su sufrimiento. Human Rights Watch estima que hay 236,500 trabajadores domésticos en los Emiratos árabes Unidos, de los cuales 146,100 son mujeres, que representan el 12,8% del empleo total del país.
En un estudio de 2014 que llevó a cabo esta organización, algunas de ellas hablaron de soportar el abuso físico y sexual, que las confina a sus empleadores, trabajando largas horas sin tiempo libre, con alimentación deficiente y sin tratamiento médico.
Mientras tanto, incluso bajo la Kafala (Kafala es un sistema que se usa para monitorear trabajadores migrantes) los trabajadores migrantes deben tener un “patrocinador” en el país donde se alojan, y usualmente es su empleador. Esto les vuelve más difícil cambiar de empleador o regresar a casa con sus familias en los casos en los que las condiciones de trabajo son demasiado duras.
Al igual que en otras partes del mundo, la cadena de responsabilidad de los trabajadores migrantes en el Medio Oriente es larga y compleja. “Cada grupo de interés tiende a pasar la pelota a los demás, dice Segall.
Derechos laborales: el Oriente Medio en un contexto global
El Golfo Pérsico es un importante destino para el flujo global de migrantes, donde los trabajadores dejan sus hogares para trabajar temporalmente en las economías más ricas. Sin embargo, esta región no es la excepción. En el mundo existen 232 millones de migrantes internacionales y la Organización Internacional del Trabajo estima que aproximadamente 21 millones de ellos se encuentran atrapados en trabajos en los que han sido coaccionados o engañados.
De hecho, con la globalización del comercio y el mercado, ha llegado la globalización de la mano de obra. En las industrias manufactureras, las empresas han externalizado la producción de todo, desde los textiles a los juguetes y la electrónica en países en desarrollo donde los salarios son más bajos, incluso si los derechos humanos no pueden ser respetados y las condiciones de trabajo sean muy duras.
En el Medio Oriente, debido al auge de la construcción, la dinámica es similar, pero traspuesta, son los trabajadores los que se importan, en lugar de que sean los productos que se fabrican.
“En una economía globalizada, vamos a seguir viendo los riesgos y la reducción de costos que se disminuyen siempre y que empujan más abajo a los más vulnerables de la sociedad, que a menudo son los migrantes, los refugiados, las personas afectadas por los conflictos, las mujeres y los niños y todos aquellos en los estratos sociales más bajos.”, dice James Cckayne de la Universidad de las Naciones Unidas, que ha estudiado la esclavitud moderna. “Eso es definitivamente lo que vemos en el Medio Oriente.”
¿Qué sigue? ¿Cambiar los incentivos?
Si los detonantes de violaciones de los derechos laborales en el Medio Oriente son complejos, también lo serán las soluciones. Y muchos sostienen que esto significa no sólo hacer frente a las complejas redes de subcontratistas no regulados y reclutadores sin escrúpulos, sino también ayudar a cambiar las prácticas de las grandes corporaciones globales.
Algunos consideran que la presión del consumidor juega un papel importante, sobre todo en el caso de proyectos de alto nivel. «Las empresas especialmente las firmas de construcción con base en occidente, están empezando a darse cuenta de que los riesgos para sus reputaciones son cada vez peores, especialmente en lo que corresponde a la Copa del Mundo».
Otros han pensado en aumentar los incentivos para las empresas para combatir el trabajo forzado, debido al riesgo de consecuencias legales a las que se enfrentarían si se encuentra una legislación que contravenga como la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de E.U., “si usted es una corporación de E.U. o de Reino Unido, y está empleando una mano de obra, hay una potencial vinculación en la corte, dice Grono.
El financiamiento proporciona otro punto de apoyo. Duncan Jepson, fundador de Liberty Asia, cree que convencer a los bancos para tratar estos riesgos como cualquier otro riesgo de una inversión podría provocar un cambio. “En esta zona de Oriente Medio, estos proyectos son vulnerables a la corrupción, la explotación y el fraude y deben pensar en esto antes de invertir”, dice. Otros argumentan que destacar el tema de que los negocios mejoren los ambientes de trabajo podría ayudar a las empresas a abordar la seguridad y las malas condiciones de trabajo.
“La tasa de rotación es extraordinaria y cuesta dinero atraer a nuevos trabajadores”, dice Segall. “Y una fuerza de trabajo feliz es una fuerza de trabajo más productiva.”
Hay un poderoso mensaje aquí para los gobiernos, también, ya que una fuerza de trabajo calificada estable con protección legal es necesaria para avanzar en sus objetivos de desarrollo. La lucha contra el trabajo forzoso y la servidumbre es importante no sólo para poner fin a la injusticia y el abuso, sino porque los trabajadores que son liberados de la esclavitud moderna y el trabajo forzoso pueden convertirse en una fuerza de trabajo feliz y saludable con el potencial para avanzar en el desarrollo de las naciones y comunidades locales de todo el mundo.
Fuente: New York Times.
Traducción: Isadora Bonilla.