Fórmulas lácteas, el nuevo mega negocio y futura obesidad en adultos

obesidadNueve fórmulas lácteas para bebés tienen entre 28% a 54% de azúcares.

Alimentos para niños pequeños con concentraciones de azúcar del 14 al 100% (52% en promedio) y altas concentraciones de sodio.

Los sabores aprendidos durante esta etapa, sean dulces o salados, perduran para el resto de la vida y pueden ser factores de riesgo para desarrollar obesidad a futuro

Regeneración, 19 de agosto del 2015. «Dar a los recién nacidos fórmulas infantiles en lugar de leche materna les crea adicción al sabor dulce y podría ser un detonante para desarrollar obesidad a futuro, ya que se encontró que sustitutos de leche para bebés tienen hasta un 54% de azúcar añadida» así lo informó el Poder del Consumidor, organización civil dedicada a la investigación y la defensa de los derechos civiles.

De acuerdo con la investigación realizada por El Poder del Consumidor “La alimentación industrializada del lactante y el niño pequeño, el nuevo mega negocio” se encontró que el abandono de la lactancia y el uso de sustitutos de la leche materna no sólo han sido causa de malnutrición, infecciones y enfermedades diarreicas sino también se han asociado a la gran pandemia de sobrepeso y obesidad que se sufre en el mundo. Estudios epidemiológicos demuestran que los incrementos en sobrepeso y obesidad se observan desde edades muy tempranas como de cero a seis meses de edad.

Especialistas en nutrición de El Poder del Consumidor analizaron las etiquetas de nueve fórmulas para lactantes y su publicidad, encontrando que estos contienen entre 28% y 54% de azúcares que se absorben muy rapidamente, a diferencia que aquellos que contiene la leche materna. Adicionalmente, se revisaron los alimentos para bebés y se observó que el porcentaje de azúcar se encontraba entre el 14% al 100% y todos los productos analizados contenían sodio. En relación con los “cereales”, estos son elaborados con “harinas refinadas” y ninguno cumplió con el mínimo de fibra acorde a la norma oficial.

Todo esto contrasta con lo establecido en la NOM043 de orientación alimentaria que recomienda no añadir ni azúcar ni sodio a los alimentos proporcionados a los lactantes.

Fiorella Espinosa, especialista en Nutrición y maestra en Salud Pública, quien coordina investigaciones en Salud Alimentaria en El Poder del Consumidor, afirmó que “es muy preocupante que desde edades muy tempranas los niños consuman productos industrializados que contienen grandes cantidades de azúcar añadida, lo que va a provocar que desarrollen un gusto por los alimentos dulces y se ha asociado el consumo de azúcares a padecimientos como diabetes, resistencia a la insulina, obesidad y síndrome metabólico”.

Existe evidencia que indica que el alto consumo de azúcares produce adicción.1 La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) recomiendan que los niños menores de dos años no ingieran nada de azúcares añadidos por el riesgo que existe de que se deforme su gusto2 y por los daños a la salud que se han demostrado a través de las altas ingestas de azúcar. La OMS establece que los alimentos o productos elaborados para infantes deben ser totalmente inocuos y libres de aditivos o ingredientes que puedan ser riesgosos a la salud.3

Datos recientes han demostrado la crítica situación que sucede en México con respecto a la lactancia materna. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut) se observa que el porcentaje de las mujeres que no amamantan es de 85.6% quedando sólo un 14.4% que amamantan a sus hijos de forma exclusiva los primeros seis meses de vida.4 “Al no amamantar se priva al bebé de obtener todos los beneficios de la lactancia, aumentando los riesgos de diversas enfermedades”, añadió Fiorella Espinosa.

En tanto, Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, señaló que la industria está viendo a los bebés como un gran negocio al ofrecer toda una gama de productos de alimentación y sustitutos de la leche materna, presentando estereotipos de niños de apariencia saludable, bien nutridos, cuando en la realidad no es así, ya que por el contrario, el consumo de estos productos les acarreara problemas de salud a futuro.

De esta forma, dijo Calvillo: “Las técnicas de publicidad y los etiquetados engañosos que utiliza la industria para inducir el consumo de sus productos son generalmente desleales y poco éticas. Es necesaria una regulación a la publicidad y el etiquetado de los alimentos y bebidas que se dirigen a infantes y niños mayores”.

Además, la compra de fórmulas lácteas desequilibra las finanzas familiares, ya que gasta entre $700 hasta $1 mil 700 pesos al mes dependiendo de la edad y tipo de fórmula, “en comparación a la lactancia materna, que significa salud y ahorros tanto en compra de sustitutos de la leche como en consultas médicas”.

En este sentido, exigieron que el Estado mexicano debe obligar a la industria de sustitutos de la leche materna a cumplir con el Código Internacional para los Sucedáneos de la Leche Materna, el cual prohíbe la publicidad de estos productos y su promoción en hospitales por parte del personal médico, salvo en caso de extremos. Además, que se establezca un sistema de monitoreo y evaluación del cumplimiento del código y que ante la violación de las normatividades existentes haya sanciones fuertes.

Ante esta situación El Poder del Consumidor demanda:

Que el Estado mexicano cumpla con el Código Internacional para la Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna.

Que el Estado mexicano atienda las recomendaciones del Plan de Acción para la Prevención de la Obesidad en la Niñez y la Adolescencia de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para proteger a los niños de la publicidad de alimentos y bebidas.

Que la Secretaría de Salud atienda las recomendaciones inscritas respecto al tema en el libro “Obesidad en México: Recomendaciones para una política de Estado” presentado por la UNAM, la Academia Nacional de Medicina, el Instituto Nacional de Salud Pública y el Instituto Nacional de la Nutrición.

Aquí, más adelante, puedes consultar el estudio completo de El Poder del Consumidor. Te invitamos a compartirlo.

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Avena NM, Rada P y Hoebel. Evidence for sugar addiction: Behavioral and neurochemical effects of intermittent, excessive sugar intake. Neuroscience and Biobehavioral Reviews 2008;32:20-39.

Swithers SE y Davidson TL. A role for sweet taste: calorie predictive relations in energy regulation by rats. Behavioral Neuroscience. 2008,122: 161-173.

Lusting R, Schmidt L, Brindis C.The toxic truth about sugar. Nature 482; 27-29:2012.

Encuesta Nacional de Nutrición 2012. Resultados Nacionales.

Anexo

Dentro de la investigación “La alimentación industrializada del lactante y el niño pequeño, el nuevo mega negocio”, El Poder del Consumidor analizó el etiquetado de 20 productos más comercializados para bebés en los que se encontró concentraciones de azúcar del 14 al 100%, con un promedio de 52%. Todos los productos analizados contenían sodio, mientras que un producto se excedió con el doble de lo establecido en la norma oficial.

Porcentaje de azúcar presente en los diferentes productos industrializados para bebés:

Además se encontró que la cantidad de fibra que contenían los alimentos que se ofrecen para bebés fue baja, especialmente en aquellos que se denominaban como “cereales”, que en realidad son “harinas refinadas”, ya que en las listas de ingredientes se indicaba claramente que eran harinas y no “harinas integrales” de dichos cereales.

La Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) establece que un lactante no debe consumir más de 1,000-1,200 mg de sodio al día mientras que un niño de uno a tres años se recomienda no más de 1,500 mg al día. Tan sólo un frasco de los productos analizados cubre el 35% del requerimiento total para un lactante. El alto consumo de sodio se ha asociado a la presencia de hipertensión en edades tempranas, lo cual es uno de los principales retos y problemas que se están presentando en la población.

Estos hallazgos son relevantes, ya que durante el primer año de vida el lactante inicia la formación de hábitos y preferencias alimentarias que serán difíciles de modificar posteriormente, por lo que repercutirán en la salud y nutrición futuras. Por ello, la alimentación complementaria adecuada tiene un papel formativo.

La OMS denominó alimentación complementaria al proceso que inicia con la introducción gradual y paulatina de alimentos diferentes a la leche materna, para satisfacer las necesidades nutrimentales del niño y no necesariamente para destetarlo, hasta integrarlo a la dieta familiar.

Sin embargo, durante el primer año de vida, la alimentación de los niños dependen totalmente de sus padres o adultos que estén con ellos, mismos que son influenciados por los profesionales de la salud, los medios de comunicación masivos y la industria procesadora de alimentos para niños lactantes.

De ahí la importancia de que desde la primera infancia, los padres ayuden a formar buenos hábitos alimenticios, ya que los sabores aprendidos durante esta etapa, sean dulces o salados, perduran para el resto de la vida y pueden ser factores de riesgo para enfermedades como la obesidad, diabetes e hipertensión arterial.

Incluso, como apuntan los especialistas, la buena alimentación debe estar desde el momento de la gestación, ya que diversos estudios demuestran que los sabores de los alimentos habituales de la madre son transferidos a su bebés por el líquido amniótico y por la leche materna. Esto incrementa la posibilidad de que el bebé acepte diversos sabores al momento de iniciar con la alimentación complementaria, y es una manera de preparar al bebé al sabor de otro tipo de alimentos.