La rebelión de los pueblos

 
12 de agosto, 2014.-El despojo llevó a la Revolución, dicen campesinos al Pre­sidente, tituló La Jornada la información del 9 de agosto, sobre el acto en que las organizaciones campesinas y agrarias, al recordar a Emiliano Zapata, exigieron a Peña vetar las leyes secundarias en materia energética. Los campesinos tienen razón.
La destrucción de las formas de vida de los pueblos y comunidades, de las colectividades rurales y urbanas, en aras de un supuesto desarrollo
La destrucción de las formas de vida de los pueblos y comunidades, de las colectividades rurales y urbanas, en aras de un supuesto desarrollo 

En efecto: cuando los historiadores buscamos las causas que llevaron a la gente a sublevarse en 1910, las razones de los propios rebeldes, las explicaciones que encontramos en la documentación original, aparece por todos lados un elemento común: la destrucción de las formas de vida de los pueblos y comunidades, de las colectividades rurales y urbanas, en aras de un supuesto desarrollo, de un progreso que se traducía en la riqueza creciente de cada vez más pocos, la entrega de nuestros recursos naturales a las grandes compañías multinacionales, y el empobrecimiento de las mayorías.

Es enorme la lista de los historiadores que lo han mostrado con cla­ridad en el último cuarto de siglo: Luis Aboites, Ana Alonso, Graziella Altamirano, Ruth Arboleida, Felipe Ávila, Armando Bartra, Horacio Cres­po, Antonio García de León, Daniela Gaxiola, Carlos González He­rrera, Lilian Illades, María Teresa Koreck, Ricardo León, Jane-Dale Lloyd, Carlos Martínez Assad, Wi­lliam Meyers, César Navarro, Daniel Nu­gent, Francisco Pineda, Víctor Oroz­co, Rubén Osorio, Manuel Pla­na, Juan Puig, Martha Rodríguez, Ángel Solorio, Paco Ignacio Taibo II, John Tuttino, Jesús Vargas Valdés, Guadalupe Villa, Jan de Vos y Marc Wasserman, por nombrar sólo unos pocos, demuestran las depredaciones y los expolios, los abusos y los agravios cometidos por latifundistas y empresarios contra la gente, así como la resistencia de los pueblos, la lucha jurídica que se convirtió en política; y en escalada, revuelta, rebelión y revolución.

Por todos lados se beneficiaba a las multinacionales: un mito de los falsificadores de la historia dice que Estados Unidos apoyó a Madero. Jamás han mostrado evidencia ninguna, en tanto que el respaldo de Díaz a las compañías estadunidenses aparece, documentado en todas las obras que hablan del imperialismo en México, entre las que destacan las de Friedrich Katz, John M. Hart, Lorenzo Meyer y Berta Ulloa. El petróleo, la plata, el cobre, los ferrocarriles, la electricidad y la comercialización del caucho, tabaco, henequén y algodón eran para esas empresas y sus operadores mexicanos. Para los pueblos, el hambre. Esta alianza de Díaz y las multinacionales se daba en contra incluso de aquellos empresarios que cuestionaban el modelo de subordinación, como Francisco I. Madero, quien en 1906-1907 intentó romper el monopolio de la comercialización del caucho mexicano, fracasando en sus intentos por el descarado apoyo del gobierno (vía Enrique Creel: alto funcionario, latifundista y empleado de las trasnacionales) a aquella gran empresa estadunidense.

Hoy vemos lo mismo: los pueblos despojados por compañías mineras y por neolatifundistas, amenazados por la inminencia del gas shale, arrinconados por proyectos eólicos, asesinados por loscárteles… y vemos también todas las semanas la resistencia de los pueblos, y eso que todavía no empiezan a aplicarse las nuevas leyes, que darían rubor por su entreguismo a los científicos del porfiriato. También vemos avances en la coordinación de estas resistencias que empiezan a armarse, como narra Luis Hernández Navarro en un libro.

Esa resistencia está hoy bajo mi ventana y la protagoniza el Movimiento Popular de Pueblos y Colonias del Sur (MPPCS), que junto con los comités vecinales del pueblo de San Pedro Mártir, Tlalpan, y colonias aledañas, convocan este sábado 16, a las 11 horas, en el kiosco del pueblo, a una jornada de resistencia contra una gasolinera que opera en la ilegalidad, merced a la fuerza de los granaderos de Mancera, y a una tienda de una multinacional caracterizada por la destrucción de las economías locales y la violación de la legislación laboral, como ha documentado el Frente Nacional contra Walmart, entre otras organizaciones.

La historia del MPPCS es una clara refutación de quienes ven en la resistencia de los pueblos la oposición al progreso: gracias al movimiento popular se construyeron escuelas, se tendió la red de agua potable y la de drenaje y se incorporaron a la economía capitalista cuatro pueblos que hoy constituyen el límite meridional de la megalópolis. La creciente rebeldía de los pueblos no se opone al progreso, sino al enriquecimiento de un puñado de vivales a costa del empobrecimiento de la gente, igual que el zapatismo que en 1914 intentó modernizar y colectivizar la principal agroindustria de Morelos.

Me pregunto si alguien en la corte de Peña ha leído un poquito de historia, o sí, como en la corte de Luis XV, exclaman alegremente, ¡después de mí, el diluvio!

Twitter: @salme_villista

[email protected]