#Opinión: Descanse en Paz

Por Ana María Vázquez


RegeneraciónMX.-Murió la Reina, y una comentarista de radio se echa a llorar en vivo, su hija le decía “abuelita”, quizá porque su tío abuelo, el dictador Anastasio Somoza asistió a su coronación, quizá en algo sí estaban emparentados.

La “casta divina” comenzó a sacar sus fotos con la monarca… ¡qué elegancia!, ¡qué finura!, ¡qué seriedad!… entre alcohólicos, ladrones y asesinos, la Reina muestra su sonrisa número 47, esa que tenía para los eventos protocolarios a dirigentes y a los que, queriendo o no, tenía que asistir. 

Murió la Reina y los prados del Club de Golf están de luto, ella los entendía y mientras piensa eso, el golfista de Las Lomas falla en el hoyo 18, ¡caray, el último!, mientras con un gesto le indica al Caddy que vaya por la pelota, el joven moreno obedece e intenta dársela en la mano al golfista, éste con otro gesto le dice que la coloque de nuevo en posición de tiro. “Mejor, como ella, no tocar a la servidumbre”, piensa el golfista mientras vuelve a intentar un mejor golpe.

En el club hay un extraño silencio, ni siquiera se escucha el bullicio de los niños, sus padres les han dicho que están de luto, ellos no saben porqué, pero sus padres, sin ser ingleses ni estar emparentados con la corona, sienten que han perdido uno de sus baluartes, aquel que de algún modo justificaba el status, el ser, el pertenecer a cualquier lugar menos a México.

¡No es possible!, cuanta una atractiva jovencita en sus historias de “Insta”, ¡pero si estuve en Londres las vacaciones pasadas, she was there!… ¡I can´t belive it!, gime con los ojos anegados.

En la televisión comercial se le rinden honores con los conductores de pie, viviblemente tristes.

Ha muerto la Reina: su legado, guerras, muerte, esclavitud, saqueo y más muerte. Ojalá muriera también el Colonialismo, el Imperialismo, el Clasismo y la esclavitud que aun ahora existen.

Por fortuna, México no pertenece a la Commonwealth, México es libre y soberano, la transición que ha iniciado desde 2018 no la para nadie, ni muertes, ni realezas, ni los distinguidos habitantes de la clase alta nacional que han puesto crespones en sus puertas, aunque ridículamente su sangre no sea azul, por más que lo intenten.

Descanse en paz ella y todo lo que en vida representó, ya no es tiempo de monarquías, el mundo merece ser libre.