1er Congreso Internacional de Comunalidad
Por Luna Yedra – Isadora Bonilla
Regeneración, 5 de noviembre del 2015.-La semana pasada en la ciudad de Puebla se llevó a cabo el 1er Congreso Internacional de Comunalidad: “Luchas y estrategias comunitarias más allá del capitalismo”. ¿Un congreso para una palabra? ¿Qué puede tener de especial un concepto para ser capaz de reunir tantas voces entorno a sí? Y que además esas voces se pronuncien de formas tan críticas y elaboradas en contra del capitalismo.
Parece que a veces las luchas que sostenemos tienen una enorme base en el mundo de las palabras. Ellas le dan forma a lo que nos constituye, y nosotros le damos forma al mundo con lo que ellas nos permiten decir.
Comunalidad es un término acuñado por Floriberto Díaz, pensador indígena mixe, y Jaime Martínez Luna, maestro, investigador y músico zapoteco. “Comunalidad” no tiene una definición única o específica. Se enuncia desde la práctica y adopta la forma de quienes lo habitan: el término no es importante, según menciona Jaime, “lo que importa es la vida, hacer la vida en común”.
“Somos comunalidad, lo opuesto a la individualidad, somos territorio comunal, no propiedad privada; somos compartencia, no competencia; somos politeísmo, no monoteísmo. Somos intercambio, no negocio; diversidad, no igualdad, aunque a nombre de la igualdad también se nos oprima. Somos interdependientes, no libres.”
Un hormiguero de ideas y resistencias
Convocado por el Instituto de Ciencias Sociales y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, del 26 al 29 de octubre de 2015 el congreso reunió a 500 participantes entre luchadores sociales, feministas, académicos, organizadores comunitarios, y representantes de organizaciones y colectivos de doce países.
El congreso, una conversación apasionada entre discursos, quehaceres, y voces diversas que se tejían de manera profusa simultáneamente en los 5 espacios, (y en las calles, las plazas y cafés) contó con la presencia de personalidades como Silvia Federici, historiadora y feminista, Julieta Paredes feminista aymara de Bolivia, Luis Hernández Navarro, escritor y periodista mexicano, Jaime Martínez Luna, Luis Tapia filósofo y politólogo boliviano, Víctor Toledo, biólogo e investigador, Silvia Gil, investigadora de la UNAM, Silvia Rivera Cusicanqui socióloga e historiadora boliviana, y muchos más representantes de organizaciones y colectivos que en el lapso de 4 días, participaron en las más de sesenta mesas que tuvieron lugar en Puebla.
Es de destacar la presencia y aportación de las mujeres, sus luchas y el quehacer feminista en las mesas y conversaciones en el congreso. Ellas, con sus diversidades, sus hábitos, posturas múltiples, llevaron una buena parte de la voz presente en todos los ejes temáticos. Las mujeres participan de la reproducción de la vida, de su defensa, de formas de cooperación y organización para la construcción de alternativas al actual modelo industrializado, insostenible capitalista, que explica Silvia Federici, nos ha aislado, y divorciado nuestra relación con nuestro propio cuerpo, con la naturaleza y con los otros.
Esta idea de separación y concepción de la vida individualista, en un contexto capitalista, fue una constante en las ponencias y los encuentros. En el análisis de las realidades de América Latina y el mundo se hace evidente e ineludible la urgencia de posicionarnos en un escenario de crisis. En donde problemáticas como el despojo, la explotación de los recursos naturales, la pérdida de la identidad de los pueblos y por lo tanto de sus fortalezas, se transforman en resistencias que se forjan tanto en las organizaciones sociales como en la micro política de lo cotidiano y se vuelven un tejido de voces que confluyen en una voluntad de base: reconstruir lo que somos y lo que hacemos en el mundo, resignificarlo, recuperarnos.
El término Comunalidad alude a algo que no se puede definir, es una apuesta por otra visión del mundo: una en donde no son el mercado ni el poder los motores de la existencia. Un mundo que no nace únicamente del lenguaje, sino que en un ciclo interdependiente y continuo permite, a través de la palabra, -aunque no solo a través de ella, comprendernos, revalorar lo que hacemos y cómo nos relacionamos a partir de nuevos referentes, y que tal vez no sean nuevos, sino que forman parte de una naturaleza y un hábito que ahora nos es preciso recordar.
¿Cómo apostar por la vida y por la dignidad, desde los espacios de lucha que nos toca asumir? Es la pregunta que hizo Julieta Paredes, feminista y organizadora comunitaria aymara, en una de las conferencias magistrales que tuvieron lugar en el gimnasio del edificio Carolino. Si bien el trabajo académico que da soporte a las investigaciones y aproximaciones sobre lo común fue el centro de este congreso, también hubo otro tipo de experiencias y lenguajes que forman parte del trabajo cotidiano, de quienes construyen comunidades o participan en procesos de lucha, de propuesta, de organización social y de la vida. Son muchos los espacios donde se plantean las otras posibilidades: grupos de defensa del territorio y la biodiversidad, organizaciones campesinas, organizaciones feministas y ecofeministas, cooperativas de producción y de servicios, redes de trabajo, de educación y de redistribución de recursos y saberes, luchas por la autonomía y la soberanía de los cuerpos y de los pueblos. Están los espacios de lucha, y están las estrategias: los modos de hacer, de trabajar, de relacionarnos con los otros, de producir y consumir lo que nos sustenta, de vivir los afectos, de nombrar el mundo, de construir nuestra identidad. Como retos que se presentan como urgentes, en un tránsito que no se puede dar el lujo de seguir siendo solamente utópico.
Fotos: http://lunayedra.jimdo.com/