Seguimos con la gramática

Por Miguel Martín Felipe

En su artículo, Miguel Martín Felipe analiza el actual uso de la lengua y seguimos con la gramática, una pieza fundamental del habla.

RegeneraciónMx, 22 de julio de 2024.- Ya definimos anteriormente lo que es la gramática y sus niveles de análisis (morfología, sintaxis, fonética y semántica). Vamos a enfocarnos ahora en las clases de palabras. Tal vez primero debemos definir lo que es una palabra. Se podría decir que es la unidad básica de significado y que a su vez está formada por uno o más fonemas. Recordemos que los fonemas son igualmente unidades básicas, pero en el orden de los sonidos comprendidos dentro de una lengua que se utilizan para comunicarnos.

Existen dos formas básicas para clasificar las palabras. Una es por su naturaleza intrínseca y donde no se les toma en cuenta dentro de un contexto. En esta clasificación tenemos las siguientes categorías:

Sustantivo. Es el nombre de cualquier entidad, ya sea concreta o abstracta, animada o no animada, racional o no racional, existente o no existente. Si bien algunos filósofos del lenguaje sostienen que nombrar algo es hacerlo existir, en realidad podemos nombrar lo que sea, incluso cosas hipotéticas o no tangibles. Así pues, los nombres propios, los de los objetos, emociones, etc., entran en la clase de los sustantivos.

Adjetivo. Aunque muchos de mis alumnos identifican al adjetivo con la función de describir o calificar, en realidad estamos ante una clase más amplia que podemos definir fácilmente. El adjetivo es un modificador del sustantivo. Si bien los calificativos son la clase más extensa, no todos califican. Por ejemplo, puedo tener el sustantivo casa, pero en ese estado base no tengo información alguna sobre la casa en cuestión. En cambio, si digo mi casa, ya adquirió una propiedad, pues la modifiqué con un adjetivo; un adjetivo posesivo, para ser precisos. Igualmente, si digo casa bonita, ahora sí estoy calificándola.

En ambos casos, el sustantivo inicial fue modificado por un adjetivo, o sea, una palabra que aporta información sobre la entidad. Y se dice que la modifica porque dicha entidad no es la misma después de estar en contacto con un adjetivo. Pero, aunque estos son solo dos ejemplos vistos muy por encima con fines ilustrativos, cabe mencionar que aparte de calificativos y posesivos, también hay adjetivos demostrativos, numerales, gentilicios, indefinidos y determinativos. Oísteis que fue dicho “todos los adjetivos califican”, pero en verdad os digo que otras clases de adjetivos existen y no son solo calificativos.

Adverbio. Es uno de esos nombres técnicos que no suelen ser tan familiares y que aparte no son tan fáciles de explicar, pero aquí vamos. En general, un adverbio se puede definir como modificador del verbo o del adjetivo. Cuando se dice modifica al verbo, es básicamente porque nos dice bajo qué circunstancias sucede una acción como: «Ella toca bien» o «Huiremos lentamente». Tanto ‘bien’ como ‘lentamente’ son adverbios y nos explican de qué manera sucede el verbo.

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En cambio, cuando se habla de que modifica al adjetivo es generalmente cuando le da a éste un matiz o un grado: «Me siento muy cansado» o «Ella se ve un poco preocupada». En este último caso, ‘un poco’ es un adverbio expresado en dos palabras, por lo que recibe el nombre de frase adjetival. También existen la frase verbal (ej., ponerse de rodillas, pasarse de lanza), adjetival (ej., borracho perdido) y sustantiva (ej., todos nosotros).

Verbo. Aparentemente es una categoría fácil de definir, pues simplemente se refiere a las acciones. Eso al menos en un nivel de análisis léxico, es decir, de las palabras por separado. Sin embargo, en el terreno de la sintaxis, aquel donde no se analizan las palabras aisladas, sino las oraciones que éstas forman, no todas las acciones involucradas en una oración se toman como verbo, sino solo aquella que se encuentra relacionada con un sujeto que la lleva a cabo y un tiempo verbal.

En la oración: «Juan y yo bajamos las escaleras cantando», solo la palabra bajamos es el verbo, ya que es la acción que el sujeto plural ejerce. Asimismo, tiene un tiempo verbal, que en este caso es el pasado o pretérito simple. La palabra cantando, aunque en efecto expresa una acción, sintácticamente no se relaciona con una entidad ni tampoco tiene tiempo verbal. Se trata de una de las formas que carecen de sujeto y tiempo verbal; es un gerundio, y en esta categoría lo acompañan el participio (cantado), el infinitivo (cantar) y el imperativo (¡canta!). Al ser acciones que no representan a verbos conjugados dentro de la oración, a esta categoría se le denomina ‘verboides’.

Es justo aquí donde los caminos se bifurcan, ya que, prosiguiendo en el nivel de análisis de las palabras aisladas, tendríamos también las preposiciones, los nexos, las conjunciones, los determinativos, los artículos, etc. Mientras que, a nivel sintáctico, igualmente el abanico es amplio, pues aparte del verbo, están el sujeto, el objeto directo, objeto indirecto, complemento circunstancial (con su respectiva ramificación) y complemento de régimen.

Y reitero, la estructura básica de la oración en la gramática no es «sujeto, verbo y predicado», como pomposamente lo enuncian algunas personas que se ufanan de “preparadas”, sino «sujeto y predicado»; y ya dentro del predicado están el verbo y los posibles objetos y complementos. Ese tipo de imprecisiones demuestra que aquello que algunos llaman “amor a las letras”, que no es sino una afición por la literatura que suele despreciar la riqueza de la lengua hablada; no es garantía de un conocimiento profundo de la gramática.

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Asimismo, y a riesgo de parecer reiterativo, la gramática es la estructura que se encuentra totalmente en la lengua escrita. Solo utilizamos la escritura para plasmar el análisis de la misma de una manera más estructurada, de ahí que el enfoque de enseñar gramática del español tomando como base solamente la literatura, que suele recoger un registro mayoritariamente formal de la lengua, es en estos tiempos sumamente limitado y hasta errado, porque ha sido tradicionalmente el punto de partida para considerar que todos aquellos fenómenos de la lengua que se suscitan en las muy diversas sociedades que conforman la comunidad hablante; carguen con estigmas por no parecerse a esa versión estandarizada de la lengua que resulta totalmente irreal, puesto que, más allá del registro escrito, el doblaje los medios masivos de comunicación; simplemente no existe.

La condición de la lengua como organismo vivo se constata al escuchar hablar a la gente, a ser posible en la situación más relajada posible, y dando rienda suelta a todos los recursos que su necesidad de comunicarse pone a su disposición.

Evidentemente, este ensayo y el resto de los que conforman el libro, no tiene como intención ser un texto pormenorizado de consulta sobre temas gramaticales, sino una reflexión que ayuda a poner en perspectiva nuestro conocimiento y posibles prejuicios. Se trata entonces de un enfoque al que he decidido llamar educación lingüística, y que se erige como el eje conductor de este esfuerzo, cual los invito a seguir leyendo, así como externar todas aquellas dudas y comentarios que puedan surgirles al respecto sobre la gramática.

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