Geopolítica: Necesitamos sacudirnos la cultura pop global para trazarnos un futuro propio para consolidar los grandes cambios que la humanidad requiere
Regeneración, 2 de julio del 2019. Geopolítica y cultura pop en los tiempos del cambio social y del internet
Por Jatnael Quinto y Gonzalo Ballesteros*
Como muchos otros, en nuestra cotidianidad, pasamos mucho tiempo navegando en internet y redes sociales desde la comodidad de nuestros celulares y, este tipo de acciones en nuestras vidas,nos han despertado a los autores de este intento de opinión, una sensación de estancamiento en el tiempo.
Cada día que visitamos la internet, vemos la televisión o vamos al cine, sentimos como si existiera una nostalgia del pasado y la inminente necesidad de seguir viviendo en él. Así es como consumimos programas, películas, música, videojuegos o memes que nos relatan un momento particular de la cultura pop global: Toy Story 4; un nuevo Spiderman;Godzilla, Los Cazafantasmas, Jumanji, Jurassic Park, Terminator con la actriz de la película 1 y 2;Aladdín o Eso.
Producciones que han sabido cómo permanecer en el tiempo y a la vez hacerlo con espectadores de diferentes generaciones.
Las redes sociales por su parte, han sido grandes aliadas para mantener en la persistencia de la memoria determinadas series, caricaturas y programas del pasado que se proyectaron entre finales de los años ochenta, en los años noventa y dos mil: Malcolm el de en medio, Los Simpsons (antes del 2001), Thundercats, Dragon Ball, Sailor Moon, Los Caballeros del Zodiaco, Tortugas Ninja, Alf, Bob Esponja, Rugrats, y ustedes saben a qué más nos referimos.
Lo anterior puede tener una explicación sencilla.
Quizá los grandes productores de estos contenidos visuales se han ajustado a las personas que crecimos entre 1984 y 2004 y que hoy somos el joven o adulto que, al recordarle estos momentos de su infancia, en el mundo globalizado y atado a la televisión, consume con mayor ferocidad ese momento de su pasado.
Otra posible idea es que el entretenimiento se ha atomizado cada vez más y es esto, lo que nos lleva a consumir aquello con lo que nos sentimos más cómodos, identificados e incluso acostumbrados, afianzando la idea de vivir en un momento histórico que dista del actual.
Pero sabemos que en geopolítica nada es sencillo y mucho menos fortuito,por eso es necesario observar el contexto histórico del rango de edad antes mencionado.
Situarnos en el contexto geopolítico es hablar de la implosión de la URSS, la caída del Muro de Berlín, se intensificó el terrorismo, vivimos la caída de las Torres Gemelas con otra invasión en Oriente Medio, la geopolítica se dijo haber muerto y aunado a todo ello, se arrojó la máxima frase del establishment estadounidense de esos años: el Fin de la Historia de Fukuyama.
Propaganda estadounidense del gran triunfo del capitalismo sobre los demás sistemas políticos, económicos y culturales.
Los bloques económicos, el libre mercado y el neoliberalismo se convirtieron en la ley global, así como en la promoción de la democracia liberal.
Este contexto es vital para entender desde nuestra perspectiva que quizá no solo se trata de una actitud deliberada por los grandes productores visuales para recordarnos este pasado, sino que, es posible que con los cambios del Orden Global que estamos viviendo: Brexit, Trump, AltRight, migraciones masivas, queda ya muy poco de la globalización como se ha conocido, y si ponemos atención, no sería descabellado pensar la importancia estratégica por mantener hasta el último momento la cultura del capitalismo en los países periféricos con el objetivo de dilatar lo más posible su dominación y su hegemonía cultural.
Hoy los sujetos hegemónicos en geopolítica llámese Japón, Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos están sufriendo el comienzo, solo el comienzo, de un relativo cuestionamiento del orden internacional imperante.
En cambio, sus competidores como China, India, Rusia, entre otros, están ganando terreno en la lucha intercapitalista.
Otro factor imprescindible son las pequeñísimas crisis de hegemonía que experimenta el sistema capitalista.
El escenario anterior que puede desarrollarse aún más, pero que no es nuestra intención, nos refleja en cierta medida que la producción y reproducción del contenido de la cultura pop global debe sujetarse a la persona -niño del pasado/adulto del hoy– para mantener su enajenado consumo a un pasado nostálgico e inactivo, donde las aventuras, risas y emociones, se han vivido a todo color y con efectos especiales desde sus espacios de cuatro paredes, duele, ¿no?.
Han usado nuestros recuerdos, sentidos y emociones para mantenernos sujetos a un pasado que no queremos soltar, deseamos más de lo mismo y hasta se presume quién sí y quién no vivió tal caricatura o etapa; nos enorgullece sentirnos identificados con tal o cual caricatura como si fuese un hecho realizado por uno mismo y no circunstancial.
Hay una dominación interna de uno mismo reproduciendo un sistema que nos ha afectado de manera peligrosa porque por más que nos guste la trama de Stranger Things o Chernóbil, no somos nosotros el sujeto que vive las aventuras, sino que alguien más lo hace por nosotros.
A nuestro parecer, pueden existir, tanto efectos negativos como positivos de lo anterior.
Por un lado nos mantiene entretenidos, cegados e inactivos en la creación de nuestra propia concepción de producción creativa, puede que estemos rechazando esta modernidad capitalista y todo lo que viene con ella porque nada fue de los resultados que esperábamos, quizá por esa razón fue tan exitosa la serie Game of Thrones: nos romantizaron una Edad Media, pero con un contenido de los valores de la sociedad occidental y nos enajenamos tanto que hasta a los productores se les salió una bofetada, sin querer queriendo, con un final amargo para nuestras emociones construidas por esta cultura pop global.
Quizá estamos tan alienados a esta realidad global que ahí nos quedamos sin poder construir algo distinto porque todo nos desilusiona y nos asquea -capitalismo tardío por ahí dirían algunos-.
Otro claro ejemplo y del cual Bauman se sentiría maravillado por sus apreciaciones del mundo offline y online, es Black Mirror.
A través de esta serie que dista del momento histórico de Game of Thrones, podemos pensar que tan solo en el mundo online mediante la tecnología, ocurren diferentes malestares en la humanidad y nos hace imaginar que dichos problemas se desarrollarán en un futuro lejano, sin embargo, las situaciones plasmadas en esta producción no podrían ser más que evidentes en el momento actual, desde la ceguera moral hasta un sistema opresor, que en analogía pudiera interpretarse al capitalismo en lugar de la tecnología. Desvirtuando de esta manera la percepción de nuestra realidad.
Y por el otro lado, pudiera estar despertando la conciencia de que solo hemos sido simples receptores y consumidores de ese momento globalizado para empezar a producir nuestros propios contenidos culturales.
Nuestras propias formas de ver la vida, nuestro planteamiento de aventuras, alegrías, amor, tristezas, utopías, distopías, futuros posibles y hasta miedos profundos.
Fernando Bonilla, del programa de televisión del Canal 11, La Maroma Estelar, dijo de manera muy clara y concreta que:
“…Es indispensable que el pueblo mexicano lea libros, vea obras de teatro, películas, artes plásticas y oiga música que ha sido creada para dialogar (de México para los mexicanos) con el público mexicano”.
Geopolítica: Trazarnos un futuro propio
Creemos que la introyección de los dispositivos de dominación de la cultura pop global en países como México, ha logrado retrasar los grandes cambios que se requieren, como es el caso de la dependencia estratégica (hidrocarburos, minerales, granos, comercio)ante países hegemónicos.
Necesitamos sacudirnos la cultura pop global para trazarnos un futuro propio, necesitamos ver todo esto para despertar nuestro sentido de innovación, invención y producción artística, desde un transporte ecológico hasta una caricatura.
Escribimos estas líneas desde la misma cotidianidad de aquellas y aquellos que leen estas líneas, no estamos fuera de este momento, sino muy al contrario, estamos en medio de ello.
Incluso con la conciencia de esta percepción de un tiempo estancado, nos es muy difícil salir porque no se trata de un proceso individual, sino de un asunto colectivo.
*Jatnael Quinto y Gonzalo Ballesteros, asesores de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado