Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 24 de junio de 2024- Gramática es uno de esos términos que nos son familiares, pero que pocas veces podríamos definir sin titubear. A mí mismo me suele pasar. Pero vamos a intentar explicarlo porque es muy necesario. Tal vez primero debemos abordar un concepto primordial.
La lengua es un código complejo mediante el cual un grupo social se comunica. Este grupo social se conoce como comunidad. Existen lenguas naturales y lenguas artificiales. Las lenguas naturales surgieron como producto de la interacción humana y la evolución, y son todas aquellas que adquirimos como lengua materna desde la infancia. Por cierto, la lengua materna se adquiere, no se aprende. El aprendizaje se da fuera de la etapa de adquisición, que muchos lingüistas y neurólogos convienen en que termina a los 10 años, como una suerte de programación evolutiva.
Por otro lado, las lenguas artificiales son aquellas diseñadas por el ser humano, que pueden tener toda una estructura, pero que realmente no son el vehículo primordial de una comunidad. Así pues, tenemos el lenguaje binario (a través del cual se comunican entre sí, o a nivel de sus componentes internos, los dispositivos electrónicos), o incluso las lenguas inventadas por autores para distintos productos de la industria cultural, tales como el nadsat (Anthony Burges), quenya, el sindarin (ambas de J.R.R. Tolkien), el klingon (Mark Okrand) o incluso las distintas lenguas que colaboradores de George Lucas delinearon para el universo de Star Wars.
Mención aparte para el esperanto, una lengua que a finales del siglo XIX se dio a la tarea de diseñar el médico y lingüista aficionado polaco Ludwik Lejzer Zamenhof. Lo hizo tomando elementos de distintas lenguas como el hebreo, español, latín, alemán, ruso, etc., y combinándolas para lograr lo más cercano a una lengua universal.
Por su entusiasmo, Zamenhof recibió (en la lengua de su propia creación) el mote de doktoro esperanto, o sea, ‘doctor esperanzado’. A él le pareció adecuado nombrar así a este nuevo código. Y aunque durante las décadas posteriores ha tenido algunos repuntes en popularidad, la verdad es que el esperanto jamás pudo ser adoptado como lengua universal.
Y para sorpresa de nadie, ese lugar lo comenzó a ocupar de facto el inglés, al grado de que, hace una década, se había vuelto un lugar común muy recurrente el decir que, dado el ascenso de China como mayor potencia económica mundial, pronto nos veríamos todos obligados a aprender chino mandarín. Sin embargo, aquí sigo con mucho trabajo, insertando el inglés a presión y con calzador en la mente de alumnos mexicanos.
Pues bien, la lengua tiene una estructura de la cual está compuesta. Esta estructura es lo que llamamos gramática. Se puede analizar en cuatro niveles que a continuación detallaré.
El primero es la fonética, ya que, aunque no reparemos en ello muy a menudo, la comunicación humana a través de la lengua es un acto anatómico, es decir; generado por el cuerpo. Tenemos un conjunto de músculos que movemos para darle matices al aire que sale de nuestros pulmones. Es así como articulamos las vocales y las consonantes de nuestra lengua, que son las unidades básicas de nuestro código.
Así, moviendo los labios, la glotis, la lengua o utilizando incluso los orificios nasales, elaboramos palabras y oraciones con las que transmitimos nuestro pensamiento a quien comparte ese código; alguien que forma parte de nuestra comunidad. Todas las lenguas naturales humanas son habladas, pero también existen lenguas que no tienen escritura. A estas últimas se les llama ágrafas.
El segundo nivel es el de la morfología. Cada idioma tiene unas ciertas pautas que les dan forma a las palabras. En el español, por ejemplo, nuestra marca de plural por defecto es la /s/ al final de las palabras. También en el inglés, pero, a diferencia del español los adjetivos no tienen marca de plural.
En el purépecha, cuando queremos que un sustantivo sea plural le agregamos -echa, como en el siguiente ejemplo: kwini = pájaro, kwinecha = pájaros. Hay lenguas donde estas pautas cambian, como en el sobrenombre que se le da a la selección de Sudáfrica, pues a sus jugadores se les conoce como los ‘bafana bafana’. La palabra se repite porque esa duplicación es la marca de plural y significa ‘muchachos’, pues para decirlo en singular, ‘muchacho’, es solo ‘bafana’ (una vez).
Cada lengua tiene su particular manera de construir significados y darles forma a las palabras. Estos son apenas unos pocos ejemplos de la vastedad que podemos encontrar alrededor del mundo.
El tercer nivel es el de la sintaxis. La propia palabra no nos dice demasiado como las anteriores. Se refiere al orden de los elementos, que puede estar en las fórmulas químicas u operaciones matemáticas. Pero a un nivel menos abstracto, simplemente podemos caracterizarlo como el orden en que aparecen las palabras de una lengua para poder comunicarnos.
Para el caso particular del español nuestra sintaxis es sumamente libre. Podría decir: «Cuando era niño corría por campiñas verdes» o «Por verdes campiñas corría cuando niño era», y aunque en el segundo caso hay un cierto matiz literario, en esencia estoy comunicando lo mismo.
Las lenguas romances en general permiten mucho ese juego. Sin embargo, en lenguas germánicas, como el inglés, un cambio en la sintaxis altera el significado. Si digo «You are my student (eres mi alumno)» estoy afirmando, en cambio, si digo «Are you my student? (¿eres mi alumno?)», en realidad lo que convierte a la oración en pregunta no es el signo de interrogación (el cual, está demás decirlo, pero no se ve cuando hablamos), sino el orden; la sintaxis. Por lo tanto, la interrogación en inglés es sintáctica, porque alteramos el orden de los elementos de una oración afirmativa para convertirla en pregunta.
El cuarto nivel, y que es el que llega a tocarse con otras áreas del conocimiento como la filosofía o la psicología, es el de la semántica, que se refiere a los significados. El significado es aquello a lo que se refieren las palabras cuando las enunciamos, así como el uso que les damos. Por ejemplo, si yo digo la palabra ‘perro’, dudo que en la mente de quien me escucha se dibuje la silueta de un rinoceronte.
El significado se determina por consenso, pues quienes integramos la comunidad hablante estamos de acuerdo en lo que las palabras designan. Esta es una de las parcelas en las que podemos constatar el acelerado ritmo de evolución de la lengua. Tomemos como ejemplo el adjetivo ‘tóxico(a)’, que cuando era enunciado hace 20 años, se refería exclusivamente a sustancias venenosas o radiactivas; dañinas para los seres vivos.
Sin embargo, de algunos años para acá, sobre todo en el auge de las redes sociales, el adjetivo se comenzó a emplear para caracterizar a personas con conductas o actitudes nocivas, generalmente en el ámbito de las relaciones de pareja. Apenas en el 2024 se comenzó a contemplar esta acepción en el diccionario de la real academia, pues antes solo se tomaba en cuenta la que mencioné inicialmente. Sin embargo, a los hablantes les ha sido sumamente útil para comunicarse con efectividad y no contemplan si forma o no parte del diccionario para utilizarla. Esto nos demuestra que la evolución de la lengua sigue el ritmo que los hablantes y su necesidad de comunicarse le dictan.
Por último, y no menos importante, hay que señalar que desde pequeños nos enseñan un enfoque prescriptivo basado solo en las reglas y en la corrección, mientras que en la lingüística se pugna por un enfoque descriptivo que toma en cuenta los elementos sociales involucrados en la lengua y los fenómenos que ésta puede experimentar a lo largo de su evolución.
Nos enseñan “español” como materia, pero es gramática o lengua lo que realmente da un panorama amplio y que no parte de una manera “correcta” para sancionar a todo aquel que no se ajuste a ella. Afortunadamente, y platicando con Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP en amena entrevista que me concedió, pude constatar que el enfoque en la Nueva Escuela Mexicana ha cambiado para bien.
Es largo el camino en lo que respecta al enfoque que me gustaría nombrar como lingüística de la liberación, e implica prácticamente llegar al punto de ser tabla rasa para despojarnos de mitos colonizantes y otras cuestiones que no nos dejan entender la lengua en su verdadera dimensión. Seguimos adelante con esta labor.
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