Video de AMLO en el Auditorio Nacional

Les presentamos los discursos pronunciados el 20 de marzo en la presentación del Nuevo proyecto Alternativo de Nación- Por el renacimiento de México.
 
 

 
Democracia exige participación popular

 

 Víctor Flores Olea.
 
El Nuevo Proyecto Alternativo de Nación tiene un propósito democrático que no se limita a los números: la democracia a que llaman Andrés Manuel López Obrador y este Proyecto comprende una profunda revolución moral, intelectual, cultural y de las conciencias, que es la base de la regeneración del país y del futuro de la nación. Y de la felicidad del pueblo.
 
 Sí, el triunfo electoral que conquistaremos pero también la profunda transformación de las conciencias y las voluntades.
 
 El neoliberalismo es un sistema de destrucciones: de la ley y las instituciones, de desigualdad y corrupción, de deshumanización, de concentración del poder y la riqueza y de un ilimitado afán de ganancias sin el mínimo respeto a las personas y a las colectividades.
 
Frente a esta sociedad de la corrupción hemos de lograr el desarrollo, el bienestar y la genuina democracia, y una indispensable revolución de las conciencias con sustento en la cultura del pueblo y en su vocación de trabajo. La solidaridad, el respeto a la diversidad, la protección del medio ambiente son indispensables para frenar el reino del dinero y el engaño, que avasallan la dignidad, la moral y el bien común.
 
La falsificación de la democracia viene de la subordinación de la política y los políticos a los negocios y a los intereses económicos. La afirmación de una real democracia exige la participación del pueblo en la toma de decisiones.
 
Por eso decimos que la democracia efectiva es el poder del pueblo que, para su mayor bienestar, exige recobrar los valores comunitarios y la creación de instituciones participativas, así como una ética de responsabilidades y de pleno respeto a los derechos humanos, individuales y sociales.
 
 Aquí se recoge el núcleo de los mensajes que ha difundido Andrés Manuel a lo largo y ancho del país, que han sido recibidos con excepcional entusiasmo. ¡Los espacios públicos no están a la venta para fines privados sino que han de convertirse en espacios de vida democrática, la globalización no ha de ser para la explotación del trabajo sino campo de solidaridad y cooperación!
 
 La globalización neoliberal sólo ha profundizado las desigualdades, sirviéndose de un mercado sin freno que lleva a las sociedades a la miseria y a la ausencia de satisfactores materiales y culturales. Hoy el mercado es el capitalismo de casino, el capitalismo salvaje, por lo que se exige al Estado cumplir su función reguladora de la economía, conteniendo el afán de lucro que engaña al pueblo y le impone sus fines.
 
 ¡El Estado y sus propósitos de igualdad y equilibrio son más altos que la voracidad del mercado! ¡El mercado ha de someterse a los fines sociales del Estado! ¡El mercado es para la sociedad y no la sociedad para el mercado!
 
 Para las élites oligárquicas, incluida la mexicana, el mercado tiene un carácter sagrado y sostienen que no debe ser perturbado por la acción pública moderadora. Pero exigen esa intervención cuando favorece a sus intereses: he aquí la hipocresía de los hombres y mujeres del dinero.
 
 El Estado del neoliberalismo garantiza los negocios de la minoría y considera natural la desigualdad y la pobreza de la mayoría ¡Para el orden neoliberal, los pobres no tienen derechos ni lugar ni prerrogativa alguna! ¡Los pobres son desechables y han de vivir excluidos!
 
 El liberalismo es una fábrica de pobres y desprecia los conceptos de solidaridad y justicia social. Pero en el pueblo mexicano, en sus bases rurales y urbanas, en sus comunidades y pueblos indígenas, en sus trabajadores, en sus clases medias sensibles y responsables, en sus intelectuales y académicos comprometidos, anidan valores que son fundamentales para impulsar los grandes cambios que requiere el país.
 
 Esa reserva es materia prima preciosa para la regeneración de nuestra vida pública: la inmensa mayoría de los mexicanos no cultiva el individualismo ni la codicia como modos de vida, sino que conserva el sentido de comunidad, de solidaridad, de respeto, de tolerancia, de reconocimiento al otro.
 La verdadera transición en México no es sólo electoral sino que abarca la revisión de las instituciones nacionales, y no se conforma con la democracia representativa sino que exige la democracia participativa, otorgándole el poder a las mayorías en el irrestricto respeto de las minorías.
 
 Esta mayor participación ciudadana supone nuevas armas jurídicas para participar, y mecanismos de democracia directa como el referéndum, el plebiscito, las iniciativas y las auditorías ciudadanas. La democracia participativa impide la permanencia de grupos dirigentes sin control de la comunidad: es una forma de evitar la exclusión social y política.
 
 La transformación de México sólo es posible con la participación del pueblo, desde abajo. El derecho a ser felices y al bienestar son la inspiración fundamental del Nuevo Proyecto Alternativo de Nación de Andrés Manuel López Obrador.
 
 Construiremos así los caminos que conduzcan a la liberación de la patria. Un México de todos y para todos. Un gobierno democrático del pueblo y para el pueblo.
 
 Pero también es necesaria la defensa de los derechos laborales, cuya liquidación persiguen los fundamentalistas del neoliberalismo. Nada más falso que las normas laborales de la Constitución frenen la inversión nacional y extranjera. No, lo que obstaculiza la creación de empleos son los bajos salarios y el estrangulamiento del mercado interno, y la negativa a la capacitación de los asalariados.
 
 La reforma laboral que postulamos ha de eliminar el control sobre los trabajadores y sindicatos, y ha de otorgarles la plena democracia. Se inscribe además en el nuevo modelo de desarrollo que proponemos, fortaleciendo el empleo formal, la ampliación del mercado interno y un estado de bienestar que incluya salud, educación, pensiones, seguro de desempleo y la reforma fiscal y del Estado, que no se han realizado en México.
 
 También deben realizarse cambios en la política internacional de México, tan violentada hoy y que en tiempos anteriores otorgó gran prestigio y respetabilidad a la nación mexicana. Rescatar nuestra independencia y la plena integridad de la soberanía, es objetivo central de esta Propuesta Alternativa de Nación, coincidente con el mandato constitucional.
 
 Históricamente hemos sido y somos parte de los países del Sur, y se nos han impuesto sistemas de dominación económica, política y cultural. La plena independencia, el ejercicio efectivo de la soberanía y el desarrollo de nuestra sociedad son hoy los objetivos centrales de la política exterior ya que, como dice el Proyecto Alternativo de Nación, sólo sobre la base de la soberanía popular interna podrá construirse la soberanía nacional externa.
 
 El Nuevo Proyecto Alternativo de Nación postula la autodeterminación democrática del pueblo mexicano, imprescindible para reconocer internacionalmente la autodeterminación de los pueblos.
 
 Con Estados Unidos México ha de exigir equilibrio en las relaciones y beneficio mutuo, con estricto respeto a las soberanías, considerando las asimetrías existentes. Hoy resulta necesaria la revisión profunda del TLC, no sólo para lograr una relación equitativa sino la exigencia del pleno respeto a los derechos humanos y laborales de los emigrados mexicanos en Estados Unidos.
 
 La agenda con Estados Unidos no puede estar centrada en el tema único del narcotráfico y la violencia, en el que además nos han atropellado, y no deben olvidarse los muy variados aspectos de la relación.
 México debe estrechar vínculos con los países del Sur, especialmente con los de América Latina y el Caribe. Hoy, México es visto frecuentemente como una nación integrada al norte continental. Por su historia y vocación, México es parte de los países del Sur, con los que siempre ha sido solidario.
 
 Es preciso estrechar nuestras relaciones con ese vasto conjunto de países y especialmente con los del sur continental, cuyas repúblicas están en proceso de importantes transformaciones: la solidaridad activa con los países latinoamericanos abrirá la puerta a recíprocas políticas solidarias de esos países con nuestra nación.
 
 La unión solidaria de México con los países del Sur se inscribe en los objetivos de descolonización y liberación política, económica y cultural por los que luchan esos países, también México. No deseamos ser el sur del norte sino el norte del sur, como lo ha sido siempre México en sus mejores momentos de política internacional.
 
 

Morena: la organización es necesaria.

 

 

Armando Bartra.

 

 
 Buenos días.  El Movimiento Nacional por la Defensa del Petróleo, de la Economía Popular y de la Soberanía Nacional no existe más.
 
 Hoy nuestro Movimiento se llama Movimiento Regeneración Nacional. Se llama Morena.
 
 Morena como nuestra gente, Morena como nuestra tierra.
 
 ¿Les gusta el nombre?… A mÍ también.
 
 Un nombre breve para una lucha larga.
 
 Y Morena cumple.
 
Hace nueve meses, el 25 de julio de 2010, Andrés Manuel López Obrador presentó en el Zócalo los diez puntos del Proyecto Alternativo de Nación.
 
 Con esto dimos inicio a una Consulta para discutir, enriquecer el Proyecto.
 
 El compromiso fue que para marzo de 2011 tendríamos una propuesta más amplia y pormenorizada.
 Aquí está. Morena cumple.
 
 Por nueve meses discutimos el Proyecto en su conjunto y por partes. Lo debatimos con miles de personas en más de 200 foros regionales, estatales y nacionales. Nutridos encuentros que realizamos en todos los estados de la República.
 
 En esos foros se presentaron ideas para mejorar el programa. Muchas ideas. Buenas ideas. En total recibimos más de 500 propuestas por escrito. Propuestas pensadas, sensatas. Propuestas basadas en la experiencia y los conocimientos de miles de mexicanas y mexicanos que conocen los problemas del país y saben cómo resolverlos.
 
En Tuxtla, capital de Chiapas, un juez jubilado propuso que la corrupción de los funcionarios públicos se tipifique como delito. Porque el ámbito judicial -dijo- está lleno de corruptos, pero si acaso se les acusa es por otros delitos. Y propuso también que la impunidad sea un agravante de la corrupción. No sé de leyes, pero creo que la del magistrado chiapaneco es una buena idea.
 
En la misma reunión un agricultor propuso que se fomente la producción de cacao, un grano originario de nuestro país pero del que hoy apenas se cultivan 3 mil hectáreas. ¿Por qué siendo el cacao nuestra aportación al mundo, en México no se hacen buenos chocolates? Sin duda una excelente idea.
 Y así cientos y cientos más.
 
El magistrado, el agricultor… ellos son los autores del Nuevo Proyecto de Nación. El libro lo firman 37 personas que le echaron pluma. Pero los autores somos todos. Ustedes, nosotros y cientos de miles que no pudieron venir pero están con el Movimiento.
 
El libro recoge algunas de las propuestas presentadas en la Consulta. No entraron todas. De haberlas incluido esto sería un directorio telefónico. Pero las propuestas están ahí para enriquecer los proyectos sectoriales y regionales que habrá que diseñar… Porque el Nuevo Proyecto de Nación no está terminado. Seguimos recogiendo ideas, seguimos recibiendo propuestas.
 
Este documento desarrolla los Diez Puntos de López Obrador y son innumerables las aportaciones de Andrés Manuel al proyecto. Destaco una que sólo podía venir de un hombre excepcional que en sus continuos recorridos por el país le ha tentado el agua a los camotes: ha escuchado las voces del México profundo y conoce los sentimientos de la nación.
 
No se anden con medias tintas -nos ha dicho una y otra vez Andrés Manuel- no le bajen a las propuestas para tranquilizar a los temerosos. Es tiempo de hablar fuerte y claro sobre la profundidad del cambio que hace falta. Necesitamos un proyecto radical, no por airado y rijoso sino por que vaya a la raíz de los problemas. México no está para proyectos vagos, palabras suaves y propuestas tibias.
 
¿Ustedes cómo la ven?
 Las ideas contenidas en este libro son mucho más que un programa de gobierno. Son, como dice la portada, un Nuevo Proyecto de Nación.
 Un plan de reconstrucción nacional que compromete a todas y a todos, no sólo al gobierno progresista que queremos.
 Un plan de acción inmediata que no es para echarlo a andar después el 2012 -y si ganamos- , sino para impulsarlo desde ahora cada quien en su espacio, cada quien en su frente de trabajo, cada quien desde su trinchera.
 
Un plan estratégico, ambicioso, visionario que no es para un sexenio sino para muchas generaciones.
Salvar a México de la decadencia y construir el país que queremos no es tarea exclusiva de políticos y funcionarios públicos, por responsables, honestos y cumplidores que estos pudieran llegar a ser cuando ganemos. La recuperación de México es tarea de todos.
 
La regeneración nacional no es cosa de días o meses. Demandará muchos años de esfuerzo continuado. Pero hay que cambiar el rumbo ya. Ahora. Antes de que sea tarde. Antes de que el desgaste y la descomposición ya no tengan remedio. Antes de que no haya vuelta atrás. Hay que detenerlos antes de que se acaben el país.
 
El Nuevo Proyecto de Nación retrata la crisis que vivimos. Pero también deja constancia de que hay solución, de que México tiene remedio.
 Y sobre todo pone en claro que ante nosotros se abren dos caminos: el de la continuidad que conduce al abismo y el del cambio verdadero.
 
 Pero en la encrucijada hay quien se extravía, quien pierde el rumbo.
 Confundidos o malintencionados, unos cuantos dicen que juntándose con la derecha gobernante que se robó la elección y nos acabó de llevar a la ruina se podrá detener al PRI y salvar al país.
 ¿Ustedes creen eso?
 
Otros, en cambio, al verse sumidos en la desgracia añoran el pasado y quisieran que regresara el PRI. A estos nostálgicos de buena fe habría que preguntarles:
 
 El crecimiento económico en los años de la posguerra: ¿fue gracias el trabajo del PRI o al esfuerzo de millones de mexicanos y mexicanas?
 Los carreteras y puentes que entonces se construyeron ¿los hizo PRI o los hicieron los sufridos y mal pagados peones camineros?
 
 La autosuficiencia alimentaria que tuvimos hasta los años setenta del siglo pasado ¿hay que agradecérsela al PRI o al sudor y el trabajo de los campesinos?
 
 Miremos al pasado. Sí. Pero no para añorar asesinos como Díaz Ordaz, ladrones como López Portillo y vendepatrias como Carlos Salinas. Miremos al pasado para sacar inspiración de las hazañas económicas, políticas, sociales, culturales de las mexicanas y mexicanos de a pie.
 
Si como dicen algunos, el objetivo fuera sólo impedir que pase el PRI o desbancar al PAN, según el caso. Bastaría con que donde gobierna el PRI llamáramos a votar por el PAN, y donde gobierna el PAN llamáramos a votar con el PRI. Y para eso no necesitamos un partido de izquierda. Vaya, para eso ni siquiera necesitamos izquierda.
 
Pero no se trata de esto. Se trata de sacar al país del atolladero donde lo han metido el PRI y el PAN, el PAN y el PRI. Que nadie se confunda.
 
¡Organización, organización y más organización!, dice y repite Andrés Manuel López Obrador.
 
 Y sí, la organización es indispensable. Pero hoy, cuando presentamos este Nuevo Proyecto de Nación, hay que decir también ¡Proyecto, proyecto y más proyecto!
 
 Porque sin proyecto de poco sirve la organización y sin organización el proyecto no tiene nervio, no tiene músculo, no tiene sangre.
 
¿Qué es lo que necesita Morena? Morena necesita proyecto y organización. Mucha organización y un buen proyecto.
 
Y hoy venimos a decirles que hemos avanzado en el cumplimiento de estas dos tareas. No lo suficiente, pero hemos avanzado. Y seguiremos avanzando. Morena cumple.
 
 ¡Viva Morena!
 ¡Viva México
 
 

 

 

 

Estado para la felicidad y bienestar

 

Raquel Sosa Elízaga

 

El verdadero y único fin legítimo de la existencia del Estado debe ser procurar el bienestar y la felicidad de quienes integran la nación. Así lo concibieron nuestros constituyentes en Apatzingán, hace dos siglos.

 El Estado debe ser la síntesis de las aspiraciones del pueblo; el lugar que garantice que “sólo distingan a los mexicanos el vicio y la virtud”, como planteaba Morelos.
 
 Que sea el Estado la expresión del acuerdo sobre el que se basen la seguridad colectiva y la resolución pacífica de los conflictos; el espacio común destinado a preservar condiciones propicias para la reproducción de la vida; el instrumento que garantice el fin de los privilegios y el inicio de la justicia verdadera.
 
 En la perspectiva de un Nuevo proyecto de nación, las necesidades deben convertirse en derechos: el derecho a que sea protegida la dignidad de la vida, desde el nacimiento hasta su terminación; el derecho a la prevención y cuidado de la salud, con atención médica y medicamentos gratuitos, en un sistema único cuya calidad disminuya el agobio del sufrimiento; el derecho a residir en una vivienda segura y suficiente para las necesidades de cada hogar, con servicios de agua, drenaje, luz; el derecho a un transporte público seguro y eficaz, en calles y caminos por los que se transite sin zozobra; el derecho a tener un trabajo, con un salario remunerado y prestaciones laborales; el derecho a tener la información necesaria y suficiente para participar en las decisiones colectivas; el derecho a acceder, permanecer y egresar de servicios que cuenten con apoyos indispensables de infraestructura, materiales y útiles, becas, apoyo alimentario y, en donde se requiera, albergue, en todos los niveles educativos, y que la escuela sea en todas partes espacio ejemplar para la comunidad; en que los adultos que no hayan podido iniciar o concluir sus estudios reciban los apoyos que requieran, el estímulo y el reconocimiento de todos, para lograr ese objetivo; el derecho a desplegar iniciativas y creatividad en todos los ámbitos de nuestra vida, en que el conocimiento, el arte y la cultura nos hagan todos los días reafirmar nuestra humanidad; el derecho a la libertad de expresarnos y asociarnos, a que sean respetadas nuestras preferencias, nuestras creencias y nuestra identidad; el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos; a sostener relaciones familiares, de amistad, amorosas, de trabajo y en la vida pública, libres de violencia, tolerantes hacia las diferencias, sin discriminación; el derecho a ser incluidos en los beneficios de la vida colectiva, sin que pese sobre nosotros ninguna limitación por nuestra condición económica, social, étnica, de edad, estado de salud, ideología o inclinaciones personales; el derecho a ser protegidos especialmente, cuando suframos condiciones de vulnerabilidad, discapacidad, abandono o exclusión; el derecho de todas las personas mayores a gozar de una pensión, del respeto y aprecio de su familia, su comunidad, su país, por sus aportaciones y esfuerzo en la vida de todos; el derecho a vivir en un medio ambiente sano y a que se protejan y preserven nuestros recursos naturales y estratégicos; el derecho a vivir en paz, a que se respeten nuestras tierras y territorios, a que entre todos protejamos y enriquezcamos nuestro patrimonio histórico y cultural; el reconocimiento de la contribución y autonomía de los pueblos originarios; el derecho, en fin, a ejercer plenamente, también desde la memoria, nuestra soberanía.
 
Tan preciados derechos, sin embargo, no pueden ser garantizados sino por nosotros mismos. Lejos estamos de creer que representaciones políticas convertidas en franquicias para obtener cargos a toda costa, sin decoro ni principios; funcionarios inescrupulosos, voraces multimillonarios u organismos internacionales puedan tener la voluntad y el compromiso que se requieren para dejar definitivamente atrás las injusticias que hemos padecido tantos años.
 
 Ellos, los responsables de que en nuestro país se dilapiden los recursos de todos; se entreguen al extranjero concesiones y franjas territoriales, se abandone a la mayoría a la miseria, y campeen la violencia impune y la arbitrariedad de quienes gozan de ilegales e ilegítimos privilegios; ellos tienen que ceder el espacio que ocupan para que se reconstruyan y regeneren nuestra vida pública y los principios y valores con los que se constituyó nuestra nación.
 
 La política misma debe borrar para siempre su asociación con el interés privado y el enriquecimiento, para transformarse -como nos lo han enseñado hace cientos de años los pueblos originarios- en el ámbito primordial del trabajo en beneficio de los demás.
 
Mas eso, nuevamente, sólo tiene autoridad para establecerlo el pueblo mismo. Nadie puede enseñar lo que desconoce. Y en la lucha por la supervivencia, sólo el pueblo puede ser sujeto del conocimiento y las decisiones que se requieren para salir adelante. Es ése el significado profundo de la frase de Ricardo Flores Magón de que “sólo el pueblo puede salvar al pueblo”.
 
Nuestra única salvación posible será volver a tejer nuestras comunidades en todos y cada uno de los espacios en que las destruyó la enfermedad de la ambición que impusieron los poderosos. Tender nuestros esfuerzos en las direcciones que se requieran para que finquemos nuestra confianza en sólidas relaciones basadas en el respeto, el aprecio por los demás, la solidaridad verdadera.
 
Nuestro futuro puede transformarse en enseñanza luminosa para otros pueblos si convertimos nuestra diversidad, la riqueza de nuestras regiones, la fuerza de nuestra identidad en la base de un nuevo ejercicio soberano.
 
Queremos por ello un Estado que devuelva más de lo que recibe, que reconstruya su sentido profundo a partir de que escucha las voces de quienes exigimos el fin del autoritarismo, la opresión, la injusticia. La fuerza de ese Estado sólo puede provenir de su verdadero mandatario, el pueblo de México, que haga sentir su autoridad como realización de los sueños de los millones que han luchado por que nuestra patria se convierta en el territorio universal de la justicia, la verdad, la libertad.
 
Un territorio en que podamos caminar sin miedo, mirarnos a los ojos, volver a cantar, a sonreír; en que ninguno de los que aquí hayan nacido padezca hambre, frío, falta de medios de subsistencia, ignorancia, indiferencia, riesgos o inseguridad por la irresponsabilidad de los poderosos; en que nadie tenga que abandonar el país para garantizar el sustento de su familia; nadie sea perseguido o atropellado en sus derechos.
 
Aspiramos a una sociedad cuya felicidad primera y principal sea regir sobre las determinaciones que el Estado asuma en su beneficio. Una sociedad vigorosa y segura de que todo lo que se produzca, todo lo que se construya, todo lo que se distribuya, todo lo que se promueva desde el Estado sea única y exclusivamente en beneficio de la colectividad.
 
Queremos que vuelvan para todos el orgullo de lo que hemos formado y de lo que somos capaces, y la esperanza de que no cejaremos en el empeño de alcanzar para todos el bienestar y la felicidad. Esa es la razón por la que luchamos. Ese, el sentido profundo de nuestro Nuevo proyecto de nación.
 
 

 

 Nueva economía para producción, empleo, bienestar

 

 

 

Rogelio Ramírez de la O

 

 
EL PLAN ECONÓMICO EN EL PROYECTO ALTERNATIVO
 El plan económico del Proyecto Alternativo es el único plan diferente de lo que aplican desde hace 30 años y siguen aplicando el PRI y el PAN y lo que proponen otros partidos y grupos políticos que les son afines.
 
 ¿En dónde está lo diferente? – Ellos creen que la economía está muy fuerte y este proyecto sostiene que con 54 millones de pobres y medio millón de migrantes a Estados Unidos cada año por falta de empleo, la economía no puede estar fuerte.
 
 Ellos creen que para crecer más se requiere privatizar el petróleo, la salud, los servicios públicos y todo lo que se pueda. Este proyecto contempla el fortalecimiento del petróleo bajo la propiedad de la nación y administrado por el estado, para convertirlo en palanca de desarrollo.
 
 Ellos creen que el cobro de IVA en alimentos es una reforma fiscal y este proyecto propone una reforma fiscal seria.
 
 Ellos creen que si la macroeconomía está equilibrada, sin déficit fiscal, el progreso llegará solo. En este proyecto la estabilidad macroeconómica es necesaria, pero también hay que impulsar al sector productivo real y generar progreso material para todos.
 
 Aquí me refiero a cuatro temas fundamentales del proyecto económico que aparecen en el libro del Proyecto Alternativo.
 
 Primero es la nueva economía que tiene el objetivo de elevar el nivel de la producción nacional y con ello el empleo y el bienestar. En esta nueva economía les irá bien a todos los productores que sean eficientes y no sólo a unos cuantos grandes empresarios.
 
 Para que sean eficientes, el estado se comprometerá a vender los energéticos a precios competitivos, a hacer infraestructura, a invertir en educación y salud y a combatir los monopolios. Se trata de una participación inteligente en la globalización apara provechar sus ventajas y sin hacernos ilusiones sobre muchas cosas que no nos puede resolver.
 
 Para que la nueva economía sea autosustentable, los precios competitivos no se lograrán por decreto, sino con más competencia y con un esfuerzo de reducción de costos en las empresas y organismos del estado.
 
 Además de nuevas reglas para lograr lo anterior que cambian en 180 grados las reglas que hoy se aplican, fortalecer la oferta nacional requiere romper con la parálisis de inversiones públicas y comprometerse con proyectos de desarrollo regional de alto impacto.
 
 Estas inversiones serán en energía, infraestructura, obras de apoyo a la agricultura, la reforestación, la pesca y la educación, la salud, los grupos sociales desfavorecidos, la ciencia y la tecnología. En el proyecto alternativo las empresas privadas participarán con más inversiones, al estar delimitados con claridad el campo de acción del estado y el del sector privado. El campo, en particular, es estratégico como fuente de empleo, de equilibrio inter-regional y de soberanía alimentaria.
 
 En segundo lugar, hacer todas las inversiones que el proyecto propone hace indispensable reducir el costo del gobierno. Esto, eliminando todo gasto burocrático innecesario, incluyendo excesos de oficinas, viajes, vehículos, helicópteros, pensiones de ex presidentes y otros que hoy tiene la alta burocracia, así como la corrupción y la cultura de dicha burocracia que ve los contratos públicos como fuente de “negocios”. Con esto se ahorrarían cientos de miles de millones de pesos.
 
En paralelo con un gasto racional, se cobrarán bien los impuestos a quienes tienen que pagarlos, pero sin aumentar las tasas. Categóricamente rechazamos el IVA en medicinas y alimentos. El aumento de la recaudación que será necesario se obtendrá haciendo que todos paguen lo que les corresponde.
 
En especial, muchos grandes contribuyentes no pagan o pagan muy poco por numerosas exenciones y privilegios que en este proyecto se revisarán para eliminarse al no comprobarse su utilidad pública. También hay que simplificar el sistema para todos los pequeños contribuyentes, pues es ilusorio que paguen con el actual sistema tan complicado y costoso para ellos.
 
Esta es la única propuesta fiscal integral seria que hoy se conoce y la única que se define sin ambigüedad en favor de la mayoría, sin disfrazar el IVA en alimentos con triquiñuelas y sin dar falsas promesas.
 
En tercer lugar, la economía no puede crecer mientras unos cuantos, pero importantes sectores tienen el privilegio de no enfrentar competencia alguna y por eso cobran precios exagerados. El alto grado de monopolio ha restado al crecimiento del PIB entre 2 y 3 puntos porcentuales cada año. Sólo en los últimos 10 años de gobiernos del PAN apoyado por el PRI esto ha acumulado una pérdida a la economía de 350 mil millones de dólares de producto, la tercera parte de lo que hoy producimos.
 
 Aquí está una explicación para quienes se preguntan por qué una economía tan prometedora como México no ha logrado crecer más, cuando otros países de menor potencial sí lo han hecho.
 
 En el proyecto se fortalece el actual régimen de competencia, pero también se atiende en específico los precios exagerados en sectores de alta concentración.
 
 Estos precios se corrigen abriendo dichos sectores a nuevos participantes. La política propuesta a la larga dará mayor confianza, incluso a las mismas empresas que hoy dominan los mercados, porque les ofrece certidumbre de reglas, un ambiente de crecimiento que hoy no tienen y un gobierno firme y neutral y no coludido con ningún grupo en particular, que tampoco tienen.
 
 En cuarto lugar, en el sector energético la política del PRI llevada a un extremo por el PAN, ha querido regresar a México en la historia y hacerlo un enclave de exportación de petróleo crudo, sin reparar que para una economía tan grande esto no es posible, porque requerimos muchos productos elaborados con petróleo. Y en este intento el gobierno está agotando las reservas y propiciando que aumenten las compras al exterior de petrolíferos y petroquímicos.
 
 Así, la exportación de crudo neta de lo que cuestan estos productos elaborados, ha ido cayendo, a pesar de los altos precios del crudo de 19 mil millones de dólares en 2006 a 11 mil millones en 2010. Y cuando el aumento en el valor de la exportación fue de mil millones, el de la importación fue de 10 mil millones en el mismo periodo.
 
 Por eso en el proyecto se cuidará el petróleo crudo para procesarlo en México, cubriendo nuestras necesidades de productos elaborados, dándole valor agregado y con ello creando empleo y aumentando la oferta de productos, incluyendo gasolina, cuyas importaciones se eliminarían y muchas materias elaboradas que se usan en las industrias químicas y de materiales.
 
El compromiso es que esta producción se venda a precios competitivos, es decir, no más altos que los de nuestros principales competidores. Y en cuanto a la gasolina y el diesel, no usarlos como se usan hoy, como fuente de recaudación. El aprovechamiento óptimo del petróleo y su sinergia con la ingeniería y la investigación mexicanas pavimentará la transición hacia nuevas fuentes de energía no contaminante.
 
La diferencia de este proyecto con la política actual queda expuesta con el hecho de que aun cuando el Congreso aprobó y reservó fondos para una refinería, el gobierno no la ha comenzado. Por el contrario, la asignación de 30 mil millones de pesos que tenía a fines de 2009 el Fondo de Estabilización para la Inversión en Infraestructura-Pemex fue reducida mediante una transferencia de 20 mil millones al gasto operativo de Pemex en 2010 sin que sepamos que estaban haciendo mientras tanto los Consejeros Independientes de Pemex.
 
Como ven, el cambio propuesto no es sólo de estrategia, sino de concepción sobre lo que debe ser una economía soberana, autosustentable y para las mayorías. La economía del proyecto alternativo es de horizontes tan amplios como son los horizontes del potencial productivo de México, comprometida con la gente y sustentada en la certidumbre de las políticas públicas.
 
Es la única alternativa que refrenda la confianza en nosotros mismos como nación soberana capaz de superar sus problemas con sus propios recursos.
 
Muchas gracias.
 
 

 

 

Rescatar a México del desbarajuste neoliberal

 

 

 

 

Héctor Díaz Polanco.

 

 

El Nuevo Proyecto Alternativo de Nación adopta un punto de vista fundamental: la cultura no es un ámbito o aspecto de la actividad humana, una esfera aislada o separada del resto de la vida. No es un desliz o un defecto que se haya omitido un capítulo o apartado sobre “cultura”.

 
En cambio, la dimensión cultural atraviesa todo el proyecto, iluminando y otorgando profundidad política, socioeconómica y, sobre todo, moral al conjunto de los cambios que se propone para crear el país justo, democrático, solidario y fraterno que deseamos.
 
Cuando se habla en el Nuevo Proyecto de “alcanzar el crecimiento económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar”, se indica que “sólo será posible con una revolución de las conciencias sustentada en la cultura del pueblo mexicano”; cuando se aborda la cuestión de la nueva institucionalidad y la participación ciudadana, todo ello se enmarca en la necesidad de cimentar una nueva cultura democrática.
 
La nueva visión de los derechos humanos se expresa como reconocimiento de derechos culturales fundamentales actualmente ignorados o abiertamente violados; la diversidad es enfocada en su vertiente cultural y biológica, pues se trata de crear una nación pluricultural y respetuosa del medioambiente; la Modernidad alternativa que se postula supone avanzar hacia la descolonización del pensamiento, fundada en la riquísima cultura mexicana y latinoamericana.
 
La cultura en el Nuevo Proyecto está asociada también a “la creación y ampliación constante del espacio de lo público”, hoy cada vez más privatizado o reservado para las élites, como el ámbito de pluralidad de los mexicanos; incluso reconstruir la política exterior es indisociable de “los objetivos de descolonización y liberación política, económica y cultural que han sido el anhelo” de los países del Sur.
 
Y la misma perspectiva alienta el tratamiento del derecho a la información; la ética republicana y el combate a la corrupción; el crucial tema del petróleo y en general de los energéticos (dirigido a crear una nueva cultura energética); el campo y la soberanía alimentaria; los derechos autonómicos de los pueblos indígenas, y el ambicioso enfoque del nuevo Estado de Bienestar y la lucha contra la desigualdad (que procura alejarse de un mero enfoque asistencialista para porfiar en la creación de una cultura de derechos ciudadanos, garantizados por un Estado que no renuncia a sus responsabilidades sociales).
 
En suma, el Proyecto Alternativo configura una vasta y profunda propuesta de cambio cultural y moral, indispensable para rescatar a México del desbarajuste a que lo han conducido las políticas neoliberales y los corruptos gobiernos que hemos padecido. Y con el fin supremo de que, recordando a (Walter) Benjamin, “los documentos (o testimonios) de cultura dejen de ser documentos (o testimonios) de barbarie”.
 
Advierto otras novedades en el Nuevo Proyecto por lo que hace a la concepción misma de cultura. Esta es, desde luego, arte, pensamiento, creación individual. El propósito es garantizar la plena libertad de creación y establecer todos los incentivos necesarios para que el nuevo país sea el escenario de un máximo despliegue del pensamiento y la imaginación.
 
Pero también, y sobre todo, la cultura es creación colectiva. Los grupos humanos construyen cultura material e inmaterial, mientras se constituyen como comunidades espirituales y morales. De ahí que el Proyecto se sostiene en uno de los campos de creación cultural más trascendentales: el de lo ético, lo moral. Como lo ha recordado el maestro Sánchez Vázquez, un referente de congruencia ética para nosotros, en toda sociedad por lo común operan proyectos morales en disputa.
 
En el México contemporáneo se enfrentan fundamentalmente dos: uno oligárquico, especie de nueva teología mercantil que nos propone centrar toda la vida humana en principios que derivan del afán de lucro, la acumulación de riqueza y el logro del éxito material a cualquier precio, y otro popular, fundado en principios de solidaridad, reciprocidad, reconocimiento del otro y sentido de responsabilidad colectiva con el prójimo, fundamentalmente.
 
En especial durante el período en que ha imperado el modelo neoliberal, el primero se ha propuesto desplazar al segundo. Este es un gran peligro para nuestra nación. El proyecto oligárquico nos propone centrar la vida del país en los fríos y devastadores valores del dios-mercado, en cuya piedra de sacrificio se deben ofrendar la historia, la soberanía y hasta la dignidad del país.
 
Luchar contra estos antivalores, que han comenzado a arraigarse en ciertas capas sociales, configura el tamaño del reto que los mexicanos de bien tienen por delante.
 
Es difícil concebir transformaciones significativas sin plantear cambios éticos, morales e intelectuales. Por eso es tan acertado que el Nuevo Proyecto de Nación los coloque como uno de sus ejes, en sintonía con la insistencia de López Obrador en la importancia que revisten, lo que se sintetiza en la urgencia de crear una nueva corriente de pensamiento y en el renacer de una nueva conciencia en el pueblo mexicano.
 
Si no logramos frenar y revertir los efectos de la moral oligárquica, egoísta, individualista e individualizadora, que procura destruir las raíces morales, populares, acumuladas a lo largo de siglos, estaremos en grandes dificultades para promover los cambios de fondo en el país.
 
Esta es entonces la propuesta de una verdadera transformación del país. Pues no se trata de simple moralismo. La crisis moral que sufrimos tiene raíces concretas, políticas y materiales: en las prácticas económicas sin regulación ni control social, monopólicas e incompetentes; en la organización institucional que permite y hasta promueve ciertos comportamientos públicos (la rapiña, la irresponsabilidad y la impunidad convertidas por el poder en ramas de las bellas artes) que influyen en las conductas privadas, y viceversa; en la manera en que se va tornando la educación en oficio de mercaderes y fuente de poder de caciques (mientras se deja a la mayoría de nuestros jóvenes a la deriva, se soslaya la responsabilidad constitucional de asegurar una educación de calidad para todos y, en el colmo de la estulticia, se apuesta al poder “educativo” de las telenovelas).
 
Así, pues, esta apuesta (por un nuevo pensamiento, nuevos valores, una nueva conciencia nacional) implica medidas prácticas, profundas, en el campo de la educación, la investigación científica y tecnológica, y por lo que hace a la promoción y gestión cultural, partiendo del principio fundamental de que la cultura no puede estar sólo a merced de las llamadas “industrias culturales” y que sus frutos no pueden ser equiparados a cualquier mercancía (de ahí que en varios países, Francia por ejemplo, se insista tanto en la tesis de la “excepción cultural”, para protegerla del mercantilismo sin alma que la asfixia).
 
Concuerdo, por tanto, con la idea de que, conforme se despliegue el Nuevo Proyecto (que es una propuesta en constante construcción), se debe convocar “a todos los involucrados en la educación pública, el arte y la cultura para analizar, debatir y conformar un [específico] proyecto alternativo de la educación y la cultura nacional”.
 
Y todo ello bajo nuevos principios morales, de responsabilidad pública y participación ciudadana. Cuando a mediados de los sesenta, los profesores de ética (Enrique) Tierno Galván, (José Luis) López Aranguren y (Agustín) García Calvo fueron expulsados de sus cátedras por su oposición al franquismo, el catedrático de Estética (de la Universidad de Barcelona), José María Valverde (traductor de Joyce), presentó su renuncia.
 
Por toda explicación pronunció la frase que alcanzó la fama: "Nulla estetica sine ética…” (No hay estética sin ética…)
 
Este aserto, en nuestras condiciones actuales, debe extenderse a todos los campos de la vida nacional: no hay verdadera economía ni política ni cultura… sin ética. Este el sentido exacto del valor de los valores. La crisis que vivimos no es sólo económica y política: tiene que ver también con la pérdida de valores fundamentales, y su sustitución por otros que incrementan la descomposición y la desorganización.
 
De ahí la insistencia del Nuevo Proyecto en que se requiere impulsar en el país un nuevo estilo de vida, de acuerdo con el cual la mujer y el hombre valgan por su trabajo, su creatividad, sus acciones solidarias, su fraternidad, y no por la posesión de riquezas. En el pueblo mexicano anidan muchos valores.
 
Se enraízan en su sentido de lo colectivo: hoy, poner a la comunidad y la vida comunitaria en el centro de la sociedad es vital. Esa enorme reserva de lo mejor de nuestra historia hay que recogerla para regenerar la vida pública en el país.
 
Tommy Douglas (político canadiense que introdujo el sistema de salud público universal en su país) dijo: La medida del valor de un gobierno no es solamente el Producto Nacional Bruto, tampoco el equilibro de la balanza internacional de pagos, no está solamente en la cantidad de reservas de oro. Seguramente el valor de un gobierno está en lo que hace por su gente, la medida en que mejora su calidad de vida, mejora la asistencia de salud, les da mejores medidas de seguridad, mejores estándares de valores morales. Eso es lo que hace grande a una nación.
 
Ese es también el propósito del Nuevo Proyecto de Nación.

 

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