Va saliendo a la luz como eran, dedicados al campo, las artesanías, tejer en telar de cintura que ya se perdió. La forma en que se vestían, pero la gente recuerda
Por Leticia Ánimas Vargas
Regeneración, 23 de mayo del 2018. Pahuatlán, Pue.- Sin apoyo institucional, sin fines de lucro, por gusto y preocupación, habitantes de San Pablito (Mbitho en su lengua originaria) en Pahuatlán realizan un proyecto cultural para recuperar los saberes comunitarios y rescatar las historias comunitarias guardadas en la memoria de los abuelitos.
Rubelio Sánchez, Soledad Espíritu Abraham, Jorge Arroyo, Pablo Abraham Reyes, Hugo Monroy Abraham e Ismael Bocato, de la mano de Daniel Humberto Vargas Serna, se dedican a recolectar la memoria oral de los habitantes de la comunidad asentada en los pies del Cerro del Águila.
Las historias brotan de la observación de una serie de fotografías realizadas en el poblado hñahñu en la década de los 30 del siglo pasado por la fotógrafa danesa Bodil Christensen que hasta ahora pocos conocían.
“Hemos encontrado los tesoros del pueblo. Cosas que la gente sabía pero no compartía. Las encontramos a través de fotos antiguas. Poco a poco va saliendo a la luz como trabajaban aquí sin salir de la comunidad: estaban dedicados al campo, a las artesanías, a tejer en telar de cintura que ya se perdió. La forma en que se vestían, pero la gente recuerda”, cuenta Rubelio Sánchez.
También han encontrado caras de sorpresa de gente que no conocía esas fotografías de 70 años atrás y que dice: este es mi abuelito, esta es una señora que vivía allá. La gente se mira, mira a sus antepasados y reflexiona sobre ellos, sobre lo que se ha perdido y lo que ha cambiado a partir de la migración que se ha dado en el poblado.
Se trata de conocer las historias que a los abuelitos les contaron sus abuelos, lo que vivieron en el siglo XX y cómo ven los cambios; además de sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la manera en que son vistos por los “extranjeros, los investigadores” que llegan al poblado considerado “como el pueblo otomí más importante de la sierra de Puebla”, es decir de los fuereños que han venido a hacer investigación, pero cuyos resultados son desconocidos por los sanpableños, explica Daniel.
Para Rubelio Sánchez, artesano del amate y la chaquira, y co-investigador en el proyecto denominado “Rafati Mbitho” cuenta que a la fecha han hecho 15 entrevistas a personas mayores que en principio han mostrado cierta resistencia, sobre todo porque en otros momentos han dado palabra a otros de fuera y “no saben qué hicieron con las fotos y los escritos. Nosotros les hemos dicho que ahora será diferente y nos aceptan”.
La gente ha decidido compartir sus historias, les ha abierto las puertas, a partir de la incorporación de los propios pobladores, como Rubelio, quien ha generado un movimiento cultural en San Pablito y es hablante del hñahñu y eso ha permitido la comunicación con los abuelos que en su mayoría son monolingües. Otros, como la profesora Soledad Espíritu Abraham han entrevistado a sus familiares.
Suben y bajan las cañadas del Cerro del Águila cargados con cámaras, grabadoras, drones. Jorge Arroyo, quien normalmente traduce los sermones de los curas que llegan al templo católico del poblado, ahora también traslada al español las historias que recopilan y con las que escribirán un relato que es uno de los productos de la investigación, además harán un documental.
Por ahora, en la planta baja del inacabado edificio de la Presidencia Auxiliar, Ismael Bocato y otros artistas plásticos, pintaron dos murales: uno que hace referencia a cómo era anteriormente la comunidad pero representa “la tierra donde naciste y donde se quedaron tus recuerdos” y otro que, tiene en el centro un corazón enmarcado con las figuras de las decenas de dioses de las semillas que veneran los sanpableños y que viven guardados en una caja que abren sólo en las fiestas más grandes.
Otros, como Auda Lina Cuéllar y el historiador y lingüista Guillermo Garrido participan como talleristas.
La gente ha coincidido en que antes, aunque no había mucha tecnología ni muchas cosas se vivía mejor, agrega Rubelio. “Hay una añoranza y las abuelas se dan cuenta de que con los chavos que tienen entre 15 y 20 años hay una brecha generacional fuerte, que es más grande por la migración hacia Estados Unidos. Por ejemplo en la música tradicional: los que tocan sones de costumbre tienen 70 años y no hay quién se interese en eso. Por eso la preocupación por el rescate”, añaden.
Aunque otras costumbres y tradiciones como el carnaval y la fiesta a los muertos no ha sido avasallada por la distancia. Muchos de los migrantes hacen su pan, ponen ofrendas, hacen sus trajes, rentan salones para bailar los sones de carnaval y son solidarios con las luchas y necesidades de sus paisanos.
Como para los investigadores sanpableños la cultura, las costumbres, las tradiciones son vitales y su proyecto es de largo aliento convocaron a dar apoyo en especie o económico al rescate de la historia de Mbitho.