Franqueza norteña: «No tienen derecho a pedir que nos chinguen»

Derecho: «Qué fácil es exigir que maten si no están en los madrazos y más los que están en su pinche computadora o Smartphone». «Primero estamos la raza buena, y luego la política»

"Culiacán,

Regeneración, 20 de octubre del 2019. ¿Derecho a pedir que nos chinguen?, sería una forma de resumir la pregunta central de este artículo de Tito Olvera, quien ante lo ocurrido en Culiacán pregunta a quién vive ahí su sentir.

¿Qué pasó ayer?
Por Tito Olvera

Pirro era rey y general del ejército de Epiro, famoso porque logró una victoria sobre los romanos que le costó miles de hombres. Al ver el campo de batalla dijo “Otra victoria como esta y volveré solo a casa”.

De él viene el término pírrico con que se califica un triunfo a base de sacrificar a medio mundo, cuestionando si valió la pena ganar.

Explicar lo sucedido la tarde de ayer en Culiacán es complicado.

Yo mismo estaba molesto porque no veía el fuego del ejército, ni los helicópteros artillados de la Marina, ni los bombardeos de los aviones cazas de la fuerza aérea.

¿Qué esperan para soltar lo que tenemos?, me pregunté yo.

Encabronadísimo porque teníamos el triunfo en las manos y lo dejamos ir, maldije y menté madres al director técnico del equipo bueno, el presidente, por jugar ratoneramente, por miedoso falto de huevos por haber decidido –él o los responsables de la seguridad-, la retirada y recular.

Recordé a un amigo culichi y, a pesar de la hora, fui derecho a llamarlo

Ya era noche, pero recordé que tengo un cuate precisamente en Culiacán y, contando con que allá es una hora menos que acá, le marqué al celular para saber sus impresiones.

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Atendió asustado, aunque tranquilo, comentándome que fue una tarde de terror.

Los malos aventajaban 5 a uno a los buenos, habían liberado a los presos de una cárcel y en las carreteras se movían más gente de la suya proveniente de ciudades y pueblos cercanos a la ciudad.

Me contó que la amenaza era latente y que el pánico cundía por todos lados, que nadie estaba a salvo porque francotiradores disparaban de cualquier parte, incluso unos se movían en carros particulares siendo imposible identificarlos y menos estar a salvo.

Recordamos aquella noche fatídica que se vivió en Ocotlán aquel 18 de marzo del 2015 y coincidimos en que el país se pudrió hace mucho.

Me relató que la amenaza era real, que los criminales estaban dispuestos a destruir Culiacán si no liberaban a los detenidos, que irían sobre los que se cruzaran en su camino sin importarles más aún a costa de sus propias vidas.

Eran pues los culichis rehenes y, como en las películas, nadie piensa en ellos, la trama es saber quién tiene más huevos, si el policía afuera o el delincuente dentro, sitiado.
No hay derecho: Nos iban a barrer con todo

-«¿Te imaginas si no lo sueltan, pinche Tito?-, nos iban a barrer con todo su poder. No importa que el gobierno mande lo que tenga, estamos adentro y nos van a chingar sin ley».

-¿Entonces tú qué harías, mi buen?

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Soltarlo, chinguesumadre. Me vale madre que digan lo que quieran».

-«Queremos vivir, nosotros no pedimos estar aquí. Aquí nos tocó vivir. Primero estamos la raza buena y luego la política».

Pero, cabrón, se le van a ir con todo al pinche peje. No puede quedar como pendejo ante el mundo y menos ante los cabrones que lo quieren ver caer. Ahorita ya le están lloviendo putazos en Twitter y Facebook.

Qué le digan lo que quieran. Si evita una masacre nosotros lo veremos diferente. Nosotros estamos aquí, no tú, ni los culeros que le exigen enfrentarlos».

-«Qué fácil es exigir que maten si no están en los madrazos y más los que están en su pinche computadora o Smartphone».

-«Ojalá estuvieran aquí. Que nos pregunten a nosotros qué opinamos, los que estamos aquí, ni tú ni ustedes tienen derecho a pedir que nos chinguen por quedar bien».

-«¿O qué? ¿Van a demostrar autoridad a costa de que nos partan la madre sin deberla ni temerla?-«.