La nueva guerra fría de Donald Trump

Tribu sioux contra oleoducto en Dakota que tiene que ver Trump

Por Víctor Flores Olea.

Regeneración, 26 diciembre 2016.- Los aparentes devaneos de Donald Trump con Vladimir Putin, en los que se envían recados harto amables, no son simplemente el juego de dos poderosos acercándose amablemente uno al otro, sino que tienen una intención profunda que no es tan difícil percibir. El presidente electo hizo de su frase Hagamos grande a Estados Unidos otra vez el eje de su campaña electoral, que seguramente influyó enormemente en los resultados.

Pero si a esto añadimos su pugna y desprecio por los países del lejano (y medio) Oriente, creo que estaremos cerca de la verdad y de la parte más seria y peligrosa del nuevo mandatario: armar desde el inicio dos esferas de poder encontradas capaces de mantener pugnas abiertas que puedan llegar a ser muy peligrosas.

Donald Trump, en sus obsesiones contra el otro, ha dividido ahora el mundo en dos ejes poderosos, el suyo encabezado por Estados Unidos, pero también con la activa participación de Rusia (tal explicaría la excesiva zalamería con Putin y Rusia por parte de Trump), que planetariamente lo llevaría, lo obligaría, a reconstruir el orden del mundo y la propia nueva grandeza de Estados Unidos en un enfrentamiento con China.

China sería el principal objetivo a congelar o asediar, y la vería –a la larga– como el gran obstáculo a vencer o a doblegar. Tal es la pugna histórica, y el adversario que construye ya Donald Trump, y el resto del mundo debemos conformarnos con observar.

Para sus objetivos de tensión mundial, con una salida que, en manos de Trump, pudiera ser directamente bélica, diremos que no está mal escogido el nuevo Gran Adversario de Estados Unidos, con un peligro que pudiera ser terrible: que lo que comenzara con una muy tensa guerra fría, en manos de Trump pudiera convertirse prontamente en una real confrontación bélica de la que no se salvaría ningún lugar del mundo.

Al equipo mayor de Trump no le faltó agudeza al señalar a China como su gran rival de le época, lo cual le permitiría a Estados Unidos, por lo demás, mostrar su amplia carta de opciones y posibilidades. El problema es que el mundo entero se vería sometido a una tensión que otra vez producirá enorme zozobra, probablemente mucho mayor que durante la primera guerra fría contra la URSS. Otra vez, el mundo al borde de la guerra y de su destrucción total; otra vez, una situación de guerra final y de absoluta perdición. Esto, sin tomar en cuenta los conflictos ya desatados en los que están implicados los musulmanes de las más diferentes tendencias, así como otras creencias, que muy probablemente se alinearán a alguno de los ejes principales del nuevo conflicto; naturalmente, siempre creando una atmósfera bélica cada vez mayor

Naturalmente, pueden investigarse muchas otras avenidas que le permitan a Trump desahogar sus apetitos de grandeza y su espíritu discriminatorio, pero ahora nos quedaremos en este breve artículo para seguir las consecuencias nefastas de Trump como presidente de Estados Unidos y como principal cabeza de la potencia mayor de la historia.

Artìculo publicado en La Jornada