La UNAM, el proyecto centralizado de la educación

La Universidad se ha convertido en el paradigma educativo para otras instituciones del país, sin embargo, en los últimos años, la UNAM se ha vuelto elitista, dejando al descubierto la disparidad que existe entre las escuelas públicas y privadas, y la falta de oportunidades educativas a nivel superior 

Por Itzuri Flores

 

RegeneraciónMx.– ¿Y si comenzamos a entender que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no es tan nacional y su sistema administrativo, anacrónico, qué pasaría? Ni en 1910 era tan claro ese adjetivo que la calificaba como “La Universidad”.

Claro, en teoría cualquier persona que quiera estudiar alguna licenciatura puede intentar ingresar a ella, pero se enfrenta a lo que en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari reafirmó con la creación del CENEVAL: responsabilizar totalmente a la persona por no pasar el examen y no al Estado por no tener lugares suficientes para continuar con la educación superior o media superior.

Sin duda, se debe de reconocer que gracias a su infraestructura educativa, sus profesoras y profesores y sus programas académicos, la UNAM ha sido el modelo, o el paradigma, a seguir para otras instituciones de educación en el país.

Por otro lado, y aceptémoslo, aunque creamos que la UNAM es la sanguijuela del presupuesto gubernamental de la educación, no es del todo cierto, puesto que, en el país, no se le da importancia ni un presupuesto decente a la educación ¡DE NINGÚN NIVEL!

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Sin embargo, pensemos, como se menciona en el libro La UNAM el debate pendiente: ¿realmente amplía el acceso de los estudiantes más pobres o privilegia a los más ricos? Y es que si bien la UNAM es el ejemplo que seguir ¿cómo lograremos que otras instituciones la sigan si no se tiene el presupuesto suficiente, si la ubicación geográfica en la que se encuentran es totalmente distinta a la centralizada y a la urbanizada Ciudad de México?.

Quizás uno de los problemas más fuertes es que, cada vez más, a la UNAM acceden personas que han estudiado en escuelas privadas, porque todo mundo sabe que las escuelas públicas del país son deficientes.

En el pasado, ingresar a la UNAM no era tan complicado porque no había tanta disparidad entre las escuelas públicas y las privadas. Pero el neoliberalismo y el capitalismo salvaje han abierto una brecha insostenible e imposible para las poblaciones más vulnerables.

Y es que no olvidemos que la UNAM sigue permaneciendo como la mejor universidad del país, quizá porque no ha hecho de la educación un negocio, cosa que sí pasa en las universidades privadas.

Pero otro de los problemas es que en México la educación superior es, de principio, una herramienta elitista. Es una manera para medir el «nivel de persona» que tiene la gente, cosa que es snob y superficial.

Y el problema se agrava más cuando en una sociedad profundamente clasista y racista, como lo es la nuestra, los oficios, que son sumamente valiosos para la sociedad general, son tomados como profesiones de gente sin educación, y por lo tanto mal pagados, por lo que vivimos en una sociedad en la que sólo puedes acceder a ese «ideal socioeconómico» si tienes una carrera universitaria, cuando la realidad es que no todo mundo está hecho para ir a la universidad o al menos no como la universidad que conocemos y que tanto aplaudimos, galardonamos y reconocemos.

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Y bueno, a todo esto se le agrega un gobierno que cada año busca formas de quitarle presupuesto a la educación. Sin duda, los problemas de la UNAM no son la enfermedad, per se, sino el síntoma de un gobierno y un poder decadente.

Sin embargo, quizás podamos seguir admirando a la UNAM si esta se volviera realmente nacional no sólo por tener escuelas incorporadas sino dejando su protagonismo de lado e incentivando la creación de nuevas instituciones públicas y con un sistema pedagógico regional más que neoliberal y globalizado.