No todos son iguales

 Ser policía en México, con el pobre salario que reciben, es el trabajo más honrado y admirable. No hay que desacreditarlo solamente por las acciones corruptas de algunos elementos policiales.

 Por: María Santos | @marifersv94

Regeneración, 15 de noviembre de 2014.-En la madrugada del 14 de diciembre, mientras la comunidad de Chilpancingo, capital de Guerrero, se preparaba para un encuentro artístico en memoria del acontecimiento en Ayotzinapa, se reportaron provocaciones y agresiones físicas de parte de elementos de la Policía Federal contra estudiantes normalistas que iban de Ayotzinapa a ayudar en los preparativos del evento.

Imagen: @YoSoy132Media
Imagen: @YoSoy132Media

 El evento era un concierto titulado “Ayotzinapa: encuentro cultural, musical y artístico”, en el que tocarían diversos grupos mexicanos, como Panteón Rococo y Lengualerta. Los estudiantes normalistas se dirigían a Chilpancingo para realizar los preparativos a bordo de unas camionetas cuando fueron interceptados en el camino por un taxi. Del taxi se bajaron varios elementos vestidos de civiles en evidente estado de ebriedad y comenzaron a provocar a los normalistas verbalmente y se comenzó a calentar la situación, elevando de tono cada vez más los insultos. Acto seguido, según lo que se reportó por parte de personas que se encontraban allí mismo, los vestidos de civiles se metieron a un hotel y salieron todos uniformados y cinco de ellos armados; así fue cuando se supo que eran miembros de la Policía Federal.

 Cuando la comunidad normalista de Ayotzinapa se enteró de lo que estaba sucediendo se dirigieron al lugar donde se estaba llevando a cabo el enfrentamiento para brindar su ayuda, entre ellos los valientes padres de los 43 (ahora 42) desaparecidos. Comenzaron todos a pedir que se retiraran los elementos de la Policía Federal, pero en vez de hacerlo agredieron fuertemente físicamente a varios estudiantes y luego se retiraron en camionetas que, parece ser, no eran oficiales de la policía. Debido al acto de fuga, muchas personas los persiguieron para evitar que escaparan pero fueron agredidos con gases lacrimógenos y hubieron varios heridos, cuatro trasladados a hospitales y uno herido de más gravedad que los demás. Uno de los heridos era reportero de Radio Regeneración, un compañero.

 Esta conducta es tremendamente inaceptable, porque incurrieron en dos faltas graves: una, estar en estado de ebriedad mientras portaban el uniforme oficial, y dos, agredir a los normalistas sin provocación inicial alguna de parte de estos. Es impresionante como estos elementos policiales corruptos no se cansan de cometer ilícitos. Es sorprendente la manera en la que le escupen en la cara a las medidas cautelares emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Qué sin vergüenzas. Esperemos que se logre averiguar quiénes fueron esos treinta elementos y les den, mínimo, una sanción administrativa y, preferentemente, pena corporal por haber cometido el delito de lesiones.

 Quiero aprovechar este terrible suceso para emitir una opinión, sobre la opinión pública en cuanto a los policías en general, que me ha estado preocupando últimamente. Me ha tocado un sinnúmero de veces escuchar críticas en persona en discusiones o pláticas con conocidos y, sobre todo, numerosas críticas en las redes sociales, principalmente en Facebook y Twitter, hacia los elementos policiales. Críticas generalizadas sobre como los policías son unos corruptos, ineptos, delincuentes, servidores del crimen organizado más que servidores públicos, incompetentes y sin vergüenzas. Demasiadas críticas; tantas, que me entristeció. ¿Por qué? Porque es verdad que hay muchos policías así: como los de la noticia que menciono, sin duda alguna. Pero, sin meter las manos al fuego, podría afirmar que al menos la mitad o quizás la mayoría de los elementos de fuerza pública son gente bien intencionada. Son personas que son policías porque quieren proteger a los demás, porque quieren ayudar al país a ser un lugar mejor, porque quieren capturar a los delincuentes y hacer una sociedad más segura. Son gente que renuncian al dinero y a los lujos (ya que lo que les pagan son cantidades indignantes) para brindar seguridad a la población a costa de su propia seguridad e incluso su vida. He tenido el honor de conocer policías así y siento un orgullo inexplicable al saber que existe gente así.

 Imagen: vía tómeme.net
Imagen: vía tómeme.net

 Siento una tremenda decepción al ver cómo por culpa de unos cuantos policías corruptos y perversos que han participado en diversas tragedias, como la de Ayotzinapa y como la aquí mencionada en Chilpancingo, muchísimos mexicanos desacreditan la sinceridad y el trabajo de todos los policías. El ser policía es un trabajo honorable y admirable. Que unos cuantos, o unos muchos, hagan mal uso de su uniforme y de su poder no es suficiente para justificar la crítica generalizada a toda la fuerza policial. Me da mucha tristeza escuchar todas las críticas hacia los policías después de que me ha tocado conocer a muchos de ellos que son honrados y buenas personas.

 Quisiera hacer un llamado a todos los lectores para que sepan distinguir entre la gente honrada que hace la labor policial y la gente corrupta que comete ilícitos en su calidad de elemento de la policía.

 Los policías también son parte del pueblo, son parte de los esclavos del poder. No les agreguemos a toda esa carga la etiqueta de asesinos, por culpa de unos cuantos (aunque estos cuantos sean muchos).