#Opinión: A dos años del 4, 5 y 6 de junio | Represión en Jalisco

La ironía de salir a manifestarse por personas desaparecidas… y desaparecer. Sólo sucede en un narco-estado como Jalisco, donde el gobernador Enrique Alfaro ha callado voces de la manera más violenta que existe: a golpes y levantamientos forzados.

La ironía de salir a manifestarse por personas desaparecidas... y desaparecer. Sólo sucede en un narco-estado como Jalisco.

Por Melissa Cornejo

RegeneraciónMx, 09 de junio de 2022.- La única manera de contar una historia con absoluta honestidad, es comenzando desde el principio. El año 2020 es recordado como uno de los más difíciles en tiempos recientes, pues la llegada del Sars-Cov-2 nos cambió la vida de un momento a otro, y a más de dos años del inicio de la pandemia, podemos cometer el error de creer que conocemos todas las historias que nos dejó. En esta entrega, como en anteriores, los traeré a Jalisco y les platicaré uno de los episodios más oscuros en la historia del gobierno de Movimiento Ciudadano.

A principios de marzo de 2020 todo era inconformidad con el gobierno del estado de Jalisco, pues entre información errónea —que cambiaba de un día a otro—, regaños y pronunciamientos religiosos de revelaciones y arrebatos espirituales, Enrique Alfaro decretó cuarentena 15 días antes que el resto del país, además del uso obligatorio del cubrebocas, y la suspensión de toda actividad “no esencial”, sin preocuparse por la situación económica de las familias jaliscienses.

Si lo anterior ya resulta escalofriante y con tintes totalitarios y fascistoides, permítame avisarle que vamos comenzando el relato, y todo lo mencionado hasta ahora, no es sino para brindarle un poco de contexto, querido lector.

A macanazos

A principios del mes de junio de 2020 —si la memoria no me falla, específicamente la noche del 3— se dio a conocer, principalmente en redes sociales, el asesinato de Giovanni López: joven trabajador habitante de Ixtlahuacán de los Membrillos, quien la noche del 4 de mayo se dirigía a cenar sin usar cubrebocas. Desacatar la instrucción del gobernador de Jalisco fue suficiente para que Giovanni fuera sustraído por elementos de la policía, privado de su libertad, torturado y asesinado.

Antes de continuar, considero preciso hacer hincapié en las fechas: Giovanni fue asesinado el 4 de mayo, pero no fue sino hasta el 3 de junio que se dio a conocer su caso. ¿Por qué? Sencillo: según testimonios de la propia familia, las autoridades locales los amenazaron e intentaron comprar su silencio.

Los días siguientes, las calles se desbordaron de personas pidiendo justicia por el indignante caso de brutalidad policial. Lo recuerdo bien. La tarde del día 4 de junio, esperábamos dialogar, sólo buscábamos una respuesta, pero Alfaro no salió a dar la cara, ni recibió el pliego petitorio que unos compañeros y yo habíamos llevado. De allá para acá, silencio. O eso parecía, pues unas horas después circularon videos grabados al interior de Palacio de Gobierno, donde policías gritaban frases como: “¡los vamos a matar!”. A nosotros. A los manifestantes que nos encontrábamos afuera.

La ironía de salir a manifestarse por personas desaparecidas... y desaparecer. Sólo sucede en un narco-estado como Jalisco.
Fotos: Especiales

Aproximadamente media hora después, todos corríamos por las calles del centro de la ciudad, pues habíamos sido gaseados y los policías nos perseguían —también por aire, en helicóptero—. Algunos, incluso, nos lanzaban sus macanas.

Esa tarde fueron levantados 20 jóvenes, por los que saldríamos a manifestarnos al día siguiente frente a Fiscalía, sin saber que el gobierno nos tenía preparada otra sorpresa: elementos de la Fiscalía vestidos de civiles, arriba de camionetas sin placas, comenzaron a levantar y a desaparecer jóvenes. A todos los que veían, a los que se encontraran en su camino. La ironía de salir a manifestarse por los desaparecidos, y desaparecer. Sólo en un narco-estado.

Sabemos dónde vives

La tarde del 5 de junio, aproximadamente 100 personas fueron víctimas de desaparición forzada a manos de la Fiscalía del Estado de Jalisco. Aparecieron al día siguiente y declararon haber sido víctimas de tortura, haber sido encerrados en “la perrera” —celdas que parecen jaulas—, y después haber sido abandonados en la periferia de la ciudad. Sin dinero, sin sus pertenencias. Días después, elementos de la Fiscalía irían personalmente al hogar de cada uno de ellos “para asegurarse de que habían regresado a casa’’, pero enviando en realidad un claro mensaje: sabemos dónde vives.

A dos años de esos días terribles que llevamos grabados a fuego en la memoria, los jóvenes jaliscienses seguimos sin respuestas. Sólo una persona fue sancionada. No hay respuestas, no hay justicia; lo único que incrementan son las cifras de nuestros hermanos desaparecidos.