Por Lucio Guerrero
RegeneraciónMx.-Es necesaria una industria eléctrica pública y un organismo del Estado que se haga cargo de dicha industria. La electricidad es necesaria para la sociedad moderna y más que un derecho, la electricidad es condición de garantía para el derecho humano a la vida digna. En este punto podríamos tener muchos debates aún y estoy dispuesto a librarlos de forma fraterna.
Sin embargo, un aspecto indiscutible es que la electricidad, por ser un insumo básico, no puede quedar al vaivén de la voluntad de unos cuantos que quieran y puedan controlarla. Es decir, si el Estado es el garante de los derechos humanos, es equivocado trasladar a la iniciativa privada cualquier responsabilidad con relación a éstos. No sólo porque no la van a cumplir porque no es su responsabilidad, sino porque no lo quieren. Las empresas se constituyen con el fin estratégico de tener ganancias, no con un fin social por muy sociales que se digan dichas empresas; y cualquier empresa que no genere ganancias pues no es una empresa, puede ser una Cooperativa Autogestiva, un Comité o cualquier otra cosa, menos una empresa.
En este sentido, con dos ejemplos de menos de un año es posible comprender la necesidad de tener una industria eléctrica pública y un organismo del Estado que se haga cargo de dicha industria.
El 28 de diciembre de 2020 ocurrió una falla importante en el sistema eléctrico mexicano, afectando 30% de la demanda total y a la cuarta parte de la población en todo el territorio nacional, desde Sonora hasta Quintana Roo. La demanda en el sistema era de 32,000 MegaWatts, muy baja por ser la última semana del año (la máxima anual es 50% mayor).
El evento inició a las 14:27 horas en dos líneas de enlace de 400 KV entre Linares Nuevo León y Güémez Tamaulipas: Se incendió maleza de baja altura localizada bajo las líneas de alta tensión en un tramo de un kilómetro; el fuego fue avivado por vientos de 70 km por hora lanzando aire caliente y ceniza hasta los conductores de ambas líneas; originando una falla (corto circuito) hacia los cables de 400 KV, causando en varias ocasiones arcos eléctricos con altas corrientes; de inmediato automáticamente y de manera correcta se desconectaron las dos líneas de alta tensión, con un minuto de diferencia.
A pesar de que en un inicio los sistemas de protección operaron correctamente, diversas condiciones llevaron a la pérdida de estabilidad de la Red Nacional de Transmisión y la desconexión de seis líneas de transmisión. A pesar de ser época vacacional, las líneas de transmisión trabajaban a toda carga para evacuar la energía intermitente que se estaba produciendo en el norte del país.
La primera desconexión ocurrió en la planta eólica llamada San Carlos, de la empresa privada española Acciona, en Tamaulipas y Nuevo León, que apenas estaba iniciando pruebas desde el 21 de diciembre, a pesar de que no contaba con la autorización del CENACE, quien es el operador de la Red Eléctrica, en términos de seguridad para conectarse a la red ya saturada, además de que no cumplía con los estándares del Código de Red para esa instalación en que tenía un interruptor de 2,000 amperes cuando mínimo necesitaba uno de 2,500 amperes.
De ahí, se desataron otros 15 incidentes de este tipo y se desconectaron 116 líneas de distribución con una capacidad de 10,001 MegaWatts en el norte, dejando sin electricidad a 10 millones de usuarios con una capacidad de 8,000 MegaWatts en el sur del país (bit.ly/3nzp2qv).
La interconexión desordenada de las empresas privadas no contribuyó a mejorar la Confiabilidad de la Red Eléctrica, frente a cualquier falla que se pueda presentar por causas fortuitas (climatológicas o accidentales). Pero hay otra cosa.
¿Qué hacía una empresa española como Acciona haciendo pruebas en un momento crítico? Y no me refiero a que podría saber o no del incendio, sino que en ese momento el semáforo nacional por la propagación del SARS-CoV2 se encontraba en su mayoría en rojo, miles de personas conectadas a respiradores, a concentradores de oxígeno; en casa o en hospitales, la electricidad no podía fallar y falló.
Recién empezó la interrupción de las actividades por la pandemia, el CENACE emitió un Acuerdo para impedir la interconexión de las centrales que debían entrar en operación en ese año, porque debían empezar a enviar códigos y hacer pruebas sobre la Red en momentos de mucho riesgo por la cantidad de población que estaba padeciendo los estragos del Covid19. Como la mayoría de esas empresas eran de renovables, ahí empezó la narrativa de las empresas privadas contra el actual gobierno en el sentido de que éste “se mantiene en contra de las energías renovables”.
Una empresa privada no se puede arrogar el derecho de generar cualquier perturbación en la Red Eléctrica y afectar el suministro, sólo porque ya quiere empezar a hacer negocios, sin observar a los millones que necesitan que haya suministro eléctrico. Esas empresas lo hicieron, se ampararon contra el Acuerdo del CENACE y de la forma más indolente, se metieron a jugar en la red en un momento muy crítico para todos.
Al final, si la empresa española Acciona pudo hacerlo, fue porque el Poder Judicial le dio las facilidades para ello. No fue el único caso, pero sí el más emblemático de cómo una Red Eléctrica debe tener capacidad de librar fenómenos fortuitos como ambientales o accidentes en momentos críticos, como la pandemia, y no se contó con ninguna sensibilidad de las empresas privadas para adicionar mejor respuesta al sistema eléctrico en dicha condición.
Al finalizar la CFE y el CENACE evitaron que la falla repercutiera en todo el sistema nacional y se restableció el suministro en menos de dos horas.
Y el otro ejemplo fue la novena tormenta invernal sobre el norte y noreste de México, así como condiciones para la caída de aguanieve o nieve en zonas de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, en el marco del frente frío 35 que se extendió desde el noreste del Golfo de México hasta la Península de Yucatán.
En ese momento, tras el congelamiento de los ductos de gas provenientes de Texas y el consecuente encarecimiento del precio del gas para la generación eléctrica (bbc.in/3CA5itn), empresas como Iberdrola y otras que tienen ciclos combinados que utilizan gas, simplemente decidieron salirse del sistema eléctrico, para evitar pérdidas económicas por el encarecimiento del gas. Esto sin importar que seguíamos en semáforo epidemiológico rojo y que millones de familias en el norte del país dependían de la electricidad para echar a andar calentadores y demás tecnologías para evitar congelarse (bit.ly/3CA5KI5).
Mientras el restablecimiento del servicio eléctrico estuvo a cargo de la CFE, echando a andar la totalidad del parque de generación, las empresas privadas sólo vieron el negocio y sus pérdidas y se desconectaron, dejando de inyectar energía a la red. Es decir, cero compromiso, empatía y sensibilidad con la población en un momento crítico.
Y bueno, como colofón agregar que en Texas el restablecimiento del suministro eléctrico tardó semanas, propiciando inclusive migración de habitantes de ese estado sureño de los EEUU a México, pues allá están a la merced del Mercado Eléctrico. Bill Magness, director general del Ercot, que sería como el CENACE pero de Texas, fue despedido luego de las exigencias para destituirlo por los apagones registrados en febrero que dejaron sin calefacción ni electricidad a millones de personas durante la tormenta invernal. Y es que él apoyó la salida de los generadores privados de la red quienes veían afectados sus intereses económicos por los precios del gas (bit.ly/3pJMdBm).
Con sólo dos ejemplos recientes que no requieren mayor análisis, es posible ver que las empresas privadas están en lo que están, que es hacer negocios; mientras que necesitamos un organismo público fuerte, capaz de ser el garante del suministro eléctrico para la población, que se esfuerce y pueda responder por dicho insumo básico para la población en todo momento y no de acuerdo en cómo se ven los mercados y los precios de los combustibles. Es absurdo, pero poner en el mercado un insumo tan básico es como ponerle precio a la vida.
Los que defienden la reforma energética de 2013 nos están llevando a las siguientes reflexiones: ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar a una empresa extranjera para evitar te corte el suministro eléctrico en un momento crítico de tu vida?