Propósito 2019: Justicia – Segunda entrega: Diana Velázquez Florencio

El caso de Diana Velázquez Florencio refleja la negligencia de las autoridades mexiquenses. A un año y medio de su muerte aún no dan con los responsables

Por Pita Ramírez

Regeneración, 29 de diciembre de 2018. ¿La ausencia de un familiar a causa de muerte natural se vive igual que cuando se trata de un feminicidio?

La psicóloga Luisa Güido Williamson, que lleva más de 20 años de experiencia en el acompañamiento de mujeres en situación de violencia, asegura que la diferencia entre ambos duelos es significativa:

“La muerte natural, a pesar del dolor por la sensación de pérdida, es algo que se espera de una y otra manera, pues finalmente todos vamos a morir y eso es normal. Pero el duelo por una muerte violenta tarda, para empezar, muchísimo más en resolverse. Al sentimiento de pérdida se unen sentimientos de injusticia, de mucho enojo, de impotencia e incluso de mucha culpa.

Ahora, sumémosle a este tipo de duelo por violencia el que haya sido feminicidio, en donde, por definición el crimen se cometió sólo por razones de género y en donde por lo general se comete con sevicia (extrema crueldad)”.

Tal es el caso de la familia Velázquez Florencio que, tras el feminicidio de una integrante de su familia, desde un año y medio atrás, la situación sigue sin resolverse.

Al menos en lo legal y emocional, la vivencia de este duelo parece no tener fin. ¿Quién se recupera del todo después de un feminicidio? ¿En dónde se encuentra la paz, la tranquilidad y el bienestar? ¿Cómo pasar a las etapas finales de un duelo si se desconoce quién o quiénes sin piedad pasaron encima de una vida, de un cuerpo, de un ser, de una mujer?

Por el momento, no hay quién dé justicia a Diana Velázquez Florencio. Ni siquiera las autoridades mexiquenses que desde el primer reporte que recibieron sobre este caso, miraron hacia otro lado, cometiendo así negligencias a los derechos humanos de la víctima y a los de una familia chimalhuaquense.

 

Fechas Especiales

“Las fechas, para mí, todas son tristes, obviamente estas fechas se sienten peor, pues la ausencia de Diana se siente aún más. Por lo regular todas las familias están reunidas en estas fechas y a nosotros nos hace falta Diana. Es un dolor inmenso, que no se puede explicar”.

Así se expresa doña Lidia Florencio, madre de Diana Velázquez, que, desde la perdida injusta de una de sus hijas, ha salido a la calle a exigir resultados.

Durante todo este tiempo, el cual parece “poco”, no ha aprendido a simular el dolor que siente, pues con sólo escucharla, los sentidos se paralizan y te hacen cuestionar la supuesta labor de las autoridades.

Junto a su otra hija, Laura Velázquez Florencio, ha realizado incontables actos de protesta para ver si así la Policía y la Fiscalía Especializada de Feminicidios del Estado de México hacen su trabajo.

Para Laura las autoridades mexiquenses sólo han mostrado indiferencia ante el caso de su hermana. Ella, al igual que todos los integrantes de su familia, asegura que el dolor es el mismo en estas fechas. Todos los días viven el mismo sentimiento de pérdida.

“A pesar de que nunca hemos sido una familia religiosa, en Navidad y año nuevo, al menos nos sentábamos a comer juntos y a pasar el rato. Y sin Diana, es muy feo. Siempre, no sólo en estas fechas, que nos sentamos a comer queda un espacio vacío, el cual nadie va a llenar”.

Laura Velázquez Florencio, hermana de Diana Velázquez.

Negligencia mexiquense

Diana desapareció la madrugada del 2 de julio del 2017. La joven junto a su madre se preparaba para salir a una cita clínica en un hospital público. Ambas pretendían ganarle al tiempo y llegar temprano, pues aparte de que no les quedaba cerca, los turnos para ser atendidas a veces se prolongaban por horas.

Todo marchaba bien, ya estaban listas, pero de pronto surgió una pequeña discusión entre ellas, así que Diana decidió esperar a su madre afuera del hogar.

Doña Lidia, sin darse cuenta, escuchó el cierre de la puerta principal. Esperó un par de minutos, pues pensó que su hija volvería a entrar. Como esto no sucedía, por su mente le pasó la idea de que quizá su hija estaba en una llamada telefónica, debido a que en su hogar la señal no es buena.

Incrementaron los minutos de espera y Diana no regresaba. Sin más, doña Lidia decidió asomarse a la calle y no la vio, así que le marcó a su celular, le mandó mensajes de texto y con la respuesta de un: “ya voy”, comenzó el martirio. Diana jamás regresó.

Con la angustia incrustada en la garganta, en el estómago y en el pecho, doña Lidia no sabía qué hacer. La ansiedad la hizo reaccionar mecánicamente, una llamada, un mensaje, una llamada, otro mensaje. ¿Qué pasaba? ¿En dónde estaba Diana?

Llegaron las 8:00 de la mañana y en compañía de Laura acudió a la Fiscalía de Chimalhuacán para reportar a su familiar como desparecida.

Sin embargo, con pesadez, las autoridades se negaron a levantar el acta: “deben esperar las 72 horas reglamentarias para su búsqueda, señora”.

Es decir, violaron el acuerdo que se prescribe en la Alerta de Violencia de Género, la cual fue activada desde 2015, en la que se obliga a la búsqueda inmediata de cualquier mujer desaparecida.

Mientras esto ocurría, el padre de Diana, junto a otros familiares, peinaba las calles preguntando si alguien la había visto.

Ese mismo día, se había registrado el hallazgo de un cadáver de un supuesto hombre, detrás de la Plaza Chimalhuacán.

En efecto, ese cuerpo, no era de un hombre, era el de Diana.

Sin embargo, ante la violencia institucional por parte de las autoridades de este municipio, la familia de Diana siguió buscando sin descanso.

Pasaron los días y la escena era la misma, mientras alguien preguntaba en todos los locales, con todos los vecinos de la zona, su hermano insistía por teléfono: “Diana por favor contesta, dinos en dónde estás”.

Fue hasta el 6 de julio que, mientras esperaban ser atendidos por las autoridades de Nezahualcóyotl, Laura tuvo una corazonada, se le ocurrió pasar junto a su padre a la Semefo.

Fueron al lugar, describieron las características de Diana, mostraron una foto y explicaron la situación. Pasaron algunos minutos y los dejaron pasar. Entre cuerpos apilados, revueltos, manchados de sangre, desnudos, algunos en el piso como si fueran objetos, encontraron a Diana.

En un principio les fue difícil reconocerla, debido al grado de descomposición en el que se encontraba.

Los encargados les mostraron la ropa del cuerpo que parecía contar con las características descritas. Después, sumaron a la muestra, en una bolsa, unas trencitas, el peinado favorito de Diana. Con esto, finalmente la reconocieron, se trataba de ella, era Diana desdibujada por la violencia.

Como requisito para que les entregaran su cuerpo, Laura y su padre debían contactar un servicio funerario. Para no hacer más largo el proceso, inmediatamente pidieron ayuda a una funeraria cercana a la Fiscalía.

Entre el papeleo y el procedimiento, Laura alcanzó a escuchar “ah, es la del domingo”. ¿Desde el domingo habían encontrado a Diana y las autoridades la ignoraron? Tiempo después Laura se enteró que ellos habían ayudado a recoger el cuerpo de Diana.

Diana Velázquez Florencio fue violada, estrangulada y expuesta a unos kilómetros de su hogar. Afuera de un rastro de pollos. Su cuerpo era aquel que habían registrado como masculino el mismo día de su desaparición.

A un año y medio, no se sabe nada. ¿Quién marcó como territorialidad de la violencia el cuerpo de Diana? ¿qué están haciendo las autoridades mexiquenses, comandadas por el gobernador Alfredo del Mazo?

Los verdaderos responsables

La madre de Diana, Lidia Florencio, vive aún con culpa, piensa que es responsable de lo que le sucedió a su hija por esa pequeña discusión, pero lo cierto es que los únicos culpables de este cruel hecho, son las autoridades que intentan desdibujar la vida de las mujeres. Los culpables son quienes creen que las mujeres pueden ser tocadas, ultrajadas, asesinadas; la culpa es de la sociedad machista y misógina que cree que la ropa, la hora o el lugar, son invitaciones para recibir y aceptar violencia.

Diana Velázquez tampoco tuvo responsabilidad, las víctimas jamás tienen la culpa. Ella tenía los mismos derechos que toda persona. Ella podía estar afuera de su casa a cualquier hora, y sin más, nadie debía violentarla ni privarla del derecho a la vida.

 

Propósito de año nuevo

La familia Velázquez Florencio lo único que espera para este 2019, es que las autoridades den con el o los responsables. Desean saber qué fue lo que ocurrió realmente. Anhelan que haya algo de justicia en esta perdida, pues algo está claro, nada será igual sin Diana.

Mientras tanto, a la espera de la justicia, seguirán brindando información y acompañamiento a su comunidad.

Familia Vázquez Florencio: “Para este 2019 queremos que cesen los feminicidios. Buscamos sensibilizar a la sociedad. Además queremos que la sociedad sepa lo que le pasó a Diana, que ella existió y que su ausencia aún duele…”