Bernardo Esquinca: «Lo que distingue a un asesino serial de alguien común es la empatía»

En su más reciente novela, Asesina íntima, el escritor recrea la peculiar relación de una reportera con «La Mataviejitas», asesina serial con la que dos semanas antes de su captura realiza, por azar, una entrevista en la Arena Coliseo  


El autor tapatío Bernardo Esquinca. Cortesía Almadía.
El autor tapatío Bernardo Esquinca. Cortesía Almadía.

Por Martha Rojas

Antes de ser conocida como “La Mataviejitas”, Juana Barraza Samperio hizo una vida muy parecida a lo que debería haber sido lo normal. Tuvo cuatro hijos, muchos amores y una gran afición por la lucha libre.

Para sus hijos era una madre abnegada y una superheroína, que por las noches se transformaba en La Dama del Silencio. Envuelta en una máscara rosa en forma de mariposa, Juana se sumergió durante varios años en el mundo onírico de la Lucha Libre, hasta que una lesión en la columna extinguió el sueño y no tuvo otro remedio que vender palomitas afuera de la arena.

Era la vida normal de una mujer que lo había dado todo, hasta lo que no tenía, por sus hijos y sus parejas. Pero una tarde de enero de 2006, Juana Barraza fue detenida en la colonia Moctezuma cuando huía del lugar en el que había asesinado a la última de sus víctimas.

“Ella fue una excepción a la regla del asesino serial. El 99% de los criminales seriales son hombres blancos. Ella era mujer, y una mujer muy peculiar. Era la primera asesina en serie que México había aceptado tener. Cuando iniciaron las averiguaciones por una serie de crímenes que comenzaron a tener patrones similares entre 2003 y 2006, se creyó que el autor era un hombre o un transexual al descubrir a Juana, valga el refrán, con las manos en la masa, la conmoción fue grande”, asegura el escritor tapatío Bernardo Esquinca, quien en su más reciente libro Asesina íntima (Almadía,2021) se adentra en el universo de Juana Barraza para tratar de comprender ese paso decisivo en el que una persona se convierte en un asesino.

Aunque basada es un suceso real, la novela de Bernardo dista de ser un documento histórico, el autor no quería ni podía adentrarse en la verdad judicial, una verdad a la que nadie más que Juana Barraza tendrá acceso. Su intención era reconstruir a través de la narrativa de ficción los pensamientos de «La Mataviejitas», un personaje urbano marcado por la violencia familiar, el rechazo y el abuso.

 

Portada de Asesina Íntima. Cortesía de Almadía.
Portada de Asesina Íntima. Cortesía de Almadía.

 

 

Existe en la novela una advertencia al lector en la que dices que el texto carece de valor documental, pero que estás convencido de que ayudará a la comprensión de lo sucedido…

Sí. Yo no pretendía hacer un estudio documental de lo que pasó, y tampoco entrevistarme con ella. De hecho, la idea de hacer una novela surgió mientras planeaba un podcast. Por cuestiones de tiempo y de permisos era imposible llevar a cabo una tarea semejante, pero lo que sí hice fue reconstruir a partir de notas periodísticas y materiales documentales de la época una historia que arroja luces sobre lo que pudo haber pasado en la mente de los involucrados. No pretendía ser el Sherlock Holmes mexicano y averiguar cuáles fueron los hechos, minuto a minuto, no pretendía esclarecer la verdad sino tratar de entender qué pasa en la mente de ésta asesina, sus deseos, sus motivaciones y su historia. No pretendo justificar los asesinatos, pero estoy convencido de que el lector podrá detectar los quiebres emocionales de esta persona. Creo que esa es una manera de no repetir la misma historia tiempo después. Regresar y reflexionar para no repetir.

¿No crees que en el mundo existen muchas personas que han experimentado el dolor y las consecuencias de una vida trágica y aún así no se convierten en asesinos?

Esa cuestión está muy estudiada en la criminología. A nivel científico podemos decir que existe una diferencia sustancial entre una persona que experimenta los deseos de matar a una que lo hace, eso es la empatía. Existe una región del cerebro, la amígdala espejo, encargada de generar la empatía, la capacidad de entender al otro, algo que en los criminales no existe, esta capacidad es nula. Es por ello que pueden matar sin experimentar ninguna clase de arrepentimiento. El caso de Juana es particular porque en algunas grabaciones ella se muestra llorando y consciente de que lo que hizo es grave. Los psicólogos que se entrevistaron con ella concluyeron que el impulso asesino contra mujeres de la tercera edad era producido por una proyección en la que ella asociaba a su madre con las víctimas. No es una justificación, claro que no, pero yo creo que el lector puede entender que un asesino no aparece de la nada.

En la novela hay una descripción muy precisa acerca del modus operandi, ¿de qué recursos literarios te valiste para recrearlo?

Hay una grabación que un reportero de TV Azteca realizó de Juana Barraza dos semanas antes de que ella fuera detenida y que se puede ver en YouTube, en el que le preguntan ‘¿ruda o técnica?’ y ella contesta ‘ruda de corazón’; ¿en dónde es más ruda aquí o en casa’ y ella se ríe y dice: ‘ah pues en los dos lados’, es impactante cómo esa mujer vestida con un suéter rojo resulta ser “La Mataviejitas” y de ahí en adelante lo único que puedo hacer es imaginar y recrear. Comenzando porque quien narra la historia de Chana es una reportera mujer y no un hombre como ocurrió en la realidad. Unir los cabos sueltos es imposible comenzando por las averiguaciones, en las que los agentes hicieron todo lo que no se debe hacer en estos casos, pisaron papeles, huellas, alteraron las escenas algo que impactó en el juicio porque la Fiscalía pretendía imputarle 50 delitos, y soló consiguieron 14 teniendo en cuenta que ella confesó sólo un asesinato. A ciencia cierta nunca sabremos cuántas fueron, aunque se calculan más de 40. La criminología nos dice que existen dos tipos de asesinos, los organizados y los desorganizados, y ella es una combinación muy inusual de ambos. Los primeros tienden a premeditar los crímenes, estudian a sus víctimas, a qué hora salen, con quién se reúnen, llevan la misma arma, limpian la escena para que nadie los descubra, los segundos no analizan la situación, sino que actúan en el momento. Todo ello permite imaginar con cierta exactitud lo que pudo transcurrir en su vida en ese momento.

Bernardo tú eres uno de los pocos autores mexicanos que escriben en la línea del terror, lo sobrenatural y la fantasía, ¿por qué está inclinación?

Es verdad, creo que en México existe un prejuicio en torno a la literatura de terror a pesar de que es aquí donde la gente más lee a Stephen King y es porque se considera que la literatura fantástica es significativamente menor a la narrativa tradicional o culta, eso hace que los autores jóvenes se alejen o no quieran producirla. Pero también considero que ahorita la literatura fantástica vive un momento de recuperación, precisamente hace poco colaboré en la recopilación de cuentos de Francisco Tario, Amparo Dávila e Inés Arredondo llamada Ciudad fantasma en donde podemos observar que la literatura de este tipo tiene un arraigo folclórico en nuestro país. Es extraño considerar que en un lugar en donde el culto por los muertos, los rituales y las narrativas tradicionales, se considere que la literatura producida bajo estos esquemas es de menor calidad.

El autor considera que la escena literaria de terror actual experimenta un renacer, con elementos que mezclan la fantasía, lo policiaco y lo sobrenatural. Esquinca estará presentado su novela durante la segunda semana de actividades de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara, que se realizará del 27 de noviembre al 5 de diciembre del año en curso.