La resistencia kurda desde los ojos de las mujeres

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Sinemxan Adsan es la nieta de un rebelde kurdo y madre de dos más; ella vive sola en una casa solitaria de concreto en la ciudad de Batman, en Turquía, donde pasa sus días reflexionando sobre una larga historia de resistencia y de vidas perdidas en ella.

Regeneración, 25 de junio del 2015. (Jinha)  El abuelo de Sinemxan fue Abdurrahman Eliyê Unis, quien pasó siete años en las montañas de Sason y Xerzan organizando el levantamiento kurdo en la provincia de Batman, que ahora es Turquía.
 
En 1926 los otomanos rápidamente reprimieron la insurrección de Sason. Una parte de la familia de Sinemxan se exilió en Siria o “debajo de la línea”, como los kurdos nombran a la frontera que se dibujó a través de sus tierras durante ese periodo. 
 
Su abuelo Abdurrahman se exilió en Damasco (capital de Siria); la familia de Sinemxan fue enviada a una villa cerca de Qamişlo, en donde ella nació.
 
En Damasco, Abdurrahman se volvió cercano al intelectual kurdo (y activista político) Celadet Bedirxan. Sinemxan creció con sus seguidores entrando y saliendo de su casa.
 
Los Bedirxans (como se conoce a los seguidores del intelectual) trajeron con ellos la cultura de la vida kurda a través de las letras que surgían entre la comunidad kurda en el exilio.
 
Como a la villa eran enviados cada vez más integrantes de una nueva comunidad árabe, la familia de Sinemxan se dirigió nuevamente al norte. 36 de ellos viajaron hacinados en un tren que volvió nuevamente a Batman, su ciudad natal en Turquía. Ahí Sinemxan se casó con su primo.
 
Ella cursaba el primer mes de embarazo de su sexto hijo cuando su esposo murió luego de nueve años de matrimonio. Sinemxan se compró una máquina de coser para sostener a su familia.
 
Debido a su historia, Sinemxan y su familia fueron siempre blanco del Estado turco. Un día, soldados allanaron su casa y destruyeron su máquina de coser, alegando que ella la utilizaba para hacer ropa para la guerrilla.
 
Como los hijos de Sinemxan crecieron con un profundo entendimiento de la represión como parte de su identidad, ellos insistieron cada vez más en unirse al PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), y en convertirse en rebeldes como su abuelo. Al principio Sinemxan se oponía fuertemente a esa idea.
 
“Yo les dije (a mis hijos) que las guerrillas tenían que enfrentar toda clase de dificultades; entonces ellos hicieron una casa de nieve y pasaron ahí toda la noche con una vela”, contó Sinemxan a la agencia Jinha.
 
“Entonces yo les dije: las guerrillas nunca tienen velas que encender, pasan hambre y sed por días. Esa vez, ellos no comieron por tres días”.
 
A pesar de la oposición de Sinemxan, su hija Gülçin y su hijo Ümit se unieron a la guerrilla. Finalmente Sinemxan coció uniformes rebeldes para sus hijos. Ambos murieron.
 
Actualmente Sinemxan vive sola. Ella sostiene que la soledad le da más tiempo para enfocarse en la literatura kurda, en la que ella ha estado interesada desde la primera vez que los Bedirxans fueron a su casa en la villa, muchos años atrás.
 
“Para mí estar sola es mejor; puedo enfrentar mis propios problemas, mi propio dolor; tengo más tiempo para pensar y reflexionar”, dijo. “(Las y los kurdos) hemos pagado un precio por venir aquí. A partir de ahora, sólo queremos vivir en paz, sin perder a ningún otro de nuestros hijos”.
 
*El pueblo kurdo es la minoría étnica más importante del Medio Oriente, se encuentra distribuida entre Turquía, Siria, Irak e Irán. Históricamente han luchado por tener su propio territorio: un Kurdistán independiente.
 
**Este artículo fue retomado del portal de la agencia de noticias Jinha, única en todo Kurdistán que reporta sobre la condición social de las mujeres de Turquía, Irak y Rojava (Kurdistán Sirio).

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