La sociedad que se organiza
“¿Cómo surge un movimiento social? Desde fuera parece un accidente de la voluntad, la generación espontánea de efectos cuyo vigor minimiza cualquier vaguedad o la precariedad de la vida cotidiana. Desde dentro, la impresión es diferente: en el momento justo cristalizan las experiencias y necesidades de años y un sector excluido decide no delegar ya pasivamente su representación, y condensa de golpe exigencias y manera de ser… Pero nada atenúa las sensaciones de impulso que crece, del esplendor de la multitud animada por fines idénticos, de los prolongados efectos sobre la vida de los participantes, que “ya no serán los mismos”, que modificarán su visión del mundo persistan o no en el empeño”. (Carlos Monsiváis, Entrada libre, México 1987, ERA).
“Si perdemos la capacidad de indignación, perdemos todo vestigio humano… La emoción política que se deposita en las causas sociales, en la defensa de los derechos humanos, es una de las grandes emociones que uno puede sentir … hay algo de nobleza, de intensidad, de fuerza moral en la lucha contra la injusticia, contra la desigualdad, que siempre me ha apasionado”. (Carlos Monsiváis dixit).
“Es increíble que incluso cuando todo parece perdido y aun con el riesgo que ello implica, haya quienes –como ustedes– tienen la valentía y la fuerza para oponerse a la barbarie. Ustedes, con su ejemplo moral le están demostrando al resto de los mexicanos lo que hay que hacer para cambiar las cosas en el país. Ese es el verdadero sentido de ciudadanía, convertir la indignación moral en protesta, en solidaridad, en organización”. (Palabras de Carlos Monsiváis a los familiares de los estudiantes asesinados en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, en febrero de 2010).
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