«Si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus rivales», señala Jorge Zepeda
Regeneración, 28 octubre 2016.– En uno de sus artículos en el diario español El País, Jorge Zepeda Patterson, destacó la honestidad en torno a la figura de Andrés Manuel López Obrador, lo calificó como una ave rara entre la clase política en materia de austeridad, y va más allá, afirma que López Obrador es el personaje más creíble si encabeza una cruzada en contra de la corrupción en México.
El texto comienza recordando que durante la campaña presidencial del 2006, Hugo Chávez ofreció los recursos que fueran necesarios para asegurar el triunfo del tabasqueño, Andrés Manuel declinó el ofrecimiento.
Pero también tiene que ver con su actitud hacia el dinero. El señor puede tener muchos defectos, pero en materia de austeridad es una ave rara entre la clase política.
Y justamente, continúa Zepeda, allí reside su potencial de cara al 2018, pese a todo. Es el único personaje de la escena pública a quien el ciudadano de a pie podría creerle si encabeza una cruzada en contra de la corrupción. Y tal como están las cosas, ese será uno de los temas clave, si no es que el principal, en los próximos comicios.
La corrupción se ha convertido en la bestia negra del gobierno de Peña Nieto. Un cáncer que deslegitima las acciones de gobierno y cubre de un manto de sospecha toda declaración, intención o proyecto. En las encuestas sobre insatisfacción ciudadana disputa los primeros lugares a la inseguridad pública y a la situación económica. Y no olvidemos que fue la corrupción lo que movilizó a los guatemaltecos hace unas semanas y terminó deponiendo a su presidente.
En resumen, si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus rivales. Si añadimos que, pese a todo, sigue siendo el candidato de los pobres en un país lleno de pobres, sus posibilidades son evidentes.
AMLO se asegura de cumplir la profecía de ser víctima de la confabulación de sus enemigos. O hace muy poco para impedirlo, y lo estamos viendo desde ya, como a menos de dos años del 2018, la reedición de la campaña del miedo y de odio se vuelve hacer presente, un ejemplo de ello es la comparación que han hecho de López Obrador con Donald Trump.
Genaro Lozano, en una de sus columnas señala la falsedad de esta comparación, escribe que “a los seres humanos nos gusta comparar, la contienda por la Casa Blanca ha arrojado ya dos comparaciones erróneas en México. La primera entre Hillary Clinton y Margarita Zavala, de la que ya escribí en este espacio. Ahora, hay quienes comparan a AMLO con Donald Trump y esta comparación también es errónea.”
Es cierto, tanto AMLO como Trump como candidatos presidenciales han cuestionado los sistemas electorales de sus respectivos países. AMLO lo hizo en 2006 por la intromisión del entonces presidente Fox en el proceso electoral. Fox traicionó el espíritu que lo llevó a Los Pinos en el 2000, al meter las manos en la contienda presidencial. Primero al interior de su partido para tratar de dejar a un candidato de su elección como su sucesor. Cuando esto le falló, se tuvo que aliar con Calderón y hacer campaña en su favor. Fox también usó las herramientas a su disposición para bloquear la candidatura del entonces perredista AMLO. El desafuero fue la nota con la que muchos mexicanos recordarán su sexenio.
Lozano en su artículo destruye las comparaciones e incluso diferencia a los personajes y los proyectos, “más allá de cuestionar los procesos electorales, Trump y AMLO tienen una visión diametralmente opuesta del papel del Estado en la economía. Trump favorece un Estado ausente, la reducción de éste a su mínima expresión. La mano invisible corrigiendo las deficiencias del mercado. Por su lado, AMLO defiende un papel central del Estado en la economía, en la redistribución del ingreso, en una recaudación de impuestos más alta entre quienes ganan más y en la participación activa del Estado para corregir las fallas del mercado. En este punto hay un abismo entre Trump y AMLO.”
En conclusión, AMLO no es como Trump, por más esfuerzos que haya entre quienes quieran ligar al puntero en las encuestas mexicanas con el republicano que está a punto de hacer que su partido se vaya al despeñadero el próximo 8 de noviembre en EU, finaliza Lozano.
López Obrador no es un hombre viejo, pero sí es un hombre antiguo. Entre 2006 y 2018 hay un mundo de diferencia, y no sólo en términos del ciberespacio. Muchas reivindicaciones han cambiado. El mayor número de votantes, los veinteañeros, tenían entonces ocho o 12 años de edad. Hoy votarán pensando en su futuro; López Obrador tendrá que demostrar que no es un político obsesionado por el pasado. No son citas de Benito Juárez lo que los nuevos ciudadanos están esperando.