Odebrecht ha creado una bifurcación en la historia peruana, por un lado, la crisis podría derivar en el surgimiento de un déspota más disfrazado de outsider y por el otro, el posible surgimiento de un Nuevo Perú, en el que quepan “todas las sangres”.
Por Saúl Hernández Rosales.
Regeneración, 28 diciembre 2017.- El Perú se ha visto duramente afectado este año por el escándalo de Odebrecht, pero sobre todo, por la corrupción generalizada de su sistema político. Todos los ex presidentes están presos o imputados. Alberto Fujimori (1990-2000) indultado, Ollanta Humala (2011-2016) preso, Alejandro Toledo (2001-2006) prófugo de la justicia en EEUU y Alan García (1985-1990, 2006-2011) imputado. El día 21 de diciembre fue el turno del actual presidente Pedro Pablo kuczynski (2016-2021) que tuvo que defenderse (con abogado de por medio) frente al Congreso de la República, cuestionado acerca de un posible conflicto de intereses entre los cargos públicos que ocupó en el pasado y sus negocios privados. Estamos hablando de más de 30 años de gobiernos y de todos los perfiles posibles de gobernante, desde un outsider neoliberal y un ex militar nacionalista hasta el líder de uno de los partidos políticos más antiguos del continente. Un sistema político entero en crisis, o para decirlo como Gramsci, el bloque histórico dominante.
El 21 de diciembre el congreso necesitaba 87 votos para “vacar” (cesar en funciones por incapacidad moral) al Presidente de la República. Luego de horas de debate, solo lograron 79. Sorprendió el voto en contra de Kenji Fujimori, que parece ir gestando un liderazgo alternativo al de su hermana Keiko dentro del fujimorismo, pero sobre todo, fueron trascendentales los 9 votos fujimoristas que lo acompañaron. Menos de 72 horas después, en vísperas de la navidad, el Presidente de la República, indulta a Alberto Fujimori Fujimori, acusado de actos de terrorismo de Estado, malversación de fondos públicos y más de 300 mil esterilizaciones forzosas a mujeres indígenas durante su gobierno. Conclusión, en Perú hay un presidente que iba a ser “vacado” por incapacidad moral en un juicio político, pero logró evadir el juicio demostrando con el indulto al expresidente Fujimori, que aún tenía “capacidad moral” para gobernar el Perú.
Las respuestas no se hicieron esperar. Por un lado, movilizaciones de calle al grito de “el indulto es un insulto” y “fuera, fuera Ppk” y por el otro, la renuncia masiva de varios ministros, congresistas y colaboradores oficialistas. Por su parte, el Presidente y sus vicepresidentes insisten en que el indulto fue parte de una medida humanitaria y no de un canje por votos en el Congreso. Da la impresión de que Pedro Pablo Kuczynski no entiende la política como una disputa de sentido de lo público, sino que más bien, la asume como un conjunto de transacciones entre grupos de poder. Electo por el antifujimorismo (que es el partido político más grande del Perú) en el 2016 en contra de Keiko Fujimori ahora decide indultar a su padre, renunciando así al capital político que lo llevó a la presidencia y remplazándolo por un frágil pacto de élites. PPK como aquel rey de Epiro, parece haber obtenido una victoria pírrica en el congreso, hipotecando su futuro a una decena de congresistas. De lo que no cabe duda, es que las repúblicas no son macroeconómicas. El Perú ostenta desde hace más de una década, la medalla de oro en rendimiento económico y al mismo tiempo, muchas demandas históricas de los sectores populares siguen insatisfechas. El actual orden social, surgido en el apogeo del fujimorismo a partir de la constitución de 1993, no parece garantizar la estabilidad democrática que necesita el país. Odebrecht ha creado una bifurcación en la historia peruana, por un lado, la crisis podría derivar en el surgimiento de un déspota más disfrazado de outsider y por el otro, el posible surgimiento de un Nuevo Perú, en el que quepan “todas las sangres”.
Saúl Hernández Rosales. (Doctor en Estudios Culturales, Universidad Andina Simón Bolívar, Ecuador y Master en Estudios Latinoamericanos de l’Université Sorbonne Nouvelle Paris III.)